Después de la difusión de las imágenes de la tétrica matanza de Bucha, en Ucrania, el gobierno de Vladimir Putin esgrime que se trata de un montaje con cadáveres que levantan los brazos y no muestran signos de descomposición.
Niega de ese modo haber sido el responsable de los asesinatos en masa de más de 400 civiles en esa ciudad, cerca de Kiev,
recientemente liberada de la invasión rusa.
¿A quién creerle? Organizaciones como Human RightsWatch, testigos presenciales y corresponsales extranjeros documentaron la masacre mientras el Kremlin afirma en forma terminante que sus tropas no han sido las causantes. Los videos datan del 1 de abril.
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El Ministerio de Defensa de Rusia asegura que los soldados abandonaron la ciudad dos días antes, el 30 de marzo. Las pruebas, aducen, comenzaron a circular el 3 de abril. Bellingcat, colectivo internacional independiente de investigadores y periodistas, señala que el medio ruso TV Zvezda registró imágenes del ejército ruso en Bucha el 1 de abril. La ciudad seguía ocupada. Fotos satelitales de la compañía Maxar Technologies dan cuenta de vecinos cavando una fosa común en la Iglesia de San Andrés el 10 de marzo, mucho antes de la retirada rusa. Los cadáveres yacían en las calles desde el 11 de marzo, confirmó The New York Times.
El supuesto efecto dramático, atribuido a la campaña mediática de Ucrania por las embajadas y los medios de comunicación de Rusia, se basa en el aparente movimiento de la mano de un cadáver. Lo provocó la lluvia, el 2 de abril. Todo indica que hubo ejecuciones sumarias y graves abusos que se traducen en crímenes de guerra.
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Cadáveres maniatados con la cabeza tapada y disparos en la nuca. Cuerpos en descomposición en las calles. Fosas comunes. Vecinos espantados por haber visto personas arrolladas por tanques. Soldados matando a tiros a ancianos. Francotiradores disparando a mansalva contra hombres indefensos. Rusia dice otra cosa. La realidad se empeña en contradecirla.
