Cuando aún estaba dando explicaciones por los casos de corrupción que involucran a tu entorno, el presidente de Gobierno de España, Pedro Sánchez, recibió otro golpe en medio del congreso del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Francisco Salazar, quien iba a formar parte de la nueva dirección del PSOE, tuvo que renunciar al partido por las denuncias de “acoso sexual” en su contra.
El político, un estrecho colaborador de Sánchez, pidió ser apartado después de que el medio digital el Diario.es publicara las denuncias de mujeres socialistas acusándolo de “comportamientos inapropiados” de carácter sexual cuando era su jefe.
Salazar iba a ser designado adjunto a la secretaria de Organización del PSOE, un cargo que tenía previsto compatibilizar con su actual tarea como secretario de Análisis y Acción Electoral.
Más tarde, fuentes de Moncloa han confirmado que también ha solicitado ser apartado provisionalmente de sus responsabilidades de Coordinación Institucional de la Presidencia del Gobierno.
Las denuncias. Las víctimas contaron al Diario.es que Salazar les hacía “comentarios obscenos sobre la vestimenta y el cuerpo”, y les enviaba “mensajes intempestivos con invitaciones para cenar a solas fuera del horario laboral”.
Varias de ellas dijeron también que ejercía un “hostigamiento insistente a sus subordinadas y un uso permanente de un lenguaje sexualizado en el entorno profesional”.
Al parecer, el comportamiento de Salazar, calificado dentro del “acoso sexual y abuso de poder”, era conocido dentro de las filas socialistas, pero se mantenía oculto.
Militantes del PSOE le dijeron a Diario.as que una gran parte del partido recibió con “pavor” la noticia de que iba a ser nombrado secretario general de la organización.
Una de las víctimas, una joven identificada como Lidia, señaló que cuando se incorporó a la oficina que tenía Salazar en Gobierno, sus compañeras le advirtieron cómo era el dirigente. “Fue impactante porque lo primero que me dijeron es que tuviera cuidado, que ya se sabía lo que comentaba todo el mundo del jefe, y que mejor no pasar demasiado tiempo con él a solas”, explicó.
Luego contó lo que le pasó con Salazar: “Me empezó a decir sin venir a cuento que me quedara yo más tarde que el resto del equipo, que fuese a cenar con él o a tomar algo. Lo hacía de manera insistente. Y me decía que si se nos hacía tarde nos podíamos quedar a dormir en su casa”.
Este caso, así como otros referidos a acoso sexual de dirigentes del PSOE, sacudió al partido que enarbola como una de sus principales banderas la defensa de la igualdad de género.
