Un hotel de lujo en Washington, empresas en Arabia Saudita, canchas de golf en Escocia, socios comerciales en India y el proyecto de levantar una torre de oficinas en Buenos Aires son sólo algunos de los potenciales conflictos de interés que ensombrecen el horizonte del presidente electo Donald Trump. Según expertos consultados por PERFIL, el magnate se arriesga a un impeachment si no se desprende de sus negocios antes de hospedarse en la Casa Blanca.
Un diplomático asiático expresó en diálogo con The Washington Post hasta qué punto la mezcla entre intereses privados y función pública puede alterar la política norteamericana: “¿Por qué no hospedarme en su hotel, ubicado a cuadras de la Casa Blanca, para decirle al nuevo presidente ‘amo su nuevo hotel’? ¿Acaso no es descortés venir a esta ciudad y decirle ‘estoy alojado en su competencia’?”. Esa confesión explicitó lo que muchos juristas temen: que Trump utilice la presidencia para promover sus negocios.
“La ley está totalmente de mi lado, el presidente no puede tener un conflicto de interés”, se defendió Trump esta semana al visitar la redacción de The New York Times. Así, se refirió a una disposición del Congreso que excluye al jefe de Estado y al vicepresidente de leyes sobre conflictos de intereses, con la teoría de que la presidencia concentra tanto poder que cualquier medida que tome podría representar un potencial conflicto.
Pero eso no significa que la Constitución de los Estados Unidos le dé carta blanca al inquilino de la Casa Blanca. Una de sus cláusulas advierte que ningún funcionario puede aceptar, sin autorización del Congreso, “emolumentos y regalos de ningún tipo de cualquier rey, príncipe o Estado extranjero”. “El esfuerzo de los diplomáticos extranjeros por conseguir favores de Trump hospedándose en su hotel se parece bastante a un regalo”, explicó a PERFIL Richard Painter, profesor de la Universidad de Minnessota y ex jefe del Consejo de Etica de George W. Bush. El Hotel International Trump, localizado en Washington DC, plantea un conflicto adicional. Trump no es dueño de la propiedad –ex Oficinas del Servicio Postal–, sino que se la alquiló a la Administración General de Servicios, un ente del gobierno cuya regulación prohíbe firmar contratos con funcionarios.
Para Painter, Trump tiene que vender sus propiedades y ceder el control de sus acciones a un fideicomiso ciego, cuyo administrador no tenga contacto con él ni con sus hijos. “El problema es que sigue siendo dueño de sus empresas. Así, será difícil evitar conflictos de intereses”, agregó.
Para el presidente electo, la marca Trump “está de moda”, pero a él sólo le importa su país, no su fortuna de 10 mil millones de dólares.
Acción de Gracias
El presidente electo de EE.UU., Donald Trump, celebró ayer el Día de Acción de Gracias con su familia en Mar-a-Lago, su exclusivo club en Palm Beach, en la costa del sur de Florida, donde se ofreció un copioso y selecto menú. Dos clases de sopa, incluida una de langosta, la ensalada “Mr. Trump Wedge” y otros platos con vegetales, y una selección de mariscos constituían la oferta antes del plato principal. Además del pavo, los comensales podían elegir cordero, costillas de cerdo y lomo.
Trump pidió a sus compatriotas “sanar” las heridas surgidas por las divisiones políticas en EE.UU.