Brasil vivió este viernes los momentos de mayor tensión política del siglo XXI, mientras continuaban esta noche las negociaciones entre los abogados de Luiz Inácio Lula Da Silva y el Poder Judicial brasileño sobre el momento en que el ex mandatario se presentará finalmente ante la justicia por su condena a 12 años de prisión. El expresidente no acató este viernes el ultimatum dispuesto por el juez Sérgio Moro para que compareciera ante la Policía Federal de Curitiba antes de las 5 d ela tarde y se atrincheró en el Sindicato Metalúrgico de San Pablo, en medio de miles de militantes.
"Ya está definido: Lula no va a Curitiba. Vamos a pasar la noche aquí. Esa decisión ya fue tomada, después se negociará cómo sigue", señaló el diputado Zé Geraldo, del Partido dos Trabalhadores (PT), a la agencia AFP. Así, Lula sigue esta noche en el Sindicato Metalúrgico de Sao Bernardo do Campo, en el cordón industrial de San Pablo, donde se atrincheró tras la disposición de Moro. A pesar de no haber cumplido con la decisión judicial, el expresidente aún no fue considerado prófugo.
Los abogados del referente político de la izquierda negociaban este viernes con la Policía Federal para que el expresidente pueda asistir mañana a una misa en honor de Marisa Letícia Rocco, su difunta esposa que este sábado habría cumplido 68 años. La versión que cobraba fuerza a medianoche es que el ex mandatario podría entregarse este spabado después de ese oficio religioso, que se realizará en el mismo Sindicato Metalurgic. Esa era al menos la exigencia que habrían recibido sus abogados de parte del juez Moro este viernes, pero los letrados intentaban conseguir que el magistrado habilitara que Lula se presente recién el lunes. La situación, sin embargo, seguía escribiendose minuto a minuto y todo era un hervidero que mantenía en vilo al país vecino.
Por temor a incidentes, la policía paulista se negó a ir a apresar a Lula al sindicato, por temor a una batalla campal con los militantes del PT: esperarán a que Lula se presente en una dependencia policial de San Pablo por su cuenta. La decisión obedece al clima de tensión por las miles de personas que se volcaron a las calles para rechazar la prisión del exmandatario.
El líder del Partido dos Trabalhadores (PT), de 72 años, fue condenado a doce años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, por la supuesta adquisición de un apartamento ofrecido por una constructora para obtener contratos en Petrobras. Sin embargo, el exmandatario (2003-2010) se declara inocente y denuncia una conspiración político-judicial para impedir que vuelva al poder.