El presidente Luiz Inácio Lula da Silva debera ser internado este viernes 29 en el Hospital Sirio Libanés de Brasilia para ser operado de la cadera; pero sólo permanecerá en el sanatorio hasta el martes próximo. La cirugía es un procedimiento llamado artroplastia, para colocar una prótesis en la articulación desgastada. “Esta cirugía es tan sólo un cuidado con mi salud. Quiero volver a jugar al fútbol, a correr y hacer hacer estera, hacer gimnasia” aseguró el mandatario brasileño. Es que el dolor, según él mismo confesó, lo sufre desde hace un buen tiempo aunque se intensificó en julio último. Y “lo siento al dormir, al despertar, al sentarme en una silla, al permanecer en pie”.
El padecimiento lo lleva a un continuo malhumor “con los ministros y los compañeros. Cuando pongo el pie en el piso ya me duele y es visible en mi rostro que estoy irritado y nervioso. Así no puedo gobernar”. Son varios los temas que quedarán pendientes hasta su recuperación, que debe demandar al menos 15 días sin salir de la residencia oficial, el Palacio de la Alvorada. A los 77 años, Lula califica su propio estado físico como el de un joven de 30 años, un mantra repetido en entrevistas e, inclusive, en sus discursos.
Desde luego, el líder brasileño soportó hasta ahora su enfermedad para no tener que resignarse a la ausencia en cumbres mundiales que él consideró claves. De tal suerte que continuó con su ritmo frenético, tanto en viajes al exterior como domésticos. No se perdió ni la cumbre del G7 ni la del G20 en la India, donde recibió la presidencia anual del grupo. También estuvo presente en la cita cúspide de los BRIC´S, y en Nueva York donde asistió a la Asamblea Anual de las Naciones Unidas, para luego mantener bilaterales exclusivas con Joe Biden y con Volodymyr Zelensky.
Claro que antes de enfrentar esos desafíos, tuvo que someterse a prácticas médicas paliativas; eran la condición para asistir a las reuniones mostrando sonrisas y conformidad con diversos jefes de Estado.
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En verdad, la dolencia de Lula es frecuente cuando el individuo pasa de la sexta década de edad. Se trata de la artrosis, que degenera la articulación del hueso del fémur de la pierna derecha con la cadera. Hay una cura transitoria que consiste, médicamente, en infiltrar los nervios para eliminar la sensibilidad en la región afectada. A esa terapia lo sometieron al presidente brasileño en julio pasado. Pero el alivio de Lula duró menos que lo pronosticado por los profesionales; antes de los seis meses, el padecimiento se le tornaba intolerable.
La técnica quirúrgica que daría una solución definitiva debe durar no más de dos horas y media, y ocurrirá por la tarde de este viernes 29. En los siguientes 15 días, el mandatario tendrá su actividad en el Alvorada, donde convocará a su gabinete para decisiones claves. Desde luego, antes de entrar en el quirófano, Lula deberá delegar la autoridad presidencial en su vice, Geraldo Alckmin. Pero esa transferencia no irá a durar durar más de 96 horas, aunque el líder petista imagina que ya el domingo retomará el mando. El médico que acompaña a Lula desde su primer gobierno, Roberto KalilFilho, dijo en una entrevista que la cirugía es “segura y resuelve el problema del fémur del presidente”. Garantizó también que “el post operatorio será tranquilo”.
CP
