afp/ap/dpa
Desde Roma
El ex comunista Giorgio Napolitano, que en junio cumple 88 años, se convirtió ayer en el primer presidente de la República en la historia de Italia que es reelegido gracias a sus dotes de mediador y a la prudencia demostrada de cara a la grave crisis económica y política que azota y divide a Italia.
El décimo segundo presidente de la República italiana, aceptó permanecer en el cargo que ocupa desde hace siete años por “responsabilidad” hacia el país y sobre todo por la incapacidad de las fuerzas políticas de elegir en el Parlamento, como prevé la Constitución, a una figura nueva.
El veterano militante antifascista, que fue dirigente del otrora poderoso Partido Comunista Italiano, amigo del poeta chileno Pablo Neruda, cuando se exilió en la isla de Capri y en Nápoles, deseaba retirarse a una vida tranquila.
“¿Por qué no me dejan descansar?”, confesó ayer a una delegación de representantes de las regiones entre los 1006 parlamentarios y delegados con derecho a votar en la elección presidencial. Napolitano ya había preparado su paso para ejercer como senador vitalicio.
El artífice del giro hacia la socialdemocracia del comunismo italiano en la década del 90, ha sido también clave para salir de la crisis del 2011 cuando el ataque de los mercados financieros pusieron al borde del abismo la economía de Italia, logrando con habilidad la compleja renuncia del magnate Silvio Berlusconi, sacudido por los escándalos y el descrédito y el nombramiento de un gobierno técnico.
No es la primera vez que Napolitano, el primer hombre político procedente del comunismo que accede a la jefatura del Estado, protagoniza un hecho “sin precedentes”.
En 1996 esta figura de la izquierda italiana se convirtió en el primer “ex rojo” en acceder al puesto de ministro del Interior en el primer Gobierno de Romano Prodi. Durante la Guerra Fría fue también el único responsable comunista en ser invitado por las universidades estadounidenses.
Giorgio Napolitano, reconocido por su prudencia, su moderación y su visión de Estado, fue uno de los primeros en preconizar el reformismo del “mayor partido comunista de Europa” antes de la caída del muro de Berlín.
Nacido el 29 de junio de 1925 en Nápoles, al sur de Italia, entró a los 17 años en un grupo de resistentes comunistas, antes de unirse al partido en 1945 y ser elegido como diputado del Parlamento en 1953.
“Cuando me acerqué al PCI y después me inscribí (...) estuve movido más por un sentido de revuelta moral que por una elección ideológica”, confesó recientemente Napolitano, al que muchos tildaban como “el más liberal” de los comunistas.
Este jurista con vocación poética se consagró muy pronto a la cuestión meridional, y en los años 50 se convirtió en responsable del PCI para el Mezzogiorno, el sur desfavorecido de la península italiana.
En los 80, tras ser nombrado responsable del PCI para la política exterior y las relaciones internacionales (1986-1989), Napolitano recibió las mayores críticas por parte de su partido, por su tentativa de diálogo con los socialistas de Bettino Craxi y por defender un giro del PCI hacia la socialdemocracia.
“El vio antes que nosotros hacia qué lado debíamos ir y hay que reconocerle el mérito de haber sido de los primeros en indicar esta vía necesaria”, admitió Massimo d’Alema, entre los dirigentes del Partido Democrático (PD).
La reelección de Giorgio Napolitano, que goza del respeto de la izquierda y la derecha por sus cualidades como hombre de Estado, tiene ahora la ardua tarea de calmar el tenso y caótico clima entre los partidos, suscitado tras la protesta airada del mediático Movimiento Cinco Estrellas liderado por el cómico antisistema Beppe Grillo.