Carla Oller es periodista y vive hace cuatro años en Italia, país que en los últimos días se volvió noticia al registrar la mayor tasa de mortalidad por coronavirus en el mundo con más de 800 muertos y más de 12 mil enfermos, de acuerdo al mapa en tiempo real de la Johns Hopkins University.
“La verdad es que esta situación la estoy viviendo de una manera difícil. Hubo muchos cambios desde que esta crisis empezó”, cuenta la joven a PERFIL desde Milán, donde reside junto a su pareja. Según su relato, tras el estallido de contagios un Wuhan, China, los primeros casos se registraron en Italia fueron durante la segunda quincena de febrero, con 200 infectados y 100 personas fallecidas. Pero la realidad cambió el último fin de semana con un incremento drástico de víctimas.
“En Lombardía los números siguen subiendo. El problema es que allí ya no quedan camas en terapia intensiva. Estamos en una situación límite. El sistema de salud de Lombardía es el más preparado del país, pero en una semana más no va a haber lugar para la gente en los hospitales. Y no solo la gente que tiene coronavirus porque también se atiende a pacientes con otras patologías. Estamos al borde del colapso”, asevera la periodista.
Más de 15 millones de personas en cuarentena en Italia, segundo país más afectado
De acuerdo a su testimonio, en este marco, una de las noticias del día tiene que ver con la instalación de un hospital de campaña dentro de la ciudad, en la zona de Milano city. Carla cuanta que allí se van a poner 600 camas destinadas a terapia intensiva y que se está esperando a que lleguen ventiladores y a que asuman más de 500 médicos y enfermeros. “Además, el Gobierno de Italia lanzó un paquete de medidas económicas para calmar a la sociedad: se suspendieron los pagos de las hipotecas, de los servicios y de los créditos; se van a dar licencias especiales a los padres; y no va a haber escuelas abiertas en todo el mes. La vida de las personas se ha visto modificada en todos los sentidos”, recalca la joven, quien suele contar lo que pasa en el país europeo en su blog Crónicas de Milán.
En este marco, la periodista explica también que a la preocupación general en Italia se le sumó en las últimas semanas la impericia política cuando, por ejemplo, se filtró en los medios el proyecto de ley que prepara el Gobierno para decretar la zona de emergencia. “A las 12 de la noche miles de personas se abocaron en las estaciones del tren para escapar de lo que iba a ser una zona blindada en el norte de la Lombardía. La mayoría de los que viven acá son del sur de Italia y querían volverse ante el temor de no poder salir”, explica.
En rigor, ante el incremento de casos, el gobierno anunció este martes el endurecimiento del aislamiento y dispuso a "Italia como área protegida". Se trata de la cuarentena más grande impuesta en el país europeo desde la Segunda Guerra Mundial. "(La medida) está orientada a la voluntad de las personas más que a lo que efectivamente se necesita. No se puede salir de la ciudad y tampoco ir de una provincia a otra, pero te podés descargar un formulario de autocertificación en el que podés establecer que por razones de trabajo o sanitarias tenés que moverte de un lado a otro”, dice Carla.
Coronavirus en Italia: la difícil decisión de los médicos que deben elegir a quién salvar
“La semana pasada, el intendente de Milán realizó una campaña en redes sociales llamando a la población a estar tranquila y a continuar con su vida normal. El domingo la situación cambió: los infectados se contaban por miles y el intendente tuvo que salir en los diarios a dar marcha atrás y pedirle a la gente que se quede en sus casas”, detalla como otro de los ejemplos de la falta de planificación, y revela: “Ahí me entró un poco el miedo. Hasta ese momento era bastante escéptica con lo que pasaba”.
De acuerdo a su argumento, de todas maneras, hoy la gente sigue circulando y las medidas del gobierno italiano parecen ser solo “un llamado a la solidaridad" a la población. “Acá el gobierno no está tomando medidas como las que se tomaron en China porque se verían de frente a un estallido social. Hubo 30 cárceles amotinadas. Cuando se decretó la emergencia nacional, la gente salió a los supermercados a comprar y hacer fila toda la noche para abastecerse. Es muy delgada la línea entre preservar a las personas y controlarlas”, explica.
MC/AB