Xi Jinping fue reelegido sin sorpresas este sábado -viernes en Argentina- como presidente de la República de China por un segundo mandato de cinco años, en una votación unánime a su favor, a la que concurría como único candidato. El mandatario, de 64 años, fue elegido por los cerca de 3.000 diputados presentes en la sesión plenaria anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP).
La elección ocurrió menos de una semana después de haber conseguido una reforma constitucional que le permitirá representarse indefinidamente en el cargo. El parlamento de China votó el pasado domingo a favor de abolir el límite impuesto a los mandatos presidenciales, dejando vía libre para que el presidente Xi Jinping pueda gobernar de por vida. Los casi 3.000 delegados de la cámara aprobaron la medida como parte de un paquete de reformas constitucionales por 2.958 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones.
Hasta ahora los mandatos presidenciales estaban limitados a dos periodos de cinco años. Para modificar esta regla se necesitaba una mayoría de dos tercios. La enmienda introduce también en la Constitución "el Pensamiento Xi Jinping" y, en su artículo primero, "el rol dirigente" del Partido Comunista Chino (PCC), lo que deja ver el fortalecimiento de la represión contra los opositores al régimen, que podrían ser acusados de ataque a la Constitución simplemente por criticar el control del partido gobernante.
El límite de dos mandatos fue impuesto en la Constitución de 1982 por Deng Xiaoping, para evitar una vuelta al régimen de la era Mao (1949-1976). "Cuarenta y dos años más tarde, en la era de internet y de la globalización, surge en China un nuevo Gran Líder, un nuevo tirano al estilo de Mao", denunció el disidente Hu Jia a quien el régimen lo llevó de "vacaciones forzadas" al sur del país. "Esta presunta asamblea popular no tiene nada que ver con la voluntad del pueblo", insistió.
"Xi Jinping dirige grandes obras, la lucha anticorrupción... Había un consenso para darle tiempo para lograr su tarea", opina Dou Yanli, diputado de Shandong. "Para Occidente [este cambio] puede parecer un retroceso. Pero China se concentra en el objetivo final y en la forma de alcanzarlo", insistió Li Peiling, diputado de Hubei, quien considera que se necesita un dirigente "poderoso" e inamovible para "barrer de forma duradera la corrupción e imponer reformas".