Quizás no sea todo sobre Donald Trump pero en gran medida el presidente de los Estados Unidos eligió que así sea, al tomar un carácter protagónico en esta elección de medio término, donde se eligen representantes, senadores y gobernadores. Del mismo modo, los demócratas pusieron en juego su más fuerte activo político, en una movida inusual: el expresidente Barack Obama también se puso la campaña al hombro, saliendo del habitual retiro glorioso que se reserva para quienes sirvieron en el Salón Oval.
De acuerdo a un sondeo del Pew Research Center, un 60 por ciento de los estadounidenses consultados aseveran que Trump es un factor crucial para explicar por qué votarán o por qué ya lo hicieron –en este país se permite el voto anticipado, siendo un sistema no obligatorio que alberga sus comicios en un día laborable–. De ese total, un 23 por ciento afirma que lo hizo o lo hará para respaldarlo mientras que un 37 por ciento está decidido a participar en su contra. Aunque Trump no es candidato, hizo de esta campaña casi un plebiscito sobre sus dos años en la Casa Blanca y de ese modo lo viven muchos cuando el magnate abandona Washington para bajar a los suburbios.
Pese a que el respaldo a Trump se encuentra en apenas 38 por ciento, la valoración crece a un 60 por ciento entre los que le dieron su voto hace dos años y escala mucho más si se considera solo a los republicanos, hasta un 80 por ciento, siempre acorde a Pew. Consultados sobre el por qué, el 68 por ciento pondera de Trump que se mantiene fiel a sus ideas, un 50 por ciento dice que es resolutivo y un 49 por ciento, que cumple sus promesas. Allí se explica el personalismo de esta campaña que, en su naturaleza, es legislativa y territorial, con un sistema de votación de mayoría uninominal en el que gana el candidato que obtiene el mayor número de votos en cada distrito.
De igual modo, Obama se ha adentrado en el territorio como pocas veces se vio, asumiendo una ofensiva discursiva poco habitual –por no decir, casi inédita– para un ex jefe de Estado. Luego de casi un año y medio de silencio y viajes por el mundo, Estados Unidos se reencontró en los últimos días con el líder del mensaje esperanzador que exhorta a los ciudadanos a movilizarse y participar, en comicios donde suele registrarse un ausentismo todavía mayor al 50 por ciento de los años presidenciales. En el último fin de semana, Obama pasó por Georgia, Florida e Indiana. Y acusó a Trump poner bajo amenaza a la democracia.
Si bien otras leyendas demócratas también han salido a jugar fuerte en una elección en la que el partido se juega su posicionamiento de cara a 2020 cuando entre en competencia la Casa Blanca, ninguna retiene la simpatía que ostenta hoy Obama. Los Clinton, masivos como son, se han recluido a un papel secundario, centrado más en eventos de recaudación de fondos o entrevistas en los medios. Una parte del partido todavía los responsabiliza por la derrota que puso a Trump en el lugar donde hoy se encuentra, y al partido en el derrotero del que intenta escapar.
CP