INTERNACIONAL
tensión en Sudamérica

Un empresario brasileño asume la representación informal de su país en el conflicto entre EE. UU y Venezuela

Se trata de Joesley Batista, dueño de la multinacional JBS con fuerte presencia en Brasil y una poderosa subsidiaria en Estados Unidos. En su intento pacificador le habría ofrecido al presidente venezolano que "renuncie, de manera ordenada y tranquila".

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SAN PABLO.- No fue ni es diplomático. Y, además, fue incluido dentro de la causa Lava Jato en 2017 por su relación con el presidente Lula da Silva. Se trata de Joesley Batista, dueño de la multinacional brasileña JBS con sede en Brasil y con una poderosa subsidiaria en Estados Unidos, la Pilgrim´s Pride. Este año, el empresario adquirió fama al negociar un ablandamiento de las rígidas relaciones que mantuvieron hasta abril pasado, el líder brasileño y el jefe de la Casa Blanca Donald Trump. Ahora, acaba de emprender otra aventura: el 23 de noviembre viajó a Caracas y se reunió con Nicolás Maduro, con quien también tiene sus nexos.

Los vínculos de Batista con Trump, a cuya campaña electoral contribuyó con 5 millones de dólares, proceden de la importancia de las inversiones frigoríficas y procesadoras que realizó su compañía en el segmento americano del pollo y de la carne: hoy es la mayor proveedora mundial de carne y tiene más de 70.000 empleados en EE.UU.

Lo cierto es que su nuevo papel de intermediario en un conflicto que tiene en ascuas a los países sudamericanos y de América Central, no le fue adjudicado ni por Brasilia ni por Washington; sin embargo, ambos gobiernos están al tanto del emprendimiento pacificador.

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Según el propio Batista, en su conversación con Maduro le planteó, como una salida posible a lo que parece ser una guerra inminente, su renuncia a la presidencia de Venezuela, de manera ordenada y tranquila. Esa parece ser también la postura del representante de Trump para el caso, Richard Grenell.

“Conocemos mucha gente en Washington. Tenemos que hablar bien de Brasil, algo que todo brasileño debería hacer en el exterior. Desgraciadamente siempre hay quién hable mal”, declaró el empresario a fines de octubre, cuando integró la misión empresarial a Indonesia durante la visita de Lula.

Es obvio que Batista posee las condiciones para actuar entre Estados Unidos y Caracas, como representante informal de Brasil. Especialmente en este momento, en que el Distrito Federal busca perfeccionar las conexiones con Washington, en vista de las elecciones presidenciales brasileñas de octubre de 2026. Vale recordar que hace dos días, Lula se comunicó con Trump y ambos avanzaron en cuestiones relacionadas con el combate al narcotráfico y comerciales pero no hablaron de la crisis del Caribe.

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A lo largo de los gobiernos de Hugo Chávez, primero, y de Maduro después, el gobierno brasileño estableció nexos fuerte con Caracas, al crear lo que se llamó como “grupo de amigos de Venezuela”. Sin embargo, los lazos con el país caribeño se debilitaron luego de la última elección presidencial. Brasil demandó al Consejo Electoral que hiciera públicas las actas de los comicios; pero Caracas no cumplió con el pedido; a partir de ese momento, Itamaraty optó por no expedirse sobre un reconocimiento del triunfo de Maduro. La actitud brasileña fue duramente cuestionada por el “progresismo” internacional; pero es preciso entenderla dentro de un contexto en que la extrema derecha brasileña acciona intensamente para desacreditar al pre candidato Lula.

No por casualidad ni la empresa JBS, ni tampoco el gobierno federal, admitieron que Joesley representa oficialmente a Brasil. Pero todo tiende a indicar que es una suerte de negociador en las sombras, pero con poder real. El conflicto suma día a día aristas negativa y aumentó, especialmente, con la presencia del portaviones americano en las aguas caribeñas. También median las acciones de la CIA y otras agencias de inteligencia, para destituir al presidente venezolano.