Finalmente, Alberto Fernández irá a la Cumbre de las Américas, que se realizará del lunes al viernes de la semana próxima en Los Ángeles. Algo que nunca estuvo en duda, en realidad. Un diálogo telefónico de 25 minutos con su par de Estados Unidos, Joe Biden, sirvió para confirmarlo, así como para recibir la invitación para una bilateral en Washington agendada para el 25 de julio.
Dicta la tradición del foro regional desde su primera edición en Miami, en 1994, que el país anfitrión fija la agenda. Esta vez, del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, Estados Unidos estableció cuatro áreas de interés: la defensa de la democracia y de los derechos humanos, la migración ilegal, el cambio climático y el crecimiento equitativo.
La virtual exclusión de la lista de invitados de Cuba, Venezuela y Nicaragua en el primer cónclave de esta magnitud de Joe Biden levantó ampollas en varios países, empezando por México. Su presidente, Andrés Manuel López Obrador, supeditó su asistencia a la incorporación de los tres países en la picota. Le siguió el de Bolivia, Luis Arce, y pusieron en duda su participación el de Brasil, Jair Bolsonaro, más preocupado por las presidenciales de su país que por los asuntos regionales.
El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, no irá por un asunto bilateral: las críticas de Estados Unidos a la reelección de la fiscal general del país. Los 15 gobiernos de la Comunidad del Caribe (Caricom) se mostraron reacios a participar si Estados Unidos invita al presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, en lugar de Nicolás Maduro.
Donald Trump ignoró durante su gestión a América Latina. El afán de Biden de recuperar el influjo de su país encuentra serios obstáculos. Las amenazas de boicot ponen en papel mojado el eventual acercamiento en un mundo signado por la guerra de Ucrania y por el acercamiento a la región de China y Rusia.
"Alberto Fernández confirmó que va a la Cumbre de las Américas y Biden lo llamó por teléfono"
Recuperando vínculo con América Latina
Las vacilaciones guardan relación con la intención de atraer a nacionalistas e izquierdistas que insisten en culpar de todos sus males al "imperialismo yanqui". En el caso de Estados Unidos, la foto de Biden con jerarcas de Cuba, Venezuela y Nicaragua sería un varapalo para las elecciones de medio término de noviembre que aprovecharía, gustosa, la oposición republicana.
Si la defensa de la democracia y de los derechos humanos es un idioma inteligible para esos regímenes, el faltazo de México estropearía la discusión sobre la migración ilegal. Un tema bilateral eterno no sólo por los mexicanos, sino también por aquellos que provienen de América Central.
CB PAR
