Desde este miércoles el presidente Alberto Fernández pasará tres días en Los Ángeles, California, para participar de la novena Cumbre de las Américas, impulsada por el gobierno de los Estados Unidos para relanzar su política de influencia para todo el continente.
Será el primero de los dos viajes que realizará a ese país: luego de este evento volverá, dentro de casi dos meses, cuando viaje a Washington para realizar una visita de Estado con el objetivo de concretar la esperada reunión bilateral con el mandatario norteamericano Joe Biden. Fernández llega con un doble rol. Además de representar a la Argentina, también participará como titular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos de América Latina (CELAC).
Su presencia en este encuentro internacional es el resultado de una intensa negociación con la Casa Blanca a partir de la decisión de no invitar a los mandatarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua. La decisión norteamericana no cambió, pero fue muy cuestionada por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador que finalmente no estará presente para solidarizarse con los países excluidos. La decisión del presidente azteca estructuró las críticas de los demás países contra la decisión de Biden, pero la misión de plantear los cuestionamientos correrá por cuenta de Fernández, que deberá hacer equilibrio entre esas quejas políticas y la relación bilateral con la Casa Blanca.
"Juan Gabriel Tokatlian: "La Cumbre de la Américas organizada por los Estados Unidos carece de foco"
La existencia de ese camino tan finito quedó plasmado antes de la salida a Los Ángeles. Durante toda la semana pasada, las fuentes diplomáticas argentinas anticiparon que el Presidente protestaría por las ausencias, pero antes de subirse al avión deslizó que en vez de hacerlo planteará un nuevo sistema para integrar la cumbre.
Carga sobre sus espaldas con la promesa que le hizo a los mandatarios de la CELAC de llevar los reclamos a Los Ángeles y, al mismo tiempo, estar atento al interés de Estados Unidos de profundizar la importancia de las observaciones electorales de la Organización de Estados Americanos (OEA). Será un claro punto de controversia, porque Argentina podría condenar el rol que tuvo el uruguayo Luis Almagro cuando encabezó la misión de observación electoral en Bolivia previa al derrocamiento del entonces presidente Evo Morales. Fue reemplazado de facto por Jeannine Añez, que ahora está presa a la espera de una condena por atentar contra el orden constitucional.
CB PAR