El analista internacional, Claudio Ingerflom, aseveró que "Putin es la expresión de una tradición rusa muy fuerte", al cumplirse un año de la guerra en Ucrania. La supuesta amistad entre Rusia y China y el trasfondo histórico de las tradiciones rusas y el imperialismo presente, en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
¿Qué lectura hace del primer año de esta guerra que tiende a reordenar al mundo de una forma diferente?
La primera consideración se relaciona a que es algo muy trágico. Segundo, el objetivo de la invasión, que ya viene desde 2014, cuando Rusia ocupa Crimea y organiza la guerra civil en las provincias del este de Ucrania, que habían sido rusificadas previamente.
Es conseguir lo que Estados Unidos fue durante muchas décadas: ser el líder del mundo, que la hegemonía le pertenezca a Rusia y pueda exportar los valores con los cuales se rige el régimen ruso.
Rusia quedó por decisión del mundo apartada. Desde lo económico tiene complicaciones debido a no poner punto final a la guerra, y sus intenciones están lejos de cumplirse, más allá de la expectativa que puede generar su alianza con China. ¿Ve un túnel de salida de este conflicto o estamos lejos de eso?
Los historiadores no tenemos la bola de cristal sobre el futuro, abro el paraguas porque siempre hablar de posibilidades es arriesgado. Puede pasar cualquier cosa que lleve a Vladimir Putin a sentarse en la mesa de la paz.
Soy muy escéptico sobre la alianza entre Rusia y China, porque la primera declaró varias veces que lo que importa de aquí en adelante no es la diplomacia, sino que su política exterior está orientada hacia el este, reforzar Siberia y construirla como un gran centro político y económico.
Del otro lado de Siberia están los chinos, que no pueden mirar con buenos ojos a que un gigante crezca al lado de ellos, por lo que ahí hay una posibilidad de un futuro conflicto. Hasta el momento, China habló mucho de la amistad con Rusia, pero no dio ningún paso concreto para ayudar a lo que, por ejemplo, hace Irán que le brinda los drones.
Me preocuparía mucho más la política norteamericana porque Estados Unidos tendría que moderar todo los posible sus políticas con China y no lo hará por ocasiones como las que hizo Nancy Pelosi de ir a Taiwán en este momento contra la voluntad de Joe Biden.
En cuanto al aislamiento de Rusia, hay 143 países en contra. El problema atrás de los siete que están a favor es otro y es que hay continentes, como América Latina, que no se pronuncian de forma comprometida porque tiene una experiencia negativa con respecto al poder de Occidente.
Hoy estamos frente una situación bastante clara. Si creemos realmente la derrota de la aventura militar de Putin en Ucrania necesitamos que Occidente cambie su política hacia lo que se llama el sur global. Hay una víctima que es Ucrania y un invasor que es Rusia.
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Jorge Elías (JE): Kiev es la madre de todas las ciudades rusas, ¿cómo juega aquí el celo nacionalista y religioso de parte de Rusia?
El nacionalismo ruso, desde que aparece en su forma moderna en el siglo XIX, negó la existencia de una cultura e identidad local ucraniana. No es el Imperio Ruso, es el Imperio de todas las Rusias. Está la Rusia Blanca, que es BIelorrusia y de la pequeña Rusia, que es Ucrania.
Esto es un viejo sueño imperial y que el proyecto del siglo XVII era una unión de pares contra Polonia, que estaba ocupando una parte del actual territorio ucraniano.
La Iglesia ucraniana es diferente en muchos aspectos de la Iglesia rusa, no solamente institucionalmente, sino que además Ucrania desde lo religioso fue el puente por el cual entraban las ideas occidentales en el espacio eslavo-oriental, es decir, lo que hoy es Ucrania, Bielorrusia y Rusia.
Es algo que dio lugar a ramas de la ortodoxia que conciliaban contra la autoridad de Roma, cuestión que la Iglesia oficial rusa resiste porque en la tradición el Papa es el anticristo.
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JE: Es decir, que la guerra excede a Putin y Volodimir Zelenski.
Exacto. Putin es la tradición de una expresión rusa muy fuerte de una de las tradiciones, porque tampoco tenemos que reducir Rusia a la única tradición imperialista o colonialista. Dentro del país hubo fuertes corrientes que lucharon contra eso.
Vladimir Putin considera que Lenin traicionó las tradiciones rusas. Él, además, es la expresión de toda una elite militar, económica, social y cultural rusa que se piensa como un imperio. Hay una autoconciencia imperial que impide pensar en otros términos.
BL JL