El 6 de enero de 2021 una horda de fanáticos de Donald Trump irrumpió en el Capitolio para impedir la sesión legislativa que certificaría la derrota electoral de su líder a manos de Joe Biden. Fue la gota que colmó el vaso de los entonces responsables de Twitter, que dos días después decidieron cerrar la cuenta oficial del republicano, usada para elogiar y enardecer a aquellos manifestantes durante las horas previas.
Trump se quedaba así sin su principal medio de difusión, donde había superado los 88 millones de seguidores gracias a una combinación de la influencia que venía con el cargo y a una escritura directa e impiadosa, de sarcasmo bien administrado.
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Decidido a recuperar ese poder, ahora impulsa Truth Social, la red que “promueve una conversación abierta, libre, honesta y global sin discriminar ideologías políticas”, por ahora sólo disponible en Estados Unidos. Su primer posteo fue el viernes 29. “I´M BACK!”, anunció con su estilo sucinto y lleno de mayúsculas, sobre una foto que lo mostraba con los dedos sobre el teléfono en su residencia de Mar-a-Lago.
Truth Social propone una interfaz simple, con un scrolleo tradicional, opciones de búsqueda, notificaciones y mensajes directos. En vez de tuits, hay truths, y en vez de retuits, retruths. Los analistas no le auguraron un buen futuro, pero la semana pasada se situó como lo más descargado en la tienda de Apple, por encima del propio Twitter y TikTok. Aunque la plataforma mantiene el hermetismo sobre sus métricas, Trump tiene dos millones de seguidores, una cantidad que se presume muy cercana al total (Twitter suma unos 300 millones).
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Después de pasar semanas en una lista de espera, el periodista de Forbes John Brandon, especializado en redes, logró abrirse una cuenta. Aunque reconoce la existencia de “una marea de usuarios que quieren compartir sus opiniones sin tener que lidiar con un filtro de contenido sesgado”, sus primeras impresiones no fueron buenas. Truth Social lucía como un “pueblo fantasma” lleno de bots, fakes y “teóricos de la conspiración chiflados”. Eran, básicamente, seguidores de Trump posteando sobre Trump. “No parece de gran ayuda compartir tus opiniones con personas que están de acuerdo con todo lo que decís”, concluyó. Más que una plataforma de debate abierto, por ahora sólo asoma como la última apuesta de un hombre que sigue sediento de poder.
CB PAR