Tras una suspensión de tres años por la pandemia, la Bienal de Venecia vuelve este año a realizarse. La novedad, es que dentro de las obras que se presentarán, menos de un 10 por ciento pertenecen a artistas varones.
Justamente, la curadora de la muestra, la italiana Cecilia Alemani, consideró que esta era una reparación necesaria, porque durante toda la historia de la Bienal, la proporción fue la contraria, un 10% obras realizadas por mujeres. También, en esta edición 59, Alemania declaró que quiere oponerse al “ideal universal del hombre blanco, centro inmutable del universo y medida para todas las cosas”, según declaró al diario El País, de España.
El contenido de la exposición ya estaba cerrado cuando estalló la guerra en Europa, pero se improvisó una muestra al aire libre llamada Plaza Ucrania, realizada por los curadores del pabellón de Ucrania que tuvieron que abandonar el proyecto al estallar la guerra.
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El nombre de la edición de este año será Leche de los sueños, inspirado en un cuento de Leonora Carrington. Alemania compara el clima surrealista de la época en que Carrington vivió, con idéntico crecimiento de los autoritarismos. El inconsciente es hoy también una forma de evasión de la asfixiante realidad.
La artista argentina Mónica Heller será la representante del país ante la Bienal. Su proyecto se llama “El origen de la substancia importada importará la importancia del origen”, se trata de 15 piezas realizadas como video instalaciones con animación 3D, un tipo de obra muy distinta de la que suele enviarse a la Bienal habitualmente y que surgió de un concurso abierto de la Cancillería argentina.
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En la muestra principal participará también el artista tucumano Gabriel Chaile, que trabaja obras en barro, con sentido antropológico en conexión con las culturas originarias del norte. Su obra más conocida son hornos gigantes de barro Chaile.
Su trabajo se nutre de imágenes ancestrales, se concentra en la búsqueda de sus raíces y conecta con la cultura popular, con comunidades marginales y con élites globales, que son las que hoy compran ese trabajo. Su obra más conocida son inmensas figuras y hornos de adobe, que causaron un gran impacto en la curadora de la Bienal.
JL PAR