Con la disolución definitiva de la Kneset (Parlamento), certificada este fin de semana, se confirmó que Israel celebrará sus quintas elecciones desde 2019. La nueva convocatoria electoral, que podría suponer el retorno de Beniamin Netanyahu al frente del gobierno israelí, se fijó para el 1 de noviembre.
Hasta entonces, Yair Lapid, periodista y popular presentador televisivo que fundó el partido de centro Yesh Atid en el 2012, asume el cargo provisional de primer ministro. Su socio Naftali Bennett, exhausto por la presión, anunció su retirada de la vida política.
Las lecciones que se llevó Larreta en su viaje a Israel
Los leales a Bibi Netanyahu le hicieron la vida imposible a Bennett, ex líder de los colonos que logró conformar una coalición inédita con un partido árabe, Ra’am.
Bennett afrontó dos deserciones en las filas de su partido, Yamina, y la imposibilidad de renovar una ley para aplicar la legislación civil del país sobre los asentamientos israelíes. Eso precipitó la ruptura del Gobierno.
Por su corta vida, de apenas 14 meses, la oposición considera que fue el peor gobierno de la historia junto al del laborista Ehud Barak previo a la segunda intifada, que se extendió desde 1999 hasta 2001.
En el horizonte tiene una visita de Joe Biden este mes, liderar la campaña militar contra Irán y las organizaciones a las que da apoyo en Medio Oriente.
La última semana, Israel pidió luz verde a la Casa Blanca para proveer de material de defensa militar puntero a Arabia Saudí, próximo candidato a sumarse a los acuerdos de Abraham, firmados con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos.
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