El dato de la inflación porteña de abril llegó al 7,8% y trajo un preocupante segundo número: el rubro alimentos y bebidas, el de mayor impacto en términos sociales, alcanzó el 10,4%.
La medición del mes no tuvo ningún componente estacional: las subas fueron generalizadas, con picos en tarifas, restaurantes y hoteles, y vestimenta.
Abril es el mes para el que tiempo atrás el ministro de Economía Sergio Massa prometió un índice inflacionario que empiece con 3. Lo cierto es que en algunos despachos oficiales ya reconocen que el IPC, que el INDEC publicará el próximo viernes, podría estar más cerca del 8 que del 7.
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Los consultores esperan que la corrida cambiaria del final de abril, con subas en todas las variantes del dólar e incluso una mayor aceleración de la devaluación del tipo de cambio oficial. Ese traslado del dólar a los precios, estiman, llegará en su plenitud con el índice de mayo.
Para los alimentos, cuyos aumentos parecen consolidarse peligrosamente por encima de la inflación general, el Gobierno planea más de lo mismo: una nueva etapa de Precios Justos. La corrida del dólar obligó a modificar el sendero de aumentos que venía negociando la secretaría de Comercio con supermercadistas y empresas de consumo masivo. Del 3,2% mensual con el que se esperaba frenar la inercia inflacionaria, se negoció un salto al 5 por ciento.
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También se espera que esta nueva etapa de Precios Justos incorpore a los supermercados chinos y a comercios de cercanía. En el Gobierno les adjudican parte de la culpa del último salto de los precios, ya que alegan que es más difícil controlarlos que en el caso de las grandes cadenas.
La nueva etapa tendrá una duración de 90 días, con el claro objetivo de llegar a las PASO con algo de contención sobre los precios de la canasta básica.
FM JL