En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), los consultores Facundo Nejamkis y Gustavo Córdoba analizaron los resultados de las elecciones legislativas y afirmaron que el triunfo de La Libertad Avanza (LLA) es una "prorroga de la esperanza" de los votantes de Javier Milei.
Facundo Nejamkis es politólogo, consultor y analista. Es el director de Opina Argentina, consultora la cual realiza análisis y encuestas de opinión pública. Gustavo Córdoba es analista y consultor político. Es director de la consultora de opinión pública Zuban Córdoba.
¿Qué pasó ayer?
Facundo Nejamkis: El cisne negro. Tampoco es imposible pensar que el Gobierno pudiera obtener este resultado, pero estaba en el tope de las expectativas positivas en relación con lo que podía tener. La hipótesis que manejábamos era que la relación entre el oficialismo y la oposición, con el peronismo como principal fuerza opositora, se movía en un rango entre 30 y 40 puntos. Y más por intuición que por evidencia científica, todos suponíamos que iba a estar más cerca de 35 y una situación de paridad, que el Gobierno en el tope, que es 40 puntos, y el kirchnerismo o el peronismo en el piso, que es 30 puntos. Y además, con el hecho tan significativo de haber ganado la provincia de Buenos Aires un mes después, no seis, de que el peronismo le ganara una elección de carácter local por 13 puntos.
Estamos ante una forma muy novedosa de presentación de la política y de cómo los votantes se relacionan con la política. Y eso muchas veces hace que sea difícil detectar los fenómenos de estas características de manera temprana como para que la sociedad pueda anticiparnos. Entonces, nos va pasando elección tras elección que cada elección es una novedad, como que el peronismo ganó por 13 puntos la Provincia. Ahora, el peronismo perdió por un punto la provincia de Buenos Aires.
Además, con la paradoja que, por ejemplo, en términos de porcentaje, esta elección del peronismo es la mejor desde el año 2005 en una elección de medio término. Nunca sacó arriba de 40 puntos. En el 2021 sacó 38, en el 2017 sacó 37; en el 2013 sacó 32; en el 2009 sacó 30. El peronismo hizo una gran elección y, así y todo, perdió con un presidente que, apoyado en factores externos e internos, logró activar y movilizar a sus votantes a pesar de que todavía los resultados de su gobierno no aparecen en la dimensión que uno supone debería estar como para que la gente lo acompañe.
¿Encontrás alguna reminiscencia con lo que sucedió en el año 2017, cuando Mauricio Macri ganó por 41 puntos, la misma cantidad que hoy? Al mismo tiempo, le ganó en la provincia de Buenos Aires al peronismo con Cristina Kirchner como candidata, con un desconocido en aquel momento.
FN: Los políticos no cambian de fórmula, pero sí aprenden. Entonces, el gran aprendizaje que debería hacer el Presidente, entre otros, es que ganar una elección de medio término no te garantiza la reelección dentro de dos años. Me parece que ese es el gran aprendizaje de Mauricio Macri y su experiencia post 2017. Ahora el problema para Milei es que la pelota está en su lado, toda la responsabilidad carga sobre él. Ya tiene prácticamente a la vuelta de la esquina una mayoría parlamentaria para poder sancionar las famosas reformas que supuestamente van a llenar a la Argentina de paz y prosperidad. Entonces, cuando todo eso suceda, si la paz y la prosperidad no aparecen, la sociedad va a dejar de decir que es responsabilidad del gobierno anterior y le va a poner todos sus ojos a la gestión en estos dos años. Le pasó a Macri también. Ahora habrá que esperar qué le sucede a Milei en estos años.
No quiero dejar de señalar un elemento que me parece fundamental para el análisis, que es que hay un factor novedoso en la geopolítica internacional, que es la forma de intervenir, y no lo digo en términos valorativos. A mí no me interesa si eso es bueno o malo, si es imperialista o antiimperialista, lo digo en términos objetivos. La forma de intervenir del gobierno de los Estados Unidos en la dinámica electoral argentina es algo increíblemente novedoso. Porque, ¿cuál hubiera sido el camino a recorrer por cualquier espacio político en la Argentina en la misma situación de Milei si no hubieran aparecido Scott Bessent y Donald Trump? Hubiera terminado la elección del 26 de octubre con el dólar a 2000 y, probablemente, Milei hubiera perdido la elección.
Acá aparece un hecho inédito que es, no Trump pidiendo el voto para Milei, porque (Jair) Bolsonaro también pedía el voto en su momento para otros. Acá lo inédito es la intervención directa y en los mercados de cambio argentinos para sostener el valor del dólar y permitirle al Gobierno hacer campaña electoral. El Gobierno no podía hacer campaña electoral porque estaba atravesado por dos situaciones: una de índole política escandalosa, que era el caso de José Luis Espert, que eso estaba en sus manos resolverlo, y otra era la presión sobre el mercado cambiario. Eso no lo podemos dejar de ver como un hecho de la elección, porque si no, hacemos una simplificación del análisis que creo que no amerita.
Jaime Duran Barba dijo en este programa hace que Argentina era el segundo país más antinorteamericano del mundo después de Francia, y que un apoyo de Trump lo único que iba a lograr era beneficiar a la oposición y perjudicar a Milei. Sucedió todo lo contrario, y él escribió una columna para Perfil, minutos atrás, en la que mencionó que estos cambios nos hacen sentir viejos, en el sentido de que lo que se daba normalmente hoy no se da. Jorge Asís tituló una de sus notas "Colonia sí, patria no". ¿Qué pasó con lo que normalmente podía ser un antinorteamericanismo? ¿Las nuevas generaciones tienen una visión de Estados Unidos aspiracional que no tenían las generaciones anteriores?
Gustavo Córdoba: En parte, pero no podemos tampoco dejar de ver que estas nuevas generaciones de votantes son un tanto más pragmáticas que las viejas generaciones. Y hay una diferencia muy grande allí.
También me pregunto cuánto margen de tiempo le estará otorgando la sociedad argentina a Milei después de este tercer respaldo electoral consecutivo. Porque ahí está la clave. El Gobierno hace muy bien en festejar, porque evidentemente ni en los planes de ellos estaba una victoria como la que se dio en el día de ayer, sobre todo por la extensión territorial, básicamente creo que a expensas de Provincias Unidas, que anoche terminó ese experimento político. El corrimiento de votos allí fue fenomenal.
Del lado del peronismo podemos decir que presentó una identidad nacional, hasta ahí, desagregada en algunas provincias y sin coordinación nacional. No hubo una estrategia, y en La Libertad Avaza (LLA), sí hubo una estrategia nacional en los 24 distritos, y eso se notó. El mejor ejemplo para graficar al peronismo fue la elección fueguina de Tierra del Fuego, donde allí el peronismo fue en dos identidades. De haber ido juntas, hubieran ganado los dos senadores y los dos diputados en juego porque sacaban más de 50 puntos. Sin embargo, fueron derrotados porque fueron divididos. Eso es una muestra de lo que es el peronismo hoy.
Pasada la alegría del triunfo, creo que está claro que no hubo un voto premio. Para mí, al menos, sí hubo un voto prórroga de la esperanza de los votantes de Milei que le están dando un margen adicional de tiempo al Gobierno. ¿Qué hubiera pasado con el Gobierno de Milei sin la novedosa intervención norteamericana? Por supuesto, es una pregunta retórica y cada uno puede imaginarse una respuesta. Pero indudablemente teníamos un escenario en que una parte de la sociedad argentina, frente al vértigo de reeditar un 2001, más el antiperonismo, hizo un trabajo fenomenal. Hubo mucha gente que decidió votar al Gobierno, pero que antes tenía decidido votar a Provincias Unidas. Hemos visto corrimientos de siete u ocho puntos en cada provincia.
Dijiste que "se terminó el experimento de Provincias Unidas”. ¿Qué pasó en Córdoba? Schiaretti, con 80% de popularidad y de aprobación, sacó una tercera parte de esos votos.
GC: Primero, hay que entender que el voto del peronismo en Córdoba, que es un anclaje antikirchnerista y antiperonista muy importante, no es un chicle que se pueda estirar. Si Pablo Carro saca 5 o 6 puntos, y Natalia de la Sota saca 9 o 10 puntos, Schiaretti no tenía tanto margen de irse muy por arriba. Martín Llaryora ganó la elección provincial con 44 puntos, y creo que ahí está el techo hoy de ese espacio, con Carro y Natalia de la Sota adentro. Lo vimos con claridad en el resultado final.
¿Significa algo para Juez?
GC: Juez tiene la vía libre. Es la primera vez que Juez tiene un horizonte muy favorable, con un contexto nacional favorable. Pero el 2027 está muy lejos. Esto no es determinista, pero en las cinco anteriores elecciones intermedias, quienes las ganaron no pudieron ganar las presidenciales. Y a nivel elecciones intermedias en Córdoba, tampoco. Entonces, atento a lo que se votó ayer, fue un plebiscito de la economía argentina, en la cual muchos votantes argentinos decidieron darle una prórroga adicional al gobierno Milei.
¿Se podría decir que incluso los que votaron en contra de Milei, o no fueron a votar, respiraron con que Milei ganase porque, en el fondo, no hay crisis económica? Entonces, independientemente del voto prórroga, lo que hay es una intención de que la economía no se desestabilice, que le generó tranquilidad incluso al opositor.
FN: Sí, es posible una apuesta por la estabilidad. Es el voto de la gente que dice que no quiere perder lo que se logró hasta ahora. Y a veces uno, desde un lugar más frío, se pregunta qué fue lo que logramos. Evidentemente, es la búsqueda de una estabilidad en términos de un funcionamiento más normal de la economía. La Argentina desde 2011, cuando se instauró el cepo, tiene un funcionamiento de la economía que es anómalo en relación al resto de los países. De la región ni hablar, pero de Europa y de los Estados Unidos. Es una economía que funciona con unas intervenciones del Estado que no se dan en la mayoría de las economías capitalistas y, además, en crisis.
Desde el 2010 o 2011, la economía está en crisis. Tiene momentos. En 2010, de repente, se recuperaron los ahorros de las AFJP, entonces eso permitió crecer entre el 2010 y el 2011, pero después volvió a caer. 2017, en la época de Macri, fue un año bueno, por eso ganó la elección. Hubo un "plan platita" también ahí metido en el medio, pero de repente la crisis volvió. Y ahora, hubo alguna situación de crecimiento incipiente después de la caída del primer año de Milei, pero también se truncó.
Es decir, es una sociedad que está exhausta. En general, aún las crisis más profundas de la Argentina -como la del año 89, de Raúl Alfonsín o la del año 2001 de la crisis de convertibilidad—, en un momento estallaba la crisis y después aparecía el arreglo institucional y económico para salir. Primero fue la convertibilidad y después fue el dual del kirchnerismo, por decirlo de alguna manera. Esta crisis parece una solución de continuidad que lleva ya 15 años y que no la resuelven ni los gobiernos populistas, pero tampoco lo logran resolver los gobiernos con una orientación liberal. Hay un deseo de la gente. La gente lo que quiere es estabilidad siempre, porque eso es como la condición necesaria para todo lo demás. Y es posible que una parte de la sociedad apueste a eso.
Igual, yo nunca soslayaría lo que le pasa al 60% que no votó. En el clima de exitismo de la política, siempre se hace la lectura sobre el ganador. Más cuando el Gobierno venía corriendo de atrás esta elección, y entonces aparece eso como el hecho sorpresivo. Pero hay que anotar ese 60% porque con Milei como centro de gravedad de la política argentina, la sociedad se va a organizar en Milei y anti-Milei.
Entonces, si Milei no hace un gobierno extraordinario de acá a dos años, lo más probable es que haya políticos u organizaciones políticas o liderazgos preocupados por organizar el campo anti-Milei. Y ese es un campo grande.
Y agregarle a ese campo no solamente el 60%, sino el 33% que no votó, que no tiene representación.
FN: El apático, que evidentemente, por alguna razón se siente decepcionado.
El peronismo finalmente sacó una razonable elección cuando uno suma el total a nivel país, pero pareciera estar en una crisis de carecer de un liderazgo claro. ¿Qué pasa con el peronismo? Y si en esa alianza anti-Milei el peronismo puede ser el primer intérprete ahora que Provincias Unidas capotó, ¿quién lo representará?
GC: Para mí, el dilema que tiene el peronismo es que, si hubo un mensaje muy potente para el Gobierno en cuanto a la prórroga de tiempo, creo que el mensaje para el peronismo es doblemente potente, porque una parte de la sociedad argentina viró a buscar una alternativa en esta elección y no la encontró de ninguna manera. Quizás el peronismo piensa que es atractivo para la sociedad argentina la discusión interna que le están haciendo, con estos dilemas de egos y de posiciones políticas internas. Y de verdad me parece que es un camino equivocado. La falta de coordinación y de estrategia hablan a las claras de que el peronismo está en un punto realmente crítico. O el peronismo se moderniza y le ofrece una mirada distinta a la sociedad argentina, o queda ahí.
El peronismo no emitió ningún mensaje apaciguador después de la elección bonaerense. Es decir, sabemos de antemano que el miedo es una de las emociones más efectivas a la hora de las campañas negativas. La alarma que se encendió en la provincia de Buenos Aires fue muy bien trabajada por el Gobierno y creo que el peronismo nunca entendió eso. Si te están haciendo campaña de miedo de que estás volviendo, tenés que mandar mensajes apaciguadores. Nadie tomó nota de eso, nadie dijo nada. Al contrario, exacerbaron algunas diferencias internas, y creo que ahí está la gran clave.
Hay una mirada demasiado AMBA-céntrica del peronismo nacional. Está a la vista que en algunas provincias el peronismo sigue vivo, pero si van en esta línea, es muy poco probable que sea alternativa de poder. Tienen el piso mínimo como para seguir subsistiendo y han hecho una elección buena, con 35 puntos, pero no les sobra absolutamente nada. Pensando en un sistema de doble vuelta, hoy tanto el Gobierno como la principal fuerza opositora son la polarización, pero no tienen ninguna garantía de triunfo en primera vuelta.

FN: El peronismo está atravesando la peor crisis de su historia porque es la crisis de su fracaso. El peronismo nunca había fracasado. El peronismo es la historia de sus tres liderazgos: (Juan Domingo) Perón, (Carlos) Menem y los Kirchner. O Perón, Menem, (Néstor) Kirchner y Cristina (Kirchner) como etapa superior del kirchnerismo. Y esas fases siempre, por lo menos para sus votantes, estuvieron signadas por el éxito: períodos largos de gobierno, reelecciones, reformas constitucionales para lograr esas reelecciones y un fuerte apoyo popular. En el caso del kirchnerismo, además, estuvieron 12 años en el poder y después tuvieron la vuelta posterior.
El peronismo es el partido del “roban pero hacen” y “tolero la corrupción, pero es el gobierno”. Es el partido que sabe, cuando llega al poder, dónde está la botonera, cómo se hacen las cosas. Tiene cien cuadros para cada puesto que hay que cubrir en el Estado. Pero el gobierno de Alberto Fernández ofició como el cisne negro de esos acontecimientos. No hubo liderazgo porque nunca existió el albertismo. Ese gobierno quedó inscripto en la memoria de los argentinos como uno de los peores gobiernos de la historia argentina, por lo menos del retorno a la democracia. Probablemente la pandemia tenga que ver en esas sensaciones, y a partir de ahí, el peronismo queda sin proyecto.
Además, con un liderazgo en crisis como el de Cristina, cuya crisis se refuerza porque está presa y ya no puede ser más candidata. O sea, pierde el principio ordenador de todo liderazgo dentro del peronismo: los votos. Cristina ya no tiene más los votos porque no puede ser candidata a nada. Entonces, es un partido que está hoy a la deriva, con una agrupación de liderazgos provinciales, algunos de los cuales quieren ir corriendo, no saben si ir hoy o mañana a la Casa Rosada a ver cómo se entregan a Milei, porque esto es lo que vamos a ver. Siempre con la posibilidad de volver para el otro lado si hay un proyecto peronista atractivo, pero supuestamente pertenecen a un partido que tiene su visión, una intervención del Estado muy clara, y se asocian con el gobierno más liberal y libertario del mundo.
Es un partido político que está atravesando una crisis total y que, además, no puede salir del proyecto que significó el kirchnerismo y ofrecerle algo nuevo a la sociedad, a tono con el clima de época. Como, por ejemplo, un cuidado y una mirada sobre los recursos públicos distinta de lo que ha sido el peronismo en la última etapa de los Kirchner, que tiene que ver con dos aspectos. El primero es el tema de la transparencia, que es importante. Si vos quedás inscripto en la historia como un partido político muy asociado a la corrupción, tenés que hacer una revisión de eso. Pero el otro no solo tiene que ver con la corrupción, sino con en qué invertís la plata. Hay plata infinita, todo se puede hacer desde el Estado, todas las demandas sociales se pueden atender desde el Estado.
Creo que lo que le termina faltando al peronismo es una instancia de competencia en donde se defina quién va a ser o quién va a ejercer ese liderazgo y hacia dónde va a llevar el partido, porque siempre fue así. Perón emergió como un líder tipo Milei. Fue un líder algo disruptivo, de afuera, un outsider, aunque desde el Estado, pero outsider de la política tradicional. Menem le ganó a (Antonio) Cafiero y Kirchner le ganó a Menem porque Menem se bajó y no quiso competir con él. La pregunta es cómo va a emerger el nuevo liderazgo del peronismo.
La segunda pregunta es si está el peronismo capacitado para sostener la unidad. Todos quieren lo mismo. El kirchnerismo duro quiere lo mismo que Kicillof y Kicillof quiere lo mismo que los liderazgos provinciales. Yo creo que ahí hay un embrollo que muchas veces, y el liderazgo del oficialismo lo tapa. Si le va bien, nadie mira ahí, y si le va mal, todos tienden a subestimar esos conflictos porque siempre se empieza a buscar quién puede ser el potencial reemplazante. Pero yo creo que esa discusión va a estar, y la detención de Cristina la acelera definitivamente.
GC: Hay un principio ordenador en el peronismo que es: el que triunfa tiene un poquito más de chance que el otro. Y yo miraría a (Sergio) Uñac, que es una figura importante, miraría hacia Tucumán también, que tuvo un triunfo importantísimo. En las provincias de siempre, Santiago del Estero, Formosa, dieron triunfos también inobjetables. En Chubut, Juan Pablo Luque, el exintendente de Comodoro que perdió la elección de gobernador con Nacho Torres, emerge también como un triunfador y con buen perfil. Así que comparto lo que dice Facundo, pero creo que el peronismo tiene que, indudablemente, empezar a mirar de otra manera a la clase media. Tiene que tratar de mandarle otro tipo de mensajes.
¿Cómo explicas esa diferencia arrolladora de Santiago del Estero?
GC: Lo de siempre. El gobernador Gerardo Zamora tiene un manejo y un conocimiento, y evidentemente le premian la gestión. Uno puede decir un montón de cosas desde la distancia y desde el desconocimiento, incluso desde el prejuicio. Pero si uno va a Santiago del Estero, lo que puede ver es una provincia que ha cambiado y se ha transformado con un liderazgo muy fuerte. Además, es una provincia que culturalmente está acostumbrada a ese tipo de liderazgos. Eso quizás es lo que desde Capital no se ve bien, que es la idiosincrasia de cada una de las provincias. Santiago del Estero tiene el gobierno que construyó a lo largo de todo este tiempo.
También tiene esa particularidad que cruza radicalismo y peronismo. No sé si de ahí puede salir algo parecido a esa alianza del 60% que no vota.
GC: Es como que, para ser radical, es muy peronista, y para ser peronista, es muy radical.
¿Qué encuentran de parecido en el anunció de Lula de que se presentará a la reelección? ¿Ustedes creen que eso a Cristina le suena como una posibilidad futura?
No, porque Cristina no tiene chances en términos jurídicos, lo que sí tiene Lula. Creo que hay una diferencia muy grande entre el liderazgo de Lula y el liderazgo de Cristina. El liderazgo de Lula nunca alteró el formato de producción de riqueza de la economía brasileña y la forma en que el Estado interviene en la economía brasileña a través de distintas regulaciones, caso las políticas de inflation target del Banco Central de Brasil.
Es decir, si bien es cierto que su gobierno era más distribucionista que un gobierno de otro color político, como puede haber sido el de Bolsonaro, la realidad es que se ha caracterizado por no alterar las principales reglas de juego que permiten la estabilidad de la economía brasileña, y en las reservas del Banco Central de Brasil se ve eso con mucha claridad.
En segundo lugar, es un líder mucho más plástico que Cristina. Si Cristina lo va a abrazar a (Mauricio) Macri, Macri no se quiere abrazar con Cristina. En cambio, Lula se abrazó con Fernando Henrique Cardoso. Está bien, uno puede decir que la política es distinta. Es posible, pero Lula también es distinto que Cristina. Entonces, esa diferencia le permite construir un marco de alianza que le permitió articular una coalición para enfrentar a Bolsonaro, cosa que Cristina nunca podría ser la protagonista.
La fortaleza del 40% de Milei, que lo pone a 5 puntos de ganar una elección en primera vuelta en 2027, tiene que ver también con que ese 60% que votó en contra. En las encuestas, cuando le preguntás si está de acuerdo con la gestión de Milei, ese 60% dice que no. Pero gana, porque ese 60% no lo articula nadie. Mientras exista el kirchnerismo con un 30 de ese 60, para todos los demás es imposible dialogar con ese espacio político en la forma que hoy tiene ese espacio político. Yo no digo que sea imposible establecer un diálogo con el peronismo, pero digo que, en la forma que hoy tiene de dialogar, es muy difícil.
Entonces, creo que la comparación Lula-Cristina no admite paralelismos, sin desmerecer por eso que Cristina fue dos veces presidenta, que su liderazgo tiene una vigencia impresionante y que armó, además, una tercera presidencia, la de Alberto Fernández. Sin quitarle mérito, creo que es un liderazgo de otro tipo, de otras características, y no le veo capacidad en este momento de retorno, de reorganización ni de poder construir una nueva mayoría kirchnerista. El kirchnerismo tiene que poder entender que, si sigue como está, es el obstáculo para la formación de una coalición antimileísta, porque ocupa un lugar muy importante, pero al mismo tiempo nadie se quiere juntar con ellos.
GC: Lula está acostumbrado desde el inicio a manejarse con un sistema de partidos roto en Brasil, totalmente fragmentado, y tiene esa plasticidad de hacer acuerdos. Mientras que, si vemos el rol de Cristina, recién ahora con un sistema de partidos totalmente roto y fragmentado, y con estos déficits de ausencia de plasticidad que tiene el peronismo, sobre la cual tiene que trabajar urgentemente.
¿Hay algo en la recreación de esa alianza antimileísta del 60% que la historia nos diga? ¿Nos lo dice algo la alianza que hubo en los años 90 en la Argentina con un desprendimiento del peronismo no menemista de la alianza con el panradicalismo? ¿O no hay posibilidad de encontrar en el pasado ninguna idea hacia el futuro?
GC: Creo que el centrismo tiene un desafío muy grande. Es dador de gobernabilidad, más no genera ese amor electoral porque genera distancia. Lo hemos visto en esta elección: la polarización absoluta, incluso en la provincia de Buenos Aires, ha dejado afuera a todos los intentos de ocupar algo por el centro, lo cual no significa que no sea necesario.
Miremos lo de Provincias Unidas como experiencia centrista. Se pegaron tanto a la gobernabilidad de Milei que sus votantes, en el momento de la decisión electoral de ayer, cuando vieron que sus gobernadores y sus principales figuras empezaron a mostrarse como opositores al Gobierno, no los acompañaron y se quedaron apoyando al Gobierno.
Hay un error de lectura: o sos o sos oficialista. Creo que el mensaje del electorado es muy claro. Cuando vos no tenés nitidez y solamente trabajás para ver cómo te defendés del gobierno nacional, el error se paga y se paga caro. Provincias Unidas tiene muy poquito incentivo para seguir adelante. No la veo como una fuerza política que permanezca. Habrá que ver si los marcos de alianza que establece el Gobierno a partir de este resultado electoral. Creo que lo van a dejar a un lado a Macri, y de una manera bastante importante van a construirse sobre la base de las relaciones con los gobernadores, sobre todo con los que no estaban en Provincias Unidas. Y ahora se abre el mercado electoral. Todos los gobernadores están sacando número a ver quién los atiende en la Casa Rosada.
¿Cómo ves esa articulación del 60% que no votó por Milei?
FN: Depende de Milei. En el menemismo se articuló la alianza y, al mismo tiempo, en el kirchnerismo se terminó constituyendo Juntos por el Cambio. Pero cuando primero se desplegaron esos gobiernos que generan ese “anti” del otro lado, como el menemismo, la convertibilidad, los años maravillosos, el término de consumo, la fiesta de consumo y demás. Después empezó el proceso de descomposición y ahí aparece la articulación. Casi que es la demanda de la sociedad la que termina constituyendo la oferta, y no la oferta la que constituye la demanda. Algo parecido o similar sucedió con el kirchnerismo y con Juntos por el Cambio en su momento, que fue que (Elisa) Carrió fuese de la mano con Macri. Ella mismo hizo hacer borrón y cuenta nueva, porque la prioridad era armar una coalición para ganarle al kirchnerismo. Yo creo que todavía el gobierno de Milei no llegó a ese punto de desarrollo.
Entonces, este tipo de gobierno puede seguir dos caminos. O le pasa lo que le pasó a Macri, y muere antes de nacer como proceso político. Si solo durás un gobierno, sos una experiencia casi fallida, no dejás una marca y no es necesario armar nada del otro lado, se arma solo. Por el otro lado, supongamos que el gobierno de Milei continúa con esta estrategia y le permite a la Argentina una reducción muy drástica del riesgo país, resuelve con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos el problema del pago de la deuda y la falta de dólares, empiezan a aparecer inversiones y la economía empieza a funcionar, aun en condiciones de desigualdad, aun con servicios del Estado prestados con muy baja calidad o no prestados, y eso le permite a Milei reelegir en el 2027 y arma un proceso largo. Entonces, la sociedad va a perfilar las condiciones y las características que tiene ese escenario.
Ahora, fíjate las experiencias del 1997 con la Alianza y la de 2015 con Juntos por el Cambio. Lo primero, fue la alianza de un partido tradicional, fuerte, robusto, acompañado por un partido que era disruptivo en ese momento, que ya respondía a las nuevas formas de la política. Pero quien terminó liderando la coalición fue Fernando de la Rúa, un político tradicional. En 2015, Juntos por el Cambio, con los partidos tradicionales a la cola surgió un liderazgo medianamente disruptivo como el de Macri. Digo medianamente disruptivo porque hizo un camino en la política Macri, hay que reconocérselo. Arrancó en Boca, después hizo la Ciudad y fue diputado, aunque se aburría y no quería ir. Hizo mucho mérito antes de llegar a la Presidencia.
Puede ser que lo que veamos ahora es que ese mundo, que hoy se articula de manera más gelatinosa, termine siendo liderado también por un outsider de otro color político, así como en Colombia, después de una experiencia de derecha, emergió un (Gustavo) Petro. Es decir, no tenemos por qué necesariamente esperar que emerjan por los canales tradicionales. Y esto puede ser desde un (Juan) Grabois, pasando por un líder de centro moderado. No sabemos cuál va a ser la demanda de la sociedad y, sobre todo, qué es lo que va a permitir articular esa mayoría para ganarle eventualmente a Milei, si en algún momento hay condiciones para eso en el corto o mediano plazo.

Tanto en el caso de los 90, con la Alianza sucediendo a Menem, como en el caso de Cambiemos sucediendo a Cristina Kirchner después de un largo período, implica que el gobierno anterior tuvo éxito en algunas cosas. El que viene propone mantener algo. Macri también proponía mantener muchas de las cosas del kirchnerismo. Y la Alianza, lo mismo con la convertibilidad. El nuevo tendría que venir a prometer mantener algunas cosas de Milei, como el superávit fiscal. ¿Les parece así?
GC: Sí, el equilibrio fiscal, la transparencia, el tema de dónde está la plata del Estado y cómo se gasta. Ahora, ¿será que el peronismo está condenado a armar el partido del balotaje y que tiene que cambiar su formato de actuación pública? Porque el apoyo que tiene Milei en el círculo rojo, en gran parte de la prensa, y electoralmente también desplegado en toda la Argentina, es un desafío enorme. Y si el peronismo no entiende los cambios que han ocurrido, va a estar condenado a repetir los errores. Yo veo que todavía no ha hecho una explicación sensata de lo que fue el gobierno de Alberto Fernández, y el recuerdo está muy fresco.
¿Hay un corrimiento progresivo a la derecha de la sociedad? Primero lo tuvimos en 2013 con (Sergio) Massa, después lo tuvimos con Macri en 2015, después en 2023 y 2025 con Milei. ¿Y hay un proceso de latinoamericanización de la Argentina? Argentina siempre estuvo más a la izquierda que el resto de Latinoamérica, y el empobrecimiento de la Argentina nos normalizó con el resto de la región. Hoy el eje se ha corrido hacia la derecha.
FN: Está la aparición de fuerzas que se caracterizan como de derecha orgullosamente, y antes eso en la Argentina no se encontraba. Y eso no solo se reivindica en lo económico, que quizás era lo que más orgullosamente la derecha reivindicaba públicamente, sino también en el orden de los valores. Eso está claro. Es un fenómeno global, no es solo la Argentina. Y hay que dar cuenta de eso, porque configura un escenario distinto y diferente.
Después está el tema de la Argentina y su latinoamericanización. Debés recordar la película "La ciénaga", de Lucrecia Martel. Una familia, que fue rica en algún momento, tiene una quinta y se viene todo abajo. Tienen pileta pero el agua está sucia, las cosas se rompen, y la familia vive ahí como si todavía fuera rica, pero ya no lo es. Yo creo que la Argentina tiene algo de esa metáfora. Si vos lo comparás con otros países de América Latina, el Estado te da una cobertura y te brinda una serie de servicios: todavía tiene “pileta”. Acá tenemos universidad pública; ahí no. Acá tenemos hospitales públicos; ahí no.
Ahora, ¿cómo se van conformando esos hospitales públicos, esa escuela pública, esas universidades públicas, aún con todo el prestigio que mantienen en relación a su pasado y a lo que le está pasando a la sociedad? ¿Quiénes consumen hoy la escuela pública? ¿Quiénes van a la escuela pública hoy? ¿Siguen yendo todos los argentinos como cuando yo era chico? Porque antes vos ibas y yo era el hijo del dentista, estaba el hijo del escribano, estaba el hijo del chofer de colectivo, y convivíamos todos. ¿O se ha convertido en un ámbito de convivencia de la pobreza?
Argentina todo el tiempo se vive batallando en esa lucha entre aquellos que necesitan de la regulación y del apoyo del Estado -que va desde sectores económicos que necesitan protección, como las industrias del conurbano bonaerense, hasta sectores sociales que sin el subsidio del Estado no pueden vivir- y una Argentina que dice: “Che, si yo estuviese en Paraguay, en Uruguay, en Perú, podría producir, pagar menos impuestos, ser muchísimo más rico y generar mucha más riqueza”. Y lo dicen desde un lugar de legitimidad.
Los otros países esto lo han resuelto, quizás porque no pasaron por nuestra experiencia. Cuando vos pasás por la experiencia de haber sido un país más igualitario, con más derechos sociales, donde el Estado te garantiza más cosas, es mucho más difícil desarmar esa matriz. El camino pareciera parecerse mucho más a lo que vos señalás,. Argentina, a pesar de esas luchas y resistencias, va más en un camino hacia una latinoamericanización, a parecerse al resto de los países de América Latina, más que a los países europeos.
GC: No tengo dudas. Con más desigualdad, inclusive. Este es un gobierno que no le presta atención al coeficiente de Gini, sino todo lo contrario. Es como que nunca en política hay 100% de beneficiados: siempre hay alguien que sale perjudicado en relación a las decisiones que se toman desde los gobiernos. Y este es un gobierno que tiene una mirada muy pro mercado, con una ausencia total del gasto social, y que tiene una mirada prácticamente inconclusa sobre lo que es la Argentina real.
No obstante ello, esa visión pragmática del votante ayer le dio un margen más y una oportunidad más allá del tiempo que tenía. Haciendo un análisis retrospectivo, la paciencia de los argentinos no es infinita. Con ningún gobierno lo fue, y cada día más los tiempos de tolerancia se acortan. Tengo poca expectativa, y ojalá me equivoque, de que el Gobierno procese de manera humilde este resultado. Yo creo que van a tomar para el otro costado, porque las palabra "consenso", "conciliación", "conceder", "reconocer" y "que" no están en el bagaje de conceptos que maneja el Gobierno.
Yo miro mucho la política argentina con el espejo de Brasil. En este momento se está discutiendo allí que la jornada tenga 40 horas semanales y no 44, y que no se pueda trabajar seis por uno, sino cinco por dos. Es decir, la Argentina tiene un igualitarismo que no tiene ningún otro país latinoamericano, y creo que la lucha es entre ese pasado que fuimos y este presente que somos.
TV/ff