Apesadumbrado, el primer ministro británico Boris Johnson ofreció ayer unas sinceras disculpas por haber asistido a una fiesta de cumpleaños mientras incumplía las normas de confinamiento contra el coronavirus. En su momento, Johnson insistió en que no quebró ninguna regla ni engañó al Parlamento. Menos aún aceptó los pedidos de renuncia por parte de varios funcionarios ingleses.
El argumento de Boris Johnson, en su primera comparecencia por este motivo en la Cámara de los Comunes, fue que no se le ocurrió que -a pesar de la torta y los brindis- aquello fuera una fiesta. La policía metropolitana le aplicó una multa de 50 libras (unos 66 dólares) por el llamado partygate.
Multas en Gran Bretaña por el partygate
La oposición, incluidos algunos conservadores que responden a su gobierno, pidieron que el primer ministro británico renuncie a su cargo desde que surgieron las revelaciones sobre las fiestas con parientes y amigos en el 10 de Downing Street. Mientras tanto, el líder opositor Keir Starmer, del Partido Laborista, calificó la disculpa como “una broma”.
La votación sobre el pedido de renuncia del primer ministro está prevista para este jueves. Los conservadores, fieles a Johnson, tienen amplia mayoría, más allá de sentirse incómodos con la situación.
AVS PAR