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MODO FONTEVECCHIA

Martín Lousteau: "El pensamiento mágico de Milei está afectando la economía real"

El senador nacional de la UCR cuestionó el rumbo económico del Gobierno y advirtió que “la economía no crece porque no se está mejorando el Estado ni manteniendo un tipo de cambio competitivo”.

Martín Lousteau
El senador nacional Martín Lousteau aseguró que el Gobierno debe | NA

Martín Lousteau aseguró que "el pensamiento mágico" de Javier Milei está afectando la economía real y advirtió que "la ineficiencia del Estado es una consecuencia de la polarización". "Milei dice que solo con el superávit, en 20 años vamos a tener el doble de ingreso por habitante", agregó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190).

Martín Lousteau fue ministro de Economía de Argentina desde el 10 de diciembre de 2007 hasta 2008 siendo el joven en ocupar el cargo con 37 años de edad. Es el actual presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical y senador nacional por la ciudad de Buenos Aires y las próximas elecciones se postula diputado a través de Telefente Ciudadanos Unidos.

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Podríamos decir que sos el Aleph de toda la política progresista argentina. Uno de los artífices con más peso político dentro de Provincias Unidas, el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, te reconoce como su pater affícitus en términos políticos. Fuiste ministro de Economía de Cristina Kirchner. Antes tuviste funciones en la provincia de Buenos Aires, que hoy gobierna wl exministro de Economía del kirchnerismo, Axel Kicillof, que se define como keynesiano, una definición económica que también puede abarcar a muchas de las personas que integraron en determinado momento Juntos por el Cambio. ¿Qué es lo que sentís que está pasando y qué es lo que va a venir.

Qué pregunta para empezar. Siento que hay un mal diagnóstico de lo que le viene pasando a la Argentina hace mucho tiempo. Si vos mirás los últimos 50 años, Argentina casi no creció, y como casi no creció y tuvo muchas crisis, tiene la misma torta o casi la misma torta, 8% más grande que hace 50 años en términos de producto, con más del doble de la población. No estoy hablando en términos de producto por habitante. Entonces, es apenas la misma torta por habitante, pero está peor distribuida. Lo que tenés es más desigualdad y más pobreza.

¿Esa cantidad es con el dólar actualizado?

En pesos constantes. En dólares, el producto bruto per cápita tiene unas oscilaciones muy grandes, porque depende si el dólar está barato, claro. Pero es una economía que en 50 años no creció. Como tuvo muchas crisis, distribuye mal, con lo cual tiene mucha más desigualdad que hace 50 años y más pobreza: la misma torta peor distribuida. Las porciones de algunos son más grandes, las de muchos son más chiquitas. Entonces, cuando ves eso, ves una economía a la que hace mucho tiempo le cuesta crecer. Solamente ha crecido en dos periodos: cuando, con tipo de cambio atrasado, hiciste el Estado mejor, en los noventa, y cuando, con tipo de cambio competitivo, hiciste el Estado cada vez peor, hasta que se agotó.

Argentina, para crecer, necesita un tipo de cambio competitivo y al mismo tiempo mejorar el Estado. Yo creo que el Gobierno no está haciendo ninguna de las dos. Está atrasando el tipo de cambio, es decir, te está haciendo menos competitivo, y no está haciendo que el Estado sea tanto mejor como para compensar esa pérdida de competitividad del tipo de cambio.

Estamos viendo una economía a la que le cuesta crecer. A pesar de lo que dice Javier Milei, desde principio de año la economía no crece. Y no crece porque no abordó un mejor Estado y porque sacó dinero disponible del bolsillo, al mismo tiempo que abrió súbitamente la importación y atrasó el tipo de cambio. Entonces, la demanda interna es menor, está más abastecida por importaciones, y la demanda externa también es menos, entonces no se genera trabajo.

Me quedé reflexionando sobre tu cálculo de que estamos apenas 8% per cápita mejor, a precios constantes, que hace 50 años. Me parece que todavía es peor la situación, en la insignificancia de la Argentina en términos del comercio internacional y del valor de las empresas argentinas. La sensación de fracaso. Así planteado, que está muy bien, pareciera que estamos igual. Si estamos 8% por arriba en términos constantes, como duplicamos los habitantes, tenemos el doble del producto bruto. Pero en términos relativos somos mucho menos de lo que éramos. Por ejemplo, nosotros éramos más grandes que Brasil hasta 1960, y hoy es cinco veces el tamaño de Argentina.

Está bien tu observación, porque si no parece que fuera complaciente. Si después de medio siglo el ingreso por habitante es el mismo, no pasó nada en ese país. Al ritmo de avance del ingreso por habitante de Argentina de los últimos 50 años, se necesitan 460 años para duplicar el ingreso por habitante. Y Milei dice que solo con el superávit, en 20 años vamos a tener el doble de ingreso por habitante. Entonces, la verdad es que es un pensamiento mágico. El pensamiento mágico de Milei está afectando la economía real, y el error de no acumular reservas está agravando la situación financiera. Entonces, tuviste que ir a pedir dos rescates en seis meses.

Me parece interesante contar que vos tenés una formación en una escuela económica que entiende a la economía como una ciencia social, no matemática, que es la London School of Economics, que en realidad es economía y filosofía al mismo tiempo. ¿Es posible decir que el problema de la Argentina no es económico, sino que es metodológico, en el hecho de que nuestro problema es que hemos tenido gobiernos de todo tipo -keynesianos, monetaristas, dictaduras, democracias, peronismo, antiperonismo- y a todos les va mal? ¿Nuestra invariable es la polarización?

Yo creo que la polarización es un condimento muy importante porque impide resolver algo que está en el trasfondo del fracaso argentino desde los 60 en adelante. Hasta principios de la década del 70, Argentina tenía un PBI por habitante que estaba entre los 20 primeros del mundo. Entonces, si te quedaste estancado y los demás avanzaron, retrocediste un montón. Nuestro Estado era más chico, pero te daba mejor salud, mejor educación, mejor infraestructura, mejores leyes, mejor seguridad. Si sos una sociedad con poco Estado, es el 25% de la economía; si sos una sociedad con mucho Estado, es el 50%. Y si hay una cuarta parte o la mitad de tu economía que funciona mal, esa economía ya tiene un problema enorme, una mochila que tiene que cargar.

Además, el Estado es la salud, la educación, la infraestructura, la seguridad, las leyes que nos damos, las regulaciones que imponemos, la calidad del debate público. Cuando el Estado funciona mal, ninguna sociedad puede prosperar. No importa la visión económica: si sos un país comunista con un Estado que funciona, sos China; si sos un país comunista con un Estado que no funciona, sos Cuba. Y lo mismo te podría decir con Grecia e Irlanda, con Argentina y Australia.

Si para que funcione tenés que meterlo en un cauce de ciertas cosas, como por ejemplo, hay que hacer una reforma previsional que te dé más sustentabilidad y sea más igualitaria. Hay que abordar la educación, no solo la universitaria, sino lo previo. Hay que abordar cuáles son las prioridades de obra pública que querés tener. Si vos no podés, si vos estás polarizado y enojado todo el tiempo y pensás que el otro nunca tiene razón y lo que él mira no es válido, esos acuerdos de ordenar los grandes ítems del gasto público son imposibles.

Eso es que la ineficiencia del Estado es una consecuencia de la polarización. La causa de la causa, la causa irreductible, sería que estamos peleados todo el tiempo unos con otros. Y lo otro es que la calidad del debate público es cada vez peor. Lo hemos visto ayer en Diputados con diputadas que se tiran cosas, que se agreden, cuando en realidad están debatiendo temas que deberían encontrar la solución a lo que están debatiendo.

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Vuelvo a la idea del Aleph. Vos cruzás por todos lados. Embajador de Mauricio Macri en Estados Unidos, presidente del Partido Radical, ministro de Economía de Cristina Kirchner, presidente del Banco Provincia con Felipe Solá, hacedor del gobernador de Santa Fe y de alguna manera representante de Provincias Unidas, por lo menos como sentimiento en la Ciudad de Buenos Aires. Podés decir que esa posición no ha sido cómoda porque te han criticado mucho, muchas veces casualmente por parecer estar en un "no lugar". ¿Hay un lugar en eso que hoy parece un "no lugar", y que es el lugar del futuro de la Argentina?

Creo que de todos esos lugares pude ver, de primera mano, las cosas buenas y las cosas malas. Creo que es un aprendizaje importante, y todos tienen algo bueno y algo malo.

Vos podés ser la demostración cabal de que no hay monstruos ni en un lado ni en el otro, y que todos tienen defectos y virtudes, y que finalmente, si vas al fondo, las diferencias no son tan enormes. O sí, en algunos temas sí.

Yo discrepo. Yo creo que, para ser keynesiano, Axel Kicillof alimenta la demanda agregada, es decir, exacerba la economía en los momentos que no hay que hacerlo, justamente al revés: no es anticíclico. Pero veo coincidencias nefastas en lo ético. Por ejemplo, para mí no hay mucha diferencia entre el Movistar Arena y saber quién lo pagó, y la Fiesta de Olivos, o en las coimas en los seguros, o en las coimas en la ANDIS. O la obra pública con corrupción o cero obra pública.

¿Vos ves que en el peronismo hay más tendencia a la corrupción?

Ahora veo un gobierno muy corrupto. Ahora estamos viendo lo de (José Luis) Espert. Cristina quiso hacer una reforma de la Justicia, a la cual desde el Senado le dijimos que no, y Milei trató de meter jueces de la Corte Suprema por decreto. Veo eso como un problema de pulsar hacia mi lado, alterando la institucionalidad, cuando en realidad, para poder conversar y encontrar un cauce, tenés que hacer todo lo contrario: tenés que meterlo en un cauce institucional.

Por mi propia experiencia, hablando a lo largo de tantos años con gobernadores de uno y otro partido, veo que es cierto que hay cuestiones en las que hay una enorme diferencia, pero hay otras en las que en cada uno de los partidos te encontrás con elementos comunes y virtuosos. Estás marcando el tema de la corrupción y el tema de la economía. Discrepas con Kicillof, pero supongo que le reconocés que, por lo menos, no tiene denuncias de corrupción. De la misma manera que uno puede decir que el peronismo tuvo a Menem. No podríamos decir que el peronismo, en sentidos económicos, sea una ideología.

No, para nada.

Para nada.

Entonces, cuando uno empieza a analizar, siempre me llama la atención el peronismo cordobés, y me pregunto dónde está la diferencia del peronismo cordobés con el resto del peronismo. Parece un mal entendimiento, creo que los acuerdos serían más fáciles.

Yo creo que sí. Por eso a mí me parece muy importante el paso que dan los gobernadores en Provincias Unidas. Primero, porque creo que hay buena gente y honesta en distintos espacios, igual que la mala en distintos espacios. Si el diagnóstico que yo hago es el correcto, de que que acá el problema principal es cómo se gestiona el Estado, veo que los gobernadores están demostrando que se puede tener superávit, pero al mismo tiempo, por ejemplo, en Córdoba, expandir y mejorar la educación, o poder aumentar las jubilaciones mientras se tiene superávit. En Santa Fe, tienen éxito en la política de seguridad, que es un reordenamiento de la política de seguridad, y además compran medicamentos 82% más baratos que el precio de venta al público y bajaron 40% el costo de la obra pública. Hay gobernadores que tienen superávit, pero resuelven los problemas.

No es fácil para un gobernador radical de Santa Fe decir: “Yo voy a trabajar con el gobernador peronista de Córdoba”, y al gobernador peronista de Córdoba decir: “Yo voy a trabajar con el gobernador radical de Santa Fe”. ¿Por qué? Porque en sus provincias hay peronismo y radicalismo. Entonces, el ejercicio de decir que hay algo más importante, que es encontrar la buena gente que además sabe y quiere gestionar el Estado. Me parece que eso es algo que es como agua en el desierto para la Argentina.

Y hay un tema, que es que Milei ordena las cuentas, pero no ordena el Estado. Supongamos que el Estado es tu coche y querés gastar menos en tu auto. Entonces, te ponés reglas: si el lugar al que voy queda a menos de 20 cuadras, no lo saco; no voy a acelerar la salida del semáforo rápido porque voy a gastar más combustible, voy a buscar un seguro que me cueste más barato; si tengo que salir a un lugar donde sé que hay congestión, salgo antes para buscar estacionamiento y no tener que pagarlo. Eso es una manera de abordar “voy a gastar menos en mi auto”. La otra es la de Milei, que es “lo voy a dejar tirado ocho meses en la vía pública”. ¿Qué te va a pasar? No vas a tener más batería cuando quieras arrancar, se van a deformar las cubiertas, vas a tener la nafta podrida y seguramente te van a haber robado algo. Eso es todo lo que está pasando en el Estado ahora.

Es muy importante este ejercicio de gente que quiere gestionar el Estado, que tiene ganas de hacerse cargo de esa responsabilidad y que tiene respeto ético y respeto en la capacidad por el otro. Me parece que es muy importante.

Lo que estás diciendo es que finalmente ellos tienen experiencia. Lo que no tiene Milei es que nunca manejó ni cinco personas. Estás marcando que lo que encontrás en Provincias Unidas, además de un tema de probidad en el sentido ético, es un tema de capacidad operativa.

Sin ninguna duda. Le dieron el Premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu y James Robinson, y uno de los libros o trabajos más importantes que ellos tienen es "¿Por qué fracasan las naciones?". Su tesis es que hay algo de la institucionalidad: de un lado funciona, del otro no. Ahora, cuando uno quiere ver cuál es la principal que rige la vida de una sociedad, es el Estado. El Estado funciona o no funciona. Si es muy caro y funciona mal, es una calamidad. Nosotros necesitamos un Estado que funcione bien y después la sociedad dirá si quiere más o menos. Pero acá es importante que funcione bien.

Cuanto más progresista es decir que uno quiere que el Estado ocupe más ámbitos de la economía, más importante es que funcione bien. Y muchas veces eso está al revés. Yo veo muchos progresistas que dicen: “No, bueno, pero no priorizo bien, no lo gestiono bien, no traigo gente proba”. Eso hace que la economía tarde o temprano se estanque. Yo creo que eso está en el núcleo de por qué Argentina hace medio siglo que no crece.

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¿Cómo sigue? ¿Cómo imaginás el 27 de octubre, tanto en términos políticos como en términos económicos?

Hoy tenemos un gobierno que, a pesar de que todos los economistas de la Argentina de todas las orientaciones económicas posibles le advirtieron que iba camino a una crisis, se metió igual. Entonces, tuvimos que acudir en Argentina a un rescate del Fondo Monetario y, seis meses después, a uno del Tesoro, que todavía está siendo negociado con una incertidumbre muy grande en los mercados. Pero, además, vemos la economía real rota.

Entonces, el Gobierno tiene que admitir que se equivocó, que este plan, así como funciona, no va, y necesita dos cosas que yo no sé si Milei las tiene. Una es admitir que por ahí no sabe tanto de economía, o por lo menos no sabe de la economía para manejar un país incluyendo a todos y con crecimiento. Hoy la economía argentina no crece y es probable que de acá a los próximos meses siga en recesión.

La segunda cosa que tiene que aceptar es que, como no tiene esa propiedad que vos mencionás, tiene que convocar a la casta. Y yo no creo que sea un presidente que esté emocionalmente dispuesto a hacer esas cosas. Tiene que convocar gente que sepa, y en la medida en que su actitud cambie, por ahí consigue convocar gente que sepa. Ahora, con la actitud que ha tenido hasta ahora, ya se vio que hay un cansancio cada vez más grande de gobernadores, senadores, diputados, intendentes, economistas y de periodistas, incluso los más afines. El otro día era muy llamativo hacer zapping mientras él cantaba en el Movistar Arena y ver las caras de los periodistas más afines, que empiezan a ver cosas que son indefendibles.

Y después también hay un tema de reflexión acerca de cuando uno dice “el Estado” y ve que el principal asesor del presidente, Santiago Caputo, dice que el Estado no está para ser gestionado, sino para ser desmantelado, o que el propio Milei emprende siempre contra el Estado. La pregunta es si esa ideología o esa cerrazón permite un diálogo con el que piensa distinto.

A mí me preocupa particularmente el episodio Espert. Nosotros estamos todo el tiempo concentrados en Espert y en Fred Machado, y en esta tragedia de enredos en donde cada vez se descubre una cosa nueva: un diputado que dijo que no se acordaba de haber firmado algo por un millón de dólares. Yo me imagino que, si vos firmás un contrato de un millón de dólares, no te lo olvidás nunca más en tu vida. Entonces, ya se ve la mentira.

El problema es que eso revela dos cosas. La primera es que detrás de personajes que se hacen notorios de la noche a la mañana se esconden intereses muchas veces muy complejos. La segunda es que eligen disfrazarse de desmanteladores del Estado. Entonces, si vos tenés intereses vinculados con el narco avalando el desmantelamiento del Estado, yo empiezo a tirar de eso para atrás y veo que trataron de hacer un blanqueo donde se permitiría a no residentes blanquear en la Argentina, a no residentes blanquear con criptomonedas, a funcionarios originalmente blanquear, a los hermanos o parientes de funcionarios blanquear, a las sociedades de funcionarios blanquear. Ese es el blanqueo que trajeron. Por suerte se pudo evitar que eso fuera al blanqueo.

Tenés un presidente que dice: “No me importa de dónde vienen los dólares”. Ahora está este proyecto de inocencia fiscal. Ves un ministro de Justicia que él mismo estuvo preso, pero además defendió narcos. Ves un presidente que tiene el mismo abogado que Fred Machado. Cuidado con lo que se esconde detrás. Se aprovecha el enojo de una sociedad para desmantelar algo que funciona mal, que es el Estado, pero que, si lo terminás desmantelando, no sabés dónde terminás. Yo no sé si esa ideología o esa mirada está siendo aprovechada por alguien; es inflexible, y eso hace que corregir los rumbos o que él acepte ayuda sea cada vez más difícil.

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¿Te tocó ser embajador en Estados Unidos durante la primera presidencia de Trump?

Yo estuve entre el fin de Obama y el principio de Trump.

O sea que lo conociste a Trump personalmente. ¿Qué impresión tenés? ¿Cuál va a ser el apoyo de Trump? ¿Cuánto ese apoyo termina siendo útil?

El apoyo es un apoyo a los bonistas, al mundo financiero, no es un apoyo a la economía real. Nadie va a ganar más dinero, ni van a bajar los precios, ni va a tener más demanda en su comercio por esto que está pasando. No va a haber aumento de las jubilaciones por esto que está pasando. Es un rescate financiero y es un rescate a un gobierno. Yo creo que la vinculación de estas nuevas derechas globales y el hecho de que Milei haya hecho seguidismo casi groupie de la política exterior de Trump le ha funcionado muy bien para las emergencias, tanto con el Fondo como ahora.

Pero también es (Donald) Trump. Por un lado, Trump es alguien que también se salta las reglas y ya ha demostrado que está dispuesto a hacer cosas que ningún otro presidente está dispuesto a hacer; por otro lado, tiene restricciones internas. Él está ajustando toda la política, toda la ayuda exterior. Está con un gobierno que ahora, como no ha tenido aumento de la autorización de gastos, está en lo que se llama shutdown. Tiene tensiones con algunos sectores de la economía que compiten con la economía argentina, particularmente el sector agropecuario. Y está con esta tesis original de ir eliminando gastos. Entonces, ¿cómo hace para justificar una ayuda masiva frente a ese escenario en Estados Unidos?

Al mismo tiempo, Argentina necesita mostrar una ayuda masiva para calmar los mercados. Por eso la ingeniería es tan compleja: él tiene que convencer a los pagadores de impuestos allá de que el dinero de los taxpayers no está realmente en juego, que se trata de un préstamo que se va a recuperar y que, además, puede usarse como garantía. Y, al mismo tiempo, acá necesita mostrar que el volumen de lo que se consigue para aliviar la situación financiera es significativo. Deben estar viendo cómo se realiza ese juego.

Por otro lado, hay algo preocupante: este presidente hace seguidismo de Trump, pero son presidentes, no Estados, y mucho menos países. Y ya sabemos que Trump está usando todos los instrumentos de política exterior, lo que allá llaman weaponization. Es decir, está utilizando la política como arma geopolítica. Entonces, la debilidad de Argentina, en su fragilidad de ir a buscar algo, también la condiciona mucho hacia adelante.

Trump está utilizando esa ayuda no solo por afinidad política o por pertenecer a un movimiento global, sino también porque dice: “Esto, que por ahí me cuesta explicarlo en Estados Unidos, con poco me permite hacer pie en un lugar y condicionar decisiones. No nos va a costar nada y, con muy poquito, vamos a conseguir mucho”.

¿Te orientás a que este protagonismo de Kristalina Georgieva en el fondo indica que la ayuda la van a canalizar a través del Fondo Monetario?

Cuando hablo de ingeniería financiera, me imagino justamente eso: que están tratando de ver cómo hacerlo sin que sea plata directa. Recordemos, por ejemplo, en la época de (Fernando) De la Rúa, cuando se decía que el carpintero de Ohio no tenía por qué rescatar a la Argentina. Creo que están trabajando mucho para ver desde dónde y cómo explicar que no es dinero de los contribuyentes estadounidenses, sino que eso se apalanca o se escala para blindar un poco más a la Argentina. Pero, insisto, me parece que es solamente un paliativo.

Otra de las cosas que Milei consiguió fue cierto apoyo del gobierno norteamericano en el juicio que se lleva adelante por YPF. Ya son trece países los que apoyan a la Argentina. ¿Cuál es tu visión del juicio que se lleva adelante en Estados Unidos sobre YPF? ¿Es injusto lo que están haciendo allí? ¿Creés que Kicillof realmente se equivocó o que finalmente es injusto lo que se está haciendo?

No, yo creo que todos los Estados -el Estado argentino también- tienen derecho a expropiar. Pero cuando lo hacés mal, como se hizo en ese momento, tenés estas consecuencias. Yo creo que Kicillof lo hizo de manera muy chapucera y que, además, después sobrepagó a Repsol. Las dos cosas juntas: le pagamos de más a Repsol emitiendo títulos públicos.

¿Por qué decís “de más”?

Porque me tocó debatir eso en el Congreso.

Y siendo embajador, supongo que en algún momento te habrá tocado intervenir en algún trámite judicial defendiendo a la Argentina.

Sí, pero no tanto con el tema de YPF. Pero lo pagó mal, y ahora tenemos este costo otra vez, porque todo el proceso estuvo teñido de principio a fin de muchos grises: en los propios estatutos de YPF, en materia de a quién se estatizó y a quién no, o a quién se expropió y a quién no. Entonces, se dejó abierta la puerta para esta acción judicial extremadamente costosa. Creo que tenemos que defender YPF y nuestra soberanía, pero también recordar que cuando se hacen las cosas, volviendo a lo anterior, de manera poco proba, terminamos pagando las consecuencias.

Entrevistamos aquí a Facundo Manes. Le dije: “Ayudame a entender”. Porque ahora el GEN, el partido de Margarita Stolbizer, está en Provincias Unidas. Vos habías recibido en su momento a Schiaretti y te fue a visitar. ¿Cómo están todos? ¿Creés que esto es algo coyuntural y que después van a terminar estando juntos? ¿Por qué esta fragmentación?

Yo creo que la coincidencia posterior va a venir de estos sectores que gestionan o que quieren gestionar. Yo lo viví dos veces en la Ciudad de Buenos Aires: gestionar de otra manera, porque creo que hay otras soluciones a los problemas. En el medio, el Gobierno nacional apuesta mucho a esa fragmentación, porque polariza y erosiona el centro. Le interesa que eso exista, más allá de los errores individuales o colectivos que podamos tener, del mismo modo en que le interesa dinamitar el centro periodístico.

Entonces, ¿a quién critica Milei? No critica a los economistas más ideologizados, no critica a Itai Hagman, por ejemplo, que tiene una visión pro Venezuela o pro piquetes. No: él critica a quienes pueden meterle dudas a su electorado. ¿A Cavallo? ¿A Carlos Rodríguez? ¿O a Marina Dal Poggetto, a Martín Rapetti? ¿Y a qué periodistas critica? ¿Critica al Gato Sylvestre? ¿O critica a Viale, a Tenembaum?

Lo que no le gusta al Gobierno es que haya algo en el centro que haga preguntas, que diga: “A ver, pará. Dijiste esto, pero yo hice mi trabajo, miré los números, te investigué, y esto que estás diciendo es mentira”. Eso le molesta sobremanera: con los periodistas y con los políticos. Por eso no quiere que exista algo que cuestione. No a los más fieles, no a los feligreses, pero sí al resto.

Eliminar las PASO fue parte de eso: decirle a la sociedad “no hay espacio para competir”.

Sí, sin ninguna duda. Yo voté en contra de la eliminación de las PASO. Entiendo que a veces molesta ir a votar, y más en esta situación económica, pero es la única manera de organizarse, de que los egos y las vanidades sobre quién ocupa qué lugar se definan por el voto.

Si no existiera eso, cuando un gobierno detenta el Estado en la Argentina tiene una ventaja enorme en las elecciones. Si no hubiera habido PASO, nunca se le hubiera podido ganar a Cristina, porque se coordinó toda la oposición. Entonces fueron Macri, Sanz, Carrió, y se armó un espacio colectivo más grande. Podría haber sido incluso más grande, podría haber estado en su momento Urtubey, quizás.

Lo mismo pasa ahora. Esta demagogia rápida de “no está de moda, rompamos las cosas” después le quita instrumentos a la sociedad para armar una mejor oferta política.

Si vamos para atrás, en Juntos por el Cambio nos encontramos con que, a medio metro de la llegada, se impidió que Schiaretti participara de las PASO en las elecciones que terminaron llevando a Milei a la presidencia. O sea, hay una cercanía entre lo que era Juntos por el Cambio y el cordobesismo. ¿Cómo imaginás al PRO después de diciembre? ¿Creés que el PRO está en una jugada de aliado táctico pero enemigo estratégico, y que finalmente después del 10 de diciembre rompe con La Libertad Avanza y se suma a ese centro que alguna vez integró Juntos por el Cambio? ¿O creés que directamente el PRO está terminado?

Creo que es una lástima que eso no se haya podido ampliar más. Todavía, con lo que vemos hoy, a veces pasa porque alguien no quiere abrirle la puerta a otro que puede rivalizar en liderazgo, y eso es un problema: poner el carro delante del caballo.

El PRO, para mí, tomó una decisión. Tomó la decisión de acompañar toda esta mirada económica de la Argentina. Tomó la decisión de acompañar esta mirada ética. Sí: desde no constituir la comisión libre, hasta esconder a Espert y ahora reemplazarlo, tratando de que lo paguen los contribuyentes.

Entonces, veo que entró en un lugar del cual es muy difícil volver. Por ahí hay dirigentes del PRO que dicen: “Mirá, no comparto esto a donde se fue mi partido y tengo ganas de formar parte de lo otro”, pero el PRO, en mi opinión, ya está con La Libertad Avanza.

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