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MODO FONTEVECCHIA
"Gobierno que destrata"

Rodrigo de Loredo: “Cuando la Argentina tuvo superávit siempre fue por factores externos”

“El gobierno encaró un rumbo económico osado y audaz, pero es demagógico pensar que podía llevarse adelante sin costos”, afirmó el diputado radical.

Rodrigo de Loredo no participará en octubre
Rodrigo de Loredo no participará en octubre | Cedoc

En Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), Rodrigo de Loredo advirtió que la economía argentina nunca logró mantener un superávit sostenido por decisiones propias de la administración, sino siempre “por factores externos”. Para el legislador, el gobierno actual encaró “un rumbo económico osado y audaz”, pero "le parece que es trucho pensar que se podía llevar adelante sin costos, es demagógico”. Aunque respalda el rumbo general, De Loredo aclara que hay decisiones puntuales que no acompaña: “Yo no te acompaño ahí, vos utilizás el Garrahan como una especie de sobreactuación fiscal para dar una especie de expresión de fe a los mercados, como la que le pidió Dios a Abraham”.

Le damos la bienvenida a un abogado y político perteneciente a la Unión Cívica Radical. Fue legislador por la provincia de Córdoba en dos oportunidades. Desde 2021 se desempeña como diputado nacional por la provincia de Córdoba, en donde preside el bloque radical.

¿Qué te pasa emocionalmente al haber estado dos años tratando de crear un diálogo con un gobierno en el que vos querías apoyar y finalmente no lo lograste?

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Lo llevas al campo personal porque siempre tenés esta formación también de psicoanalista, digamos. Sí, siento una frustración, porque intenté siempre anteponer un objetivo racional y mirar para el costado con una inmensa cantidad de diferencias que uno tiene para con el gobierno: en estilos, en su afrenta institucional, en su verba para con el periodismo, incluso en su osadía internacional. Pero siempre intenté anteponer lo que para mí es prioritario, que es que la Argentina necesita imperiosamente salir de un sendero de involución muy grande y tener estabilidad en su economía. Y ese rumbo económico osado y audaz el gobierno me parece que lo encaró bien. Me parece que es trucho pensar que se podía llevar adelante sin costos, es demagógico.

De ahí a que hay aspectos en los que uno puede tener diferencias, pero en el trazo grueso ese fue casi siempre lo que se antepuso desde nuestro lugar. Incluso me tocó muchas veces contestar esta pregunta: “¿Cómo se sigue acompañando a un gobierno que muchas veces los destrata?”. Y yo invertía la pregunta, porque yo no la entiendo bien. Si te tratan bien y no estás de acuerdo con el rumbo, ¿tenés que acompañar? Y si estás de acuerdo con el rumbo prioritario pero te tratan mal, ¿tenés que dejar de hacerlo? Esa es la política de los egos. Pero se llegó a un punto donde lamentablemente tomé la decisión de no aceptar la invitación de ellos de integrar las listas, porque ellos hacen un planteo que me parece que, con el diario del lunes, se va dando cuenta que es muy errático.

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Y yo más bien creía que, en una democracia compleja en el mundo, se tenía que sostener la idea coalicional. Soy un defensor de las coaliciones: las coaliciones defienden y mantienen la identidad diferenciada de cada expresión política. Entonces yo más bien abogaba porque haya una coalición en donde nosotros podamos sostener las diferencias institucionales de forma, que además esa coalición tenga por objetivo un sendero de reformas que el país necesita: reformas tributarias, laborales, de autonomía del Banco Central, educativas. Además en un país, yo soy muy crítico del peronismo, no soy gorila, pero soy muy crítico del fenómeno cultural y político y de poder del peronismo, y sé que es una bestia que ataca y que desestabiliza. Entonces también la coalición cumple las veces de resistir esa permanente desestabilización justicialista. Pero el camino del gobierno es más un camino de sumisión.

Si vos, por ejemplo, te ponés a ver ahora los niveles de no participación, que estamos a niveles de los lugares donde el voto no es obligatorio, con promedio de 50, 60% de gente yendo a votar, los que se están quedando en su casa tienen a grandes rasgos dos componentes. Por un lado, los jóvenes, que en su momento vieron que el gobierno era un catalizador de bronca y era más o menos una pelea contra aquella política que no había encontrado soluciones, pero ahora ve a un gobierno que repite prácticas que dijo que venía a combatir, que ha sido colonizado por el propio peronismo, dirigentes clásicos de peronismo, y que además para combatir al adversario le copia las prácticas, convirtiéndose en el otro.

Hay un cuento de Borges, El fin, termina así, digamos: cuando vos ya, para convertir todo adversario, sos el otro. Entonces veo que los jóvenes están quedando en su casa. Y el otro porcentaje grande del elector que se queda es el que tiene más o menos nuestro discurso. ¿Cuál es nuestro discurso? Hay que bancar el plan de estabilización, pero difiero de todas estas otras cuestiones. Y bueno, vos al proponer pérdida de identidad a las personas que sumás, lo que hacés también es que pierdan esa representación social. Entonces vos sumaste a actores del PRO, pero el votante del PRO se quedó en su casa, en la provincia de Buenos Aires.

Entrevistaba hace un ratito a Agost Carreño y hablábamos sobre que Córdoba es antikirchnerista, pero el oficialismo es peronista. ¿Cómo lograron que la palabra peronismo tuviera una metonimia con kirchnerismo y al mismo tiempo Córdoba tiene un peronismo supuestamente no peronista, para decirlo de alguna manera?”. Es decir, surge esa idea de centro desde Córdoba.

Viste que ahora es todo un tema el lenguaje y la semántica de las palabras, entonces pareciera que la palabra “de centro” uno la busca esquivar y le pone otros eufemismos. Pero bueno, es razonabilidad, equilibrio. Y en esas gradualidades uno puede estar en un lado o en el otro. Y acá polemizo probablemente con vos en un punto. Yo lo sigo en este sentido a Andrés Malamud cuando dice: “Nuestro sistema político, pese a su inestabilidad institucional, es estable en sus enclaves de pertenencia política, y es peronismo, no peronismo”. Eso no me convierte en antiperonista, pero acepto esa distinción y me meto adentro del peronismo en ese bicho raro, digamos, que tantos lo han intentado definir. Me gusta más el de Dolina, que lo define como un “hoy presente”. Pero el peronismo tiene un componente ideológico, que es el kirchnerismo, y tiene un componente corporativo y de negocios, que siempre lo ha atravesado. Y después tiene una amalgama emocional que los une y siempre, en todo lugar, termina siendo populismo distribucionista. Entonces, el espíritu de Juntos por el Cambio al que vos referís para mí es eso: es ordenar un frente de la Argentina que tiene patrones no justicialistas.

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Ha sido muy hábil en engañar su espejo nacionalmente. El peronismo cordobés sabe vender una realidad de Córdoba que lo es con prescindencia de ellos. Es decir, Córdoba es el 30% de la producción de la manufactura autopartista, de la producción granaria; somos el 8% de la población y le damos a la Argentina el 17% de los egresados universitarios. Y el secreto del peronismo cordobés, allá con José Manuel de la Sota, es justamente haber escondido que son peronistas y haber, desde el marketing, construido una marca. Le dediqué mi primer libro a las gestiones del peronismo en Córdoba y, obviamente, que tienen claroscuros. Si no, sería un acto de soberbia subestimar el voto de la gente que los ha acompañado. Pero yo lejos estoy de creer que sea un modelo a seguir. Es un modelo que se ha servido de la potencia productiva y del sector privado de Córdoba y, en el derrotero de sus 25 años en el gobierno, la han hecho más pobre y la han debilitado institucionalmente.

Que siga teniendo estándares comparativos mejores a otras provincias… bueno, las razones están en otro lado. Por eso esta expresión ahora que se crea de Provincias Unidas me parece que sirve como cooperativa. Las cooperativas tienen un buen desempeño en el mientras tanto y tienen un fracaso en su desenlace. En el mientras tanto sirven como un espacio de poder para negociar con el gobierno nacional. Me puedo equivocar, pero le avizoro un desenlace muy complejo cuando los gobernadores se quieran sacar ventajas entre sí a ver quién lidera una posición en ese sentido. Sigo pensando que en la Argentina siempre se debatió entre un modelo que distribuye una riqueza que no crea y un modelo que propone crear riqueza.

Por eso para mí era muy importante, y sigo pensando que es muy importante, bancar al gobierno en esta parada de equilibrios fiscales y de estabilidad. La Argentina solamente tuvo cuatro momentos en su historia de superávit en sus cuentas: la década del 20; con Perón en el 43; con Menem en el 95, por las ventas de sus empresas; y con Cristina en 2008. Siempre por factores externos, nunca por decisiones propias de la administración económica. Entonces, yo sí creo que una economía organizada, con cuentas equilibradas y baja inflacionaria, es la base sobre la cual se tiene que encolumnar lo que sigue. Por eso es el acompañamiento que sigo al gobierno dándole hasta donde puedo, porque cuando las cosas ya dejan de ser sensatas uno no tiene…

Por ejemplo, lo de Garrahan, ¿cuál es el argumento? Si tenés un costo de 60 millones de dólares y tenés superávit de 10.000 millones de dólares, es una gota en el mar. Si son 500 médicos en un sistema de salud que tiene 120.000 médicos toda la Argentina, si tenés 750.000 empleados públicos y el Garrahan tiene 4.700… Yo no te acompaño ahí, vos utilizás el Garrahan como una especie de sobreactuación fiscal para dar una especie de expresión de fe a los mercados, como la que le pidió Dios a Abraham. Pero Abraham llegó a la cima de la montaña y finalmente no mató a Isaac. Entonces digo: no hace falta tanto. Entonces te acompaño en el equilibrio de las cuentas, pero bueno…

Esta misma conversación que tenemos ahora denotan una riqueza intelectual, lecturas, preocupación por lo teórico. Entonces me quedo con la duda de si en esa idea de que la Argentina se ha definido hasta ahora como peronismo y no peronismo es una correcta descripción respecto del pasado. No encontrás algo patológico, y que en realidad en lugar de identificarse en uno de esos dos campos, personas como vos, además jóvenes y con mucho futuro, no deberían también tratar de contribuir a encontrar una síntesis de estos dos elementos...

Nosotros tendríamos una neurosis comportamental, Entonces, esta propensión, diría Freud, a compulsivamente reiterar nuestras frustraciones. Entonces vos decís: “Explica el pasado, pero no nos abrimos a algo nuevo”. Sería el desafío.