Después de que se hallara, hace 48 años, el cadáver completamente destrozado del escritor y cineasta italiano, un abogado acaba de solicitar a la Fiscalía de Roma la reapertura de la investigación sobre su homicidio para examinar nuevas pruebas.
Stefano Maccioni es el letrado y representa al director de cine David Grieco, y al guionista Giovanni Giovannetti. Para convencer al magistrado, esgrime tres muestras de ADN recogidas por la policía científica de los Carabinieri en el lugar del crimen en 2010, que nunca fueron analizadas.
"Esto justifica por que después de casi 50 años todavía sea posible llegar a una verdad jurídica. Una verdad que estaría basada en datos científicos, en la presencia de tres muestra de ADN: desde aquí hay que empezar a hacer las investigaciones para saber a quién pertenecen", alega Maccioni.
No es la única novedad. Hace sólo dos meses, en diciembre pasado, un informe de la Comisión Antimafia recogía las declaraciones de un arrepentido de la mafia, que relacionan este brutal crimen con la Banda de la Magliana, la organización criminal de Roma. Y revelan que todo fue una trampa.
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El asesinato se produjo la noche del 1 y el 2 de noviembre de 1975. Fin de semana, en la base de hidroaviones de Ostia, la playa de Roma. Allí apareció el cuerpo de Pier Paolo Pasolini, completamente masacrado a golpes y con el estómago aplastado por un coche que le pasó por encima.
El relato judicial cuenta, hasta ahora, que todo eso lo hizo un ragazzo di vita de 17 años, un joven con quien el cineasta, abiertamente homosexual, mantenía una relación y que fue detenido al volante del Alfa Romeo Giulia de Pasolini horas antes de que encontraran el cadáver.
El muchacho confesó el crimen, y fue el único culpable. Sólo un mes después, en diciembre, fue condenado a nueve años, siete meses y diez días de cárcel por homicidio voluntario, robo de auto y actos obscenos. En el fallo se incluyó la tesis de la participación de más personas en el asesinato, pero se cerró identificándolas como "desconocidas".
Treinta años después, en 2005, Pelosi se retractó y aseguró que había mentido, que él no lo había matado, que fueron otros. Varias personas. Cuatro años después, en 2009, dio más detalles en un libro publicado por los periodistas Giuseppe Lo Bianco y Sandra Rizza: Nero Profondo.
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Pino Pelosi reveló en aquellas páginas que los asesinos que molieron a palos a Pasolini hasta matarlo fueron cinco. Dijo que dos eran los hermanos Borsellino, Franco y Giuseppe, muertos desde hacía tiempo de sida y asiduos de las reuniones del fascista Movimiento Social Italiano. Llegaron con otros tres, le dieron un empujón, él escapó y golpearon al cineasta italiano.
"Pasolini no estaba allí para tener una relación sexual ocasional con Pino Pelosi", insiste el letrado, "sino para recuperar las cintas de Saló que le habían robado y que tanto apreciaba".
No se sabe por qué el condenado no lo contó en su momento. Ni por qué permaneció en silencio el último amigo que lo vio vivo. Ni por qué todos escondieron que la relación de Pasolini con el único homicida oficial no era casual, que venía de lejos.
El director David Grieco se ha hecho estas preguntas, antes de solicitar la reapertura del caso, como acaba de hacer. En 2016 intentó dar respuestas en una película que tituló La maquinación. El magistrado tiene ahora la última palabra para intentar poner un final definitivo a ese crimen y que Pasolini pueda descansar en paz.
MVB JL