Ximena de Tezanos Pinto, la vecina de Cristina Fernández de Kirchner habló con Jorge Fontevecchia en Modo Fontevecchia para Radio Perfil (FM 101.9).
Lo primero que me viene a la mente son los antecedentes del periodismo, que eran los murales: se colocaban a la entrada de la ciudad, el famoso pasquín era el mural que criticaba a los gobernantes al ingreso de la urbe. Usted se convirtió en una influencer que comunica desde el balcón de su casa y eso se replica en redes sociales, en medios de comunicación masivos. ¿Cómo siente que cambió su vida ese nuevo rol que usted tiene hoy?
Este dato me resulta enriquecedor y me disparó un montón de cosas. Yo no siento que diga y la gente replique. Hace un año y medio, después de haber colgado la primera bandera, que decía "Argentina república democrática", aprendí a usar el Twitter, que me permite conversaciones con perfectos desconocidos sobre temas que nos interesan.
Colgué un banner que armé el viernes a la noche replicando el hashtag de la convocatoria #EstamosHartos, que lo vi y decidí levantarlo y me parece que esa es una de las razones por las que muchas personas, muchos ciudadanos me muestran mucho afecto y simpatía porque pongo "en el mural" un poco lo que la gente viene escribiendo en chiquitito en todas partes.
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Tiene un lugar privilegiado, es un punto que hace que su mensaje pase a tener otra visualización, como un influencer, por estar posicionada en un lugar de mucha visibilidad sus mensajes empiezan a tener importancia. Hay otros vecinos de la vicepresidenta que no tienen esa visibilidad: usted tiene el lugar pero lo ejerce y hace que tenga visibilidad. ¿Qué la empuja? ¿Qué la motivó? ¿Cómo nació esa inquietud?
Yo soy madre y siento que tengo el privilegio de poder colgar lo que yo quiero acá. Creo que se le suma este afán o manía de buscar lo mejor de nosotros, el rol de una mamá es estar vigilando para que ellos se vayan fortaleciendo en un modo fraternal de manejarse en la vida. Entonces hago mucho hincapié en objetivos en común, en mensajes que sean proactivos, que tengan que ver con empujarnos.
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Me sorprende gratamente que el ejercicio de cosas nimias, como ser madre o ama de casa, pueda ser lo que me convierta en foco de atención, de cumplidos, de mensajes amorosos. Incluso la gente que disiente conmigo ya ni trata de insultarme, me contesta los argumentos, yo trato de dar mis mejores respuestas e invitar a la repregunta y me gano muchos bloqueos, es como una derrota porque el que me bloquea es porque no me quiere escuchar más pero me bloquean porque el mensaje en algún lugar llegó.
La escucho más moderada que hace unos meses, incluso cuando reconoce que personas que piensan distinto no la insultan. ¿Fue cambiando su perspectiva de la realidad, de su vecina y de quienes la apoyan? ¿Descubrió una Ximena distinta en la mirada de los otros?
En cada conversación que tenemos vamos creciendo y nos vamos conformando. Soy lo que creo y lo que el otro me confirma. Lo tengo muy presente, estoy en un continuo movimiento de construirme en la mejor versión de mí misma.
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¿Alguna vez su vecina le dio lástima?
Lástima no le tengo de nadie. Por Cristina puedo sentir compasión, no lástima. A veces me compadezco de Cristina y me da la impresión de que está padeciendo esa figura en la que se convirtió.
Por eso no me nace buscar adjetivar, mis opiniones tienen mi mirada, mis sesgos, mi historia y mis cosas no resueltas.
AVS PAR