Jack (Edward Norton) es especialista en análisis estadístico de riesgo-beneficio, para una importante automotriz. Sus extendidas jornadas laborales que incluyen viajes y sus Jet Lag, se distribuyen entre visitas y verificación de vehículos siniestrados, con escabrosos detalles sobre daños y muertes de los ocupantes, y cálculos matemáticos estadísticos: si la formula arroja que resulta mas “barato” indemnizar a heridos y deudos, que sacar un modelo defectuoso del mercado, el modelo simplemente, se queda. A simple vista Jack, sería un buen economista.
Su gran preocupación por la previsibilidad, la seguridad, el status, el valor subjetivo de los bienes, lo llevan a pasar horas frente a los catálogos preguntándose “qué juego de comedor lo define mejor” y atrás quedan los muertos y heridos, mucho mas “baratos” que el último descapotable, defectuoso.
Jack es un experto en maximizar beneficios, pero sufre. Frente a la incomodidad que le produce, lo que él considera “su dolor”, por recomendación médica comienza a asistir a diferentes grupos de autoayuda con el fin de entrar en contacto con “el verdadero dolor”. Allí, entre enfermos terminales, siendo un “farsante” en busca del hombro para llorar, conoce a Marla (Helena Bonham Carter), otra impostora como él, que acude a los grupos, pero en busca de café gratis y algo de entretenimiento.
- "¡Eres una mentirosa, y tu mentira refleja la mía!" -enfrenta Jack a Marla-.
La relación entre Jack y Marla, protagonistas de “El club de la pelea” (película de culto de David Fincher), podría marcar cierto paralelismo con la relación que establecen algunos políticos entre sí, todos miembros de la misma “casta”, tal es el calificativo característico con el que, el diputado Javier Milei, se refiere a “la clase política” o los políticos en general, siendo él mismo, uno de ellos.
Javier Milei es economista, anarcocapitalista, minarquista, político, docente, líder del partido La Libertad Avanza, autor de varios libros de política y economía, y reconocido como fenómeno socio político debido al gran crecimiento de sus seguidores, durante los tiempos post pandemia. Es además instructor y/o guía de tantra o tantrismo, disciplina esotérica oriental que fundamenta el deseo material, con un objetivo espiritual, y se basa especialmente en la concentración y el control de los impulsos.
“Pandenomics”, el libro plagio de Javier Milei
La propuesta económica de Milei incluye una drástica contracción del estado (anarcocapitalismo y minarquismo), el libre mercado, prácticamente la totalidad de los lineamientos de la escuela austriaca, que pondera el mérito y la ganancia de oportunidades (como si en todos los casos fuera posible arrebatarle alguna a la suerte), bienes, servicios y progreso, a partir del esfuerzo y la capacidad individual del ciudadano.
Javier Milei es además, ferviente seguidor del grupo de rock nacional “La Renga”. En sus multitudinarias presentaciones se le puede oír entonando: “Hola a todos! yo soy el león/Rugió la bestia en medio de la avenida/Todos corrieron, sin entender/Panic show a plena luz del día. Por favor no huyan de mí/Yo soy el rey de un mundo perdido/Soy el rey y te destrozaré…” (Panic Show, La Renga).
Volvamos a “El Club de la Pelea”. Jack conoce a Tyler Durden (Brad Pitt), un fabricante de jabón, con trabajos nocturnos poco calificados, durante un vuelo. Se siente atraído hacia él, admira su insolencia, sus ansias libertarias (1), su irreverencia, y cuestionamiento constante de “las reglas” del capitalismo.
Tyler es desenfrenado y violento, provocador y reaccionario, “Rechazo la acepción básica de civilización, especialmente la importancia de poseer objetos materiales” manifestaba en la cocina la vivienda que habría tomado desde hacía tiempo.
VIDEO | Insólita respuesta de Javier Milei sobre la tapa de NOTICIAS: “Bueno, o sea, digamos”
Durden detesta el poder capitalista y las grandes corporaciones, y dedica su tiempo a crear un ejército que actúa, pero no piensa. Los llama “los monos espaciales”, y se vale de ellos para llevar adelante el «Proyecto Mayhem», una organización sectaria que se adiestra para derribar la civilización moderna.
Frente a la inminencia de su detención y apresamiento, Tyler advierte al poder: “Las personas a las que persigues son de las que dependes, (…) no te metas con nosotros” y Jack observa perplejo.
La propuesta socioeconómica del economista Javier Milei, incluye la abolición de la educación y la salud pública y en su discurso disfraza de justicia y equidad, a la consagración más cruel y descarnada de la injusticia social. No existe el mérito, ni competencia justa posible, entre un joven que ha nacido sin cloacas, ni agua potable y no ha podido educarse en ausencia de una escuela pública, y otro, hijo de profesionales, o comerciantes o empleados que ha nacido y crecido con sus necesidades básicas cubiertas, aunque sea modestamente.
No hay posibilidad, ni la habrá durante décadas, de que cada ciudadano obtenga lo que merece por derecho legítimo, de manera individual o con el propio esfuerzo, si a más del 50% de los argentinos, ni siquiera les fue dada la posibilidad de desarrollarse psicofísicamente en todo su potencial biológico, a causa de la mal nutrición estructural, que atraviesa a 5 generaciones. La propuesta de Milei puede parecerse demasiado, para el buen gusto, al “Proyecto Mayhem”, toda vez que algún ejercito irreflexivo responda impetuosamente a la arenga.
“Descubrí que sin esperanzas, era realmente libre” reflexiona Jack, el metódico, asertivo, eficaz, organizado, el que siempre tiene un plan.
Tyler por el contrario, impulsivo, oportunista, egoísta, insensible, arrastra a cientos de seguidores a lo largo del país, hacia un destino de colapso, sin preguntas, sin respuestas, con un único fin incuestionable: abolir “la civilización”
No debería olvidar Javier Milei, si es que ha visto la película de David Fincher o leído la novela “Fight Club” de Chuck Palahniuk, que al fin y al cabo Jack y Tyler, son la misma persona.
(1) Los libertarios sostienen que los recursos naturales que no son propiedad de nadie «pueden ser apropiados por la primera persona que los descubre, mezcla su trabajo con ellos o simplemente los reclama, sin el consentimiento de otros y con poco o ningún pago.
* Ana Pereira. Publicista, Editora, Comunicadora.