“A su madre le resultaba un niño adorable, pero a los de Lönneberga no tanto. En una ocasión hasta reunieron dinero para mandarle a América. Su madre se puso furiosa. Furiosísima. Y hasta Lina, la criada, le defendió a su manera:
-También tenemos que pensar un poco en los americanos. No nos han hecho ningún mal ¿por qué íbamos a encasquetarles a Miguel?»
Miguel el travieso, Astrid Lindgren (*)
Hacia fines de marzo, el anuncio de una importante publicación de circulación masiva anunciaba: “Llevo en mi vientre al primer bebé (El niño Fernández {1}) en la historia que nacerá en la Quinta de Olivos, es algo histórico”.
Bebés presidenciales: de John-John Kennedy al hijo de Tony Blair
La declaración es pomposa y exuberante pero también falaz. Proviene de su madre claro, la “querida Fabiola {2}”.
Y es que en rigor de verdad, la primer niña nacida en Olivos, es la niña Vaca Narvaja… Kirchner.
Este anecdotario de “Sociales” fallidos no debería ser mas que eso, sin embargo, el peso de lo que simboliza, es aplastante.
Fabiola Yañez realiza el anuncio casi en simultaneo con la divulgación de los últimos datos de pobreza: 54.3% de los niños menores de 14 años son pobres (y el 16,6% indigentes), son 5,9 millones de niños con necesidades básicas insatisfechas, vulnerables, muchos de ellos no sobrevivirán y si lo hacen, de todos modos, estarán condenados a la marginalidad de la pobreza estructural. Mientras estos niños duermen inocentes, en los vientres tibios de sus madres, ellas revuelven la basura desesperadas por algo qué comer, antes de caer rendidas por el cansancio, en un colchón sucio, en la calle, en algún rancho o prostíbulo.
Mientras millones nacen estrellados, “el niño Fernández”, ha nacido con estrella.
Seguramente a su pesar aún, representa la obscenidad del privilegio, de la suerte que le garantizó ventajas, aun antes de nacer.
Desde el vientre, como muchos otros niños, ya oía la voz de su padre: “Lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años. Porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Quizá el niño Fernández, como todos los niños, solo esperaba una cálida bienvenida, la leche tibia y el abrazo, pero entre sus privilegios no se menciona la cautela de sus padres.
Si no hubiera nacido en una clínica privada de la “Opulenta” Ciudad de Buenos Aires, si hubiera nacido en la sala de algún hospital público del conurbano profundo, el niño se habría confundido entre sus compatriotas nacidos cada día, y quizá hubiera ganado la oportunidad de redimirse en la equidad, de ser solo él, solo un argentino más.
La foto que eligió Alberto Fernández para anunciar el nacimiento de su hijo Francisco
Pero los padres han decidido su suerte, ubicándolo en primera plana, asegurándole ventajas, entregándolo a las fauces de las clases sociales que tanto hostigan y atormentan, pero a las que aspiran pertenecer.
Ojalá la lista de sus privilegios, además de una casa quinta, una suite presidencial y un lugar aun no merecido en la historia de nuestro país, incluyan la sensatez y la mesura, para que el niño crezca cerca del pan ganado con esfuerzo, ojalá alguien le cuente y nunca olvide que, había una vez, en un lugar no tan lejano, muchos pero muchos niños, que nacían estrellados porque dormían a la intemperie, aun antes de nacer.
(*) Astrid Lindgren (1907-2002), autora sueca. Lindgren relata a través de sus historias, “Pipi calzas largas”, para su hija, y “Miguel (Emil) el travieso”, para su nieto, la dura realidad que atraviesa al pueblo de postguerra.
En forma de cuentos disparatados, Lindgren aborda temas complejos de entender para un niño, guerras, hambre, vulnerabilidad.
{1} De éste modo se refirió la escritora Beatriz Sarlo, al hijo que esperan Fabiola Yañez y el Presidente Alberto Fernández.
{2} En estos términos se refirió a su compañera, el Presidente Alberto Fernández, en ocasión de “excusarse” luego del escándalo provocando por la circulación de las imágenes tomadas durante la fiesta de cumpleaños de Yañez, en Olivos, en plena vigencia del decreto de Aislamiento Preventivo Obligatorio (ASPO): “Mi querida Fabiola convocó a un brindis que no debió haberse hecho”.
* Ana Pereira. Publicista, Editora, Comunicadora.