OPINIóN
Historia política

"Revolución o muerte", la guerrilla en Salta

Un día como hoy, 21 de julio, del año 1963, el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) comienza sus operaciones en la provincia de Salta, porque considera que la realidad del norte es la realidad de toda la Argentina.

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Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. | Cedoc Perfil

Un día como hoy, 21 de julio, del año 1963, el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) comienza sus operaciones en la provincia de Salta, porque considera que la realidad del norte es la realidad de toda la Argentina.

Está integrado por unos treinta combatientes –dos cubanos del entorno personal del Che Guevara (Hermes Peña y Alberto Castellanos); ex miembros argentinos de la Federación Juvenil Comunista y militantes independientes, que pudieron ser más, pero que por distintas razones no pudieron ser convocados.

El lugar elegido es Orán, ubicada a pocos kilómetros del ingenio El Tabacal, adquirido por Robustiano Patrón Costas, un apellido clásico de la oligarquía argentina, señor de bienes y trabajadores en una región con alto grado de analfabetismo, desnutrición y mortalidad infantil.

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Similitudes de la Argentina de ayer y la de hoy

Jorge Ricardo Masetti, periodista argentino, Comandante Segundo del EGP, pues el Che Guevara sería el Comandante Primero en caso de prosperar el movimiento, dirige el siguiente Mensaje a los campesinos:

Compañero campesino: Te escribimos esta carta para que la leas varias veces y para que se la leas también a todos los arrenderos, peones y compañeros que no saben leer. Nosotros somos trabajadores como ustedes, de distintos oficios y profesiones, a quienes nos explotan en las ciudades y en los pueblos los mismos que los explotan a ustedes en el ingenio, en los montes o en los campos. Todo esto sucede hasta ahora porque los ricos, los dueños de las tierras, los dueños de las fábricas, son también dueños de las armas, tienen la fuerza de su parte. ¿De qué lado se pone la gendarmería o el ejército o la policía cuando hay algún problema? ¿Alguna vez viste que un policía o un gendarme defiendan a un pobre contra un rico? Si todos los arrenderos, peones, obrajeros, pequeños propietarios y contratistas tuvieran un arma, los ricos no los explotarían. Y si los ricos no explotasen a los pobres, sencillamente no habría ricos, porque si nadie explota a nadie todo el mundo tendría que trabajar para vivir. La tierra sería del que la trabaja. Las fábricas de sus obreros (…)  Debemos quitarles los fusiles de las manos y empuñarlos nosotros. La lucha va a ser larga y dura y usarán desde aviones, cañones y ametralladoras, hasta delatores. Con esos hay que ser y seremos implacables. Esto lo arreglará el pueblo. Esto lo arreglaremos nosotros. Y vos, compañero, junto con nosotros cuando juremos: REVOLUCIÓN O MUERTE.”

Los guerrilleros se organizan en grados militares: aspirantes, combatientes, tenientes, capitanes y comandantes. Cuando ascienden de aspirante a combatiente deben prestar el siguiente juramento: “Compañero aspirante, si aceptas los sacrificios de la lucha que el pueblo te demanda, jura con nosotros: Revolución o Muerte”. “Revolución o muerte”, repite el aspirante. Responde quien toma el juramento: “Sólo la muerte te liberará de este juramento.”

La muerte de Perón y la violencia política

Un reglamento de disciplina, de justicia militar y moral revolucionaria, los obliga a acatar las órdenes, tratar con respeto a la población civil, no apoderarse de nada sin permiso de los dueños y pagar lo que se consuma, mantener las armas en perfecto estado, evitar dejar rastros, etc. Sanciona hasta con la muerte la insubordinación; maltrato a la población o al prisionero; descuido con las armas o material político; y toda actitud que lesione la unidad o los fines del EGP; y con la pena de muerte la traición; cobardía ante el enemigo; insubordinación; tortura; violación; asesinato; robo; bandolerismo; deserción.  

Un documento interno considera a la pareja revolucionaria como “una relación integral de dos personas que tiene como eje su actividad revolucionaria. (…) En caso de desacuerdos entre ellos, proyectarlos a la militancia “es una manifestación de individualismo que proviene de considerar a la pareja como una entidad separada del conjunto de la militancia. Se debe superar considerando a la pareja como una célula político-familiar. Otra falta de respeto por la pareja se manifiesta cuando se produce una separación temporaria por las tareas o porque uno de los compañeros o ambos caen en manos del enemigo. En este caso es frecuente que los compañeros tiendan a iniciar nuevas relaciones. Es una manera cómoda de resolver las carencias propias inmediatas y constituye una muestra de fuerte individualismo, al no ponerse en el lugar del otro y mirar las cosas de conjunto, partiendo del punto de vista de los intereses superiores de la Revolución.”

Comunismo y Peronismo: una mirada a partir de la numerología

El Reglamento disciplinario se aplica y se fusila a dos guerrilleros, Rodolfo Rotblar, alias “Pupi” y Bernardo Groswald, alias “Nardo”, el 5 de noviembre de 1963 y el 19 de febrero de 1964, respectivamente.

El grupo revolucionario subsiste hasta abril de 1964, aunque nunca combatirá. La Gendarmería lo localiza por denuncias de los propios campesinos quienes los ven como “personas extrañas, que se internaban en el monte al ser vistos, armados con armas automáticas, vestidos iguales, con idénticos botines y con el pelo y barba crecida.”

Las realidades de la guerra esta vez no coinciden con los sueños.  Exponen la vida por ideales pero se pelean por cosas de la vida diaria. Mientras los cubanos son veteranos de la guerra, los argentinos se caracterizan por su inexperiencia. Abundan las caras largas, un compañero muere con el cuerpo destrozado al caer desde una barranca de treinta metros. El hambre acosa al grupo hasta vencerlo.

Son detenidos  y condenados por la justicia catorce guerrilleros. Aparecen los cuerpos de los guerrilleros fusilados: Rotblat y Groswald, nunca el de Masetti.

El general Onganía y una Revolución Argentina que parecía eterna

“Es posible que sus ideales comunitarios fuesen fantasía. Es posible que sus conspiraciones insurreccionales fuesen temerarias –escribió Edward Thompson-. Pero ellos vivieron en aquellos tiempos de agudos trastornos sociales, y nosotros no. Sus aspiraciones eran válidas en términos de su propia experiencia; y, si fueron víctimas de la historia, siguen, al condenarse sus propias vidas, siendo víctimas.”