OPINIóN
Relaciones

Argentina cerca de convertirse en China

Comparación de los modelos económicos y sociales entre nuestro país y China.

El embajador de China dice que con Alberto Fernández se "fortalecieron lazos"
El embajador de China dice que con Alberto Fernández se "fortalecieron lazos" | cedoc

La Argentina se está aproximando a reunir las condiciones para aplicar el modelo chino. La política de Deng Xiaoping iniciada en 79 estuvo basada en una mano de obra disciplinada y de bajo costo, un estricto control de cambios y un nuevo régimen para el renminbi. En 1980, el Consejo de Estado prohibió el uso de moneda extranjera como medio de pago en todo el territorio y en abril se procedió a  emitir certificados intercambiados por moneda extranjera  para los no-residentes para el pago de sus gastos en el país.  En 1981 se estableció un sistema de cambios múltiples y asignación de cuotas al tipo de cambio de 2,80 RMB por dólar para las empresas que operaban en comercio exterior. Las empresas con exceso de cuota podían vendérselas a las empresas que tenían autorizadas una cuota para gastar en divisas (Modelo Moreno).

En 1985 se autorizó a los nacionales abrir cuentas en moneda extranjera para retirar y depositar divisas. Las multinacionales también fueron  facultadas a realizar operaciones de swaps en las zonas económicas especiales. Este sistema estuvo vigente hasta 1994 cuando se estableció el mercado único  para terminar con la brecha entre el tipo de cambio oficial y el de swaps. El tipo de cambio fue fijado en 8,3 RMB en un contexto de precios y salarios controlados por el Estado.

¿Existe una competencia China-Occidente entre sistemas políticos?

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El estudio del sistema de cambios de China podría formar parte de la materia política monetaria que se dicta en las universidades porque ayudaría a comprender las vicisitudes de los distintos regímenes aplicados en la Argentina. China, al contrario de la Argentina, tenía poca experiencia después de un régimen de cambio fijo desde 1949. La apertura creó un nuevo escenario para las autoridades que debieron recurrir al método de prueba y error. La Argentina por el contario tiene una profunda experiencia pero ninguna pareciera satisfacer las necesidades macroeconómicas lo cual explicaría los continuos vaivenes en especial en el último año donde pareciera no acertar una. 

El problema  del régimen chino residía en que las autoridades confiaban en  que las medidas dictadas por el Consejo de Estado eran aplicadas tal como estaba previsto en la normativa por la predisposición de los ciudadanos de aceptar la autoridad de sus líderes. Sin embargo, las discrepancias entre lo dictado y práctica condujeron a un régimen de tipo de cambio único. El régimen autoritario no pudo evitar que la mayoría de las empresas y los ciudadanos con posibilidades encontraran las formas para violentar la estrechez de los controles que no reflejaban la realidad económica.

La devaluación de 2,80 a 8, 30 en 1994 en el lapso de 15 años pareciera un juego de niños comparado con el salto desde 15 en 2016 a 150 en estos momentos en la Argentina. Para compensar la apreciación negativa se podría decir que a diferencia de China algunos precios todavía no son fijados por el Estado.

Solo faltan algunos detalles como la confianza y la Argentina estará lista para recorrer el mismo sendero exitoso del crecimiento chino.

El resto de la historia es conocida. La apertura económica y el control de las variables macroeconómicas produjeron un creciente flujo de capitales extranjeros para aprovechar las condiciones ventajosas de las zonas económicas exclusivas establecidas para exportar a Japón, Estados Unidos y la Unión Europea. China priorizó la ocupación de la mano de obra ociosa, el aumento de la productividad agrícola y promovió un paulatino proceso de urbanización que le permitió absorber tecnología y capacitación para sus empresas estatales. Como parte del mismo plan cientos de miles de estudiantes según sus méritos académicos fueron enviados a las mejores universidades del mundo para aprender los últimos adelantos de la ciencia contando para ello con la aquiescencia de los gobiernos occidentales.

La Argentina ya tiene un costo de mano de obra similar al de China en 1980, un régimen de cambios al cual es difícil de encontrarle un nombre por su algorítmica complejidad y un sistema de control de precios y salarios (con excepción de la bonaerense). Solo faltan algunos detalles como la confianza y la Argentina estará lista para recorrer el mismo sendero exitoso del crecimiento chino.