OPINIóN
Columna

La prostitución no es una elección

Un día como hoy, en 1913, se promulgó la primera norma contra la explotación sexual y con ella la posición abolicionista del país respecto del tema. Por eso fue instaurado como el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños.

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prostitución 20200921 | SHUTERSTOCK

Un día como hoy pero del año 1913 se promulgó la primera norma contra la explotación sexual más conocida como la “Ley Palacios” (Ley 9.143) y con ella la posición abolicionista del país respecto del tema. Es por eso que el 23 de septiembre fue instaurado como el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños. Por ley, Argentina es un país abolicionista, que no persigue a quienes se prostituyen sino la explotación de la prostitución ajena. Casualmente hoy en nuestro país también se conmemora el Día de los derechos políticos de la mujer, ya que fue el día que Eva Perón anunció la Ley 13.010 de voto femenino. Curioso giro de la historia que ambos hechos se conmemoren el mismo día. Mucho se habla cuando se debate la prostitución sobre la libre elección de las mujeres sobre nuestros cuerpos. Este es un debate que atraviesa los feminismos y aún no está zanjado. Hace unos meses la incorporación del trabajo sexual en el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular, dando a entender a la prostitución como una modalidad laboral, reavivó este debate. En Argentina estamos acostumbrados a debatir a los gritos, pero es importante escucharnos y escuchar a las personas que estuvieron prostituídas para tomar decisiones de políticas públicas integrales y responder a la verdadera condición en la que se encuentra siempre, la de la vulnerabilidad. 

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Algún diccionario versa: “La prostitución es una práctica por la que los varones se garantizan el acceso y reglado al cuerpo de las mujeres”, a la definición falta incluir a las trans y travestis, niños/as y adolescentes. El imaginario simbólico de lo que es la prostitución y el lugar de las mujeres, niños/as, adolescentes, trans y travestis prostituídas/os no puede expresarse con más claridad y sencillez: se pone en el marco del comercio nuestro cuerpo, encubriendo todo lo que viene por detrás. ¿Qué hay por detrás? que la mayoría de las personas prostituídas se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad y pobreza, sufren violencia física, sexual, psicológica, simbólica e institucional. En definitiva hablar de prostitución y libre eleccion es de por sí clasista, porque quienes podría llegar a elegir, están lejos de las situaciones extremas de desidia social, política y económica de la gran mayoría de niñas adolescentes, mujeres y trans prostituídas. 

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La mayoría de las personas prostituidas se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad y pobreza, sufren violencia física, sexual, psicológica, simbólica e institucional.

 

Hoy también conmemoramos que las mujeres tenemos derechos políticos pero ¿poder votar nos otorga la capacidad de decidir y elegir libremente y en condiciones de igualdad? ¿Cuándo? Cuando todas las personas puedan verdaderamente invocar sus derechos y libertades proclamados en la Declaración Universal de los Derechos humanos sin ningún tipo de distinción. Pero a pesar de contar con estos instrumentos, las mujeres seguimos siendo objeto de grandes discriminaciones y desigualdades. Según la medición del aporte del Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, realizado por la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, 9 de cada 10 mujeres realizan tareas de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, por esta razón, nuestra participación en el mercado laboral es mucho más baja y precaria que la de los varones. La situación empeora ahora cuando nos referimos a la población trans, ya que sólo cerca del 27% pudo terminar sus estudios pero el 90% no cuenta con un trabajo formalmente registrado, viven en la pobreza y muchas veces esto las lleva a ejercer la prostitución (según LATFEM). 

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Para poder ejercer plenamente nuestro derechos de elección deberíamos tener acceso al resto de los derechos fundamentales. Lo cierto es que para las mujeres y las diversidades esa cancha está muy inclinada. ¿Se puede elegir libremente cuando tenemos vulnerados nuestros derechos a una alimentación y a no padecer hambre? ¿Estamos en condiciones de igualdad cuando no podemos acceder al trabajo igual que los hombres?, ¿cuando al quedar embarazadas perdemos la oportunidad de terminar la escuela, de avanzar en nuestra carrera? ¿cuando vivimos en condiciones de desigualdad permanente? Sin contar que la mayoría de las veces es desde las redes de trata y el proxenetismo donde se abastece a la prostitución y que este delito por sí mismo no es un fin, sino un medio para llegar a la explotación sexual. La prostitución no se puede separar de todo su trasfondo: la explotación, la vulnerabilidad, la inexistencia de oportunidades, la desigualdad y la esclavitud. En este sentido el recientemente implementado cupo trans supone un gran paso, debería avanzarse en garantizar la inserción laboral en condiciones de igualdad, programas de inclusión y terminalidad educativa, y fundamentalmente acceso a la vivienda para este colectivo y para mujeres, niñas, niños y adolescentes que se encuentran prostituidos.

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Por todo esto, en una fecha como la que se conmemora hoy, es importante  profundizar sobre lo que debatimos. Nadie debe quedar fuera del debate, ninguna voz debe ser acallada o bloqueada. Lo que no podemos permitir es que las personas víctimas que caen en estas redes terminen cargando sobre sus espaldas con la responsabilidad de salir de este sistema de opresión y cosificación que desde un discurso neoliberal enfatiza que la persona es libre de elegir un “trabajo sexual”. Esto no hace más que revictimizarlas, cotidiana e infinitamente y por sobretodo es no reconocerles sus derechos. Más de un siglo después de la Ley Palacios, como sociedad en general y como Estado en particular, tenemos que garantizar la libertad de todas las personas, enfatizando la de quienes son prostituídas, explotadas y viven en condiciones de extrema vulnerabilidad. Necesitamos un Estado que mire a los problemas de manera integral, que no niegue la existencia de la prostitución, pero que tampoco encubra la explotación sexual bajo una figura mercantil como el trabajo, justificando al proxeneta y la explotación que éste perpetua. Necesitamos un Estado que siempre tenga presente el contexto social y el trasfondo de todo lo que ésta conlleva. No se puede gobernar ni legislar creyendo que la prostitución es una elección cuando las personas prostituídas, en realidad son víctimas de la ausencia del Estado.

 

* Defensora Adjunta del Pueblo de CABA.