OPINIóN
Análisis

El monumento a Julio Argentino Roca: un casus belli entre furor iconoclasta y miopía histórica

El esquemático resentimiento, junto a un capcioso revisionismo, que quiere descalificar la memoria de Julio Roca, corresponde a la típica narrativa del odio.

Monumento a Julio Argentino Roca-20210127
Monumento a Julio Argentino Roca. | Shutterstock

El caso de la estatua de Julio Argentino Roca, retirada del centro de la ciudad de Río Gallegos a finales de diciembre de 2020, constituye el más reciente acontecimiento de una larga serie que ha conocido, en casi tres décadas, diferentes modalidades de expresión. De hecho, la decisión de removerla se inscribe en el marco de una perniciosa tendencia que une iconoclastia y revisionismo acrítico y prevaricador.

Por ejemplo, ya en 1997, en una campaña de firmas impulsada por la Comunidad Mapuche de Anekón Grande y por unos ciudadanos de Bariloche que pedían el retiro del monumento y el cambio de nombre de la plaza, se evidencia una voluntad de imponer una perspectiva unilateral de los eventos históricos, cancelando un símbolo que no corresponde a su mirada de la historia. Frente a esta visión sectaria, afortunadamente la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos consideró que «la estatua del general Julio A. Roca levantada en la plaza del Centro Cívico de Bariloche forma parte de la totalidad del monumento histórico nacional constituido por ese centro y no debe cambiarse su ubicación».

El fenómeno de auténtica damnatio memoriae hacia el político tucumano tiene un nuevo episodio en el año 2004. El ostracismo antiroquista se expresa a través de la polémica impulsada por el escritor Osvaldo Jorge Bayer, que propuso desplacar la estatua ecuestre de Roca del centro de Capital Federal, porque no se podía celebrar «al héroe del genocidio». Ocho años después, en el 2012, el sentimiento de hostilidad contra Julio Argentino Roca se reproduce a través de un acto de auténtico vandalismo: en la ciudad de San Carlos de Bariloche los integrantes de la Cooperativa 1 de mayo intentaron derribar el monumento del ex presidente.

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Quieren cambiar el monumento a Roca por uno de Néstor Kirchner

Estas manifestaciones, que en los años sucesivos se han intensificado, se caracterizan por un denominador común: el esquemático resentimiento, junto a un capcioso revisionismo, que quiere descalificar la memoria de Julio Roca, corresponde a la típica narrativa del odio. Se construye al enemigo y, a través del antagonista, se define una identidad y un sistema de valores. En sustancia aplicando la dicotomía amigo/enemigo de Carl Schmitt, se establece el hostis, el enemigo público, y se encamina un proceso que tiende a cancelar determinadas huellas del pasado. En esta praxis de condena de la memoria hay una violenta prevaricación y rechazo de la historia para reescribirla a su gusto.

Frente a esta postura tan peligrosa —que desconoce los méritos de Roca en términos de promoción de desarrollo económico, político y social de la República, del impulso a la inmigración y de la realización concreta del espíritu alberdiano de la Constitución Argentina— me encomiendo a las palabras del escritor José Ignacio García Hamilton que, en ocasión de la provocación lanzada por Bayer, afirmó: «A Roca hay que juzgarlo en la integridad de su acción. Fue absolutamente progresista; impulsó la ley de enseñanza laica, gratuita y obligatoria; impulsó un código de trabajo y promovió la ley de descanso dominical; creó las escuelas industriales y de lenguas vivas».

 

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Si es indudablemente necesario tener una mirada crítica respecto a la Conquista del Desierto, este proceso se tiene que situar dentro de la ley 947, que quería dotar una parte del territorio de servicios esenciales, como las escuelas, el correo y el telégrafo.

En sustancia retirar los monumentos dedicados a Roca significaría desconocer uno de los momentos más altos de la memoria histórica del país, borrando, en pocos minutos de gamberrismo ideológico, decenios de avances y progreso, y derrocando uno de los pilares de la democracia liberal como la educación pública y gratuita. 

 


* Carlo Mercurelli. Magíster en Historia en la Universidad de los Estudios de Milán. Director del Departamento de Investigación "Jorge Estrella" de la Fundación Federalismo y Libertad. Corresponsal y miembro del Laboratorio de Traducción Jurídica del Centro de Investigación Interdepartamental sobre Discriminaciones y Vulnerabilidad (CRID) – Universidad de los Estudios de Módena y Reggio Emilia – UNIMORE (Italia). Perito Traductor de Italiano-Español, inscripto en el Superior Tribunal de Justicia de San Luis y en el Consulado General de Italia en Mendoza.