OPINIóN
Columna de la UB

Ciberterapia durante la pandemia de COVID-19

Apelamos a no descuidar la salud mental y a reducir el impacto psíquico que conlleva el confinamiento. Nos focalizamos en lo que podría denominarse un cuidado biopsicosocial: que cuiden su cuerpo, su mente y su entorno.

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Videollamada | Matilda Wormwood / Pexels

Debido al aumento de contagios por la llagada del COVID-19 a la Argentina, tuvimos que hacer lo que tantas veces solicitamos a nuestros consultantes, que es salir de la preocupación y ocuparse. Así fue que nos vimos obligados a ordenar el consultorio online.

Algunos profesionales ya utilizaban la atención remota o terapia en línea, generalmente en casos de pacientes que estaban en el exterior, o se habían mudado. Pero para otros era una modalidad completamente nueva y representaba un desafío. Para los psicólogos, el de adaptarnos a contener a partir de una pantalla y a trabajar por medio de una palabra que probablemente vendría con interferencia y delay. Para los psiquiatras, a emitir recetas y transformarlas en digitales.

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Comenzamos a avisarle a cada paciente que nos mudábamos al consultorio virtual, estableciendo un nuevo encuadre de trabajo. Así fue como, por medio de videollamadas, llamadas telefónicas y mensajes, continuamos trabajando. Nos flexibilizamos incluso en los motivos de consulta iniciales y en los objetivos terapéuticos.

Pero mientras nos cuidamos del COVID-19, apelamos a no descuidar la salud mental y a reducir el impacto psíquico que conlleva el confinamiento. Como profesionales del área nos focalizamos en lo que podría denominarse un cuidado biopsicosocial de nuestros pacientes: que cuiden su cuerpo, su mente y su entorno.

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Para el cuidado del cuerpo, recomendamos no alterar ritmos circadianos y mantener los ciclos de sueño-vigilia, incorporando una adecuada higiene del sueño. También, mantener hábitos nutricionales saludables, reduciendo el hambre emocional, además de evitar el sedentarismo e incorporar en la rutina el ejercicio dentro del hogar.

Para el cuidado de la mente, sugerimos aprender a moderar los pensamientos intrusivos, y reducir las preocupaciones que impactan en nuestras emociones y conllevan a la ansiedad, el miedo y la tristeza. También, a cultivar la aceptación, el optimismo o la dialéctica, para estar calmos y sobrellevar la situación sin perder dominio de nuestras acciones.

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Para el cuidado del entorno, proponemos asimilar la convivencia, aprender a respetar los espacios, a cuidarse mutuamente, a ser tolerantes, a construir armonía evitando el conflicto o aprendiendo a dialogar de forma asertiva.

Con el correr de las semanas y de las sesiones, pacientes y terapeutas nos adaptamos mejor a la modalidad online, no quizás así al confinamiento del cuál comenzaremos a estudiar las secuelas. Se enciende la cámara, se escucha la voz del paciente y preguntamos: “Como estuvo la semana”. “Y acá, en casa”, nos responde, y ambos sonreímos. Antes de atenderlo, colgamos la ropa. Cuando termine la sesión, quizás cocinemos. Pero seguimos conteniendo, sosteniendo y compartiendo. Para nosotros también es nuestro primer confinamiento.

 

* Integrante del Observatorio Clínico de Salud Mental y Adicciones de la Universidad de Belgrano.