Las falacias son argumentos que simulan ser válidos, pero no lo son. No son inocentes y configuran un enorme riesgo. Parecen correctas en una mirada superficial, pero cuando se profundiza el análisis revelan su falsedad. Pretenden manipular nuestras facultades críticas. No es éste el momento de tratados de lógica. Pero sí de entender, difundir y denunciar la intencionalidad de su uso.
Una falacia es una argumentación aparente que se utiliza para defender algo falso, exponiendo premisas falsas como verdaderas. Si marcada la falacia hay correcciones, hay honestidad intelectual. Si persiste en las mismas conclusiones, a través de otro razonamiento, existían entonces otros fines, y el argumento que expone la falacia no es más que una forma de encubrir decisiones ya tomadas.
Las falacias, de moda en la Argentina, buscan la desvalorización de los pensamientos alternativos al del oficialismo, y tienen como objetivo descalificar otros caminos para enfrentar la pandemia. La falacia de "Las únicas dimensiones son la salud y la economía y son mutuamente excluyentes" implica reducir el análisis a menos variables de las verdaderamente significativas y conduce hacia la falacia de la falsa simplificación. Claramente mezcla dos argumentos.
Sabina Frederic: "Hablar de la cuarentena más larga del mundo es una visión muy porteño céntrica"
Por un lado reduce la cantidad de dimensiones a dos: salud y economía. Con mirada estrecha, salen del campo variables institucionales como funcionamiento de los tres poderes, libertades públicas, estrechamiento y estigmatización de los que piensan diferente. El modelo deseable es un triángulo que contemple política sanitaria, aparato productivo y pleno funcionamiento de las instituciones.
Pero además salen de la escena elementos como el impacto psicológico de las personas confinadas, donde la salud mental se resiente en la angustia del encierro, y las consecuencias en las relaciones sociales en donde dos emociones, miedo e incertidumbre, se han insertado de manera consistente.
Por otra parte, la falsa dicotomía entre salud y aparato productivo encubre la no resolución de la imperiosa necesidad de pensar la Argentina a la salida de la crisis. Para las estrategias sanitarias, como para cualquier política pública son imprescindibles recursos que solo se obtienen de los impuestos que paga el sector privado. Además quitarle legitimidad a cualquier consideración que exceda la concepción sanitaria de la cuarentena, termina por negarle a las personas el derecho a angustiarse. Así como hay una sola opción legítima -la salud-, imponen un único motivo legítimo para la angustia -el temor a la enfermedad y a la muerte.
La falacia de "Ustedes no pueden hablar" surge como un rugido cuando alguien desarrolla y expone una idea alternativa. El peso del argumento es aquí irrelevante. Por el contrario, denota la falta de consistencia del que descalifica de ese modo. Encubre además un ataque nada sutil. Lo aplican a políticos de la oposición y a periodistas, pero lo generalizan a cualquiera que piensa diferente. La descalificación pasa por atacar a los que trabajan en determinadas empresas, por la posición social, por el paso por la gestión pública. En las versiones más extremas lo aplican a cuestiones raciales y religiosas e, inclusive, a la edad.
Marchas y protestas en todo el país: cruces entre personal de salud y grupos anticuarentena
La falacia de "Militar la Anticuarentena" resulta inexistente. Ningún dirigente serio de la oposición lo afirma. Sólo algún despistado puede hacerlo. Por el contrario, desde el Parlamento, los Gobiernos locales y la conducción de los partidos opositores han dado sobradas muestras de madurez. Endilgarles a los adversarios opiniones que nunca emitieron vincula con la construcción de enemigos imaginarios y el ensueño hegemónico de pretender diseñar no solo al oficialismo sino también a la oposición.
La falacia de "Militar la Anticuarentena" se vuelve especialmente peligrosa cuando se combina con la de ̈El que piensa distinto no defiende la vida ̈, que es su inmediata derivación. Allí el accionar es completado: le adjudican al que piensa distinto opiniones que nunca emitió, y desde esa falsedad lo exhiben como despreocupado de toda conciencia humanista en defensa de: la vida.
La falacia de "los casos internacionales nos avalan", más allá de la inaceptable reiteración de errores que, aunque admitidos y reconocidos siempre suceden para el mismo lado, se cae en las falacias de la comparación defectuosa y la generalización apresurada. Se comparan datos con otros con el que no tienen relación y se hacen afirmaciones sobre muestras inadecuadas. Se confía en la elaboración de resultados en base a estadísticas imprecisas y se pretende en la presentación dar certidumbre y veracidad.
Esta falacia excede a los errores, la falacia está también en la forma de armar los datos para extraer conclusiones que exceden las premisas. En realidad disimula el intento de justificar los hechos propios a través de comportamientos ajenos. Esto pone en evidencia la falta de argumentos sólidos que avalen las conductas adoptadas.
La falacia de "Durará lo que tenga que durar", la afirmación niega una responsabilidad crucial e indelegable. La falacia consiste en mostrar a la autoridad política como ajena a las decisiones que se toman. La pandemia tiene variables con alto grado de incertidumbre en lo científico. Con el paso de las semanas la humanidad ha ido despejando incógnitas con respecto a los mecanismos de propagación, lo que ha permitido estrategias variadas para enfrentarla.
"No se trata solamente de pensar la Argentina a la salida de la crisis, sino más bien de pensar y actuar también la hipótesis de una prolongada convivencia con el coronavirus"
La duración de las medidas no es un hecho de la Naturaleza sino una decisión política. La profundidad abarcada y la calidad de la implementación son también de su responsabilidad. Pensar en la salida de la cuarentena es tarea central, tan imperiosa como el manejo de la misma. Toda la experiencia internacional acumulada muestra los intentos de salir sin desaciertos en el menor tiempo posible. Adicionalmente, no se trata solamente de pensar la Argentina a la salida de la crisis sino más bien de pensar y actuar también la hipótesis de una prolongada convivencia con el coronavirus.
Las falacias aquí descritas no son exhaustivas, no abarcan todo el espectro. Hay otras, que vale la pena hallarlas. Es una colección abierta. Pero las identificadas sirven para entender la construcción de un supuesto sentido común que se presenta como el único posible. Son las herramientas que se usan para la construcción de un relato, que oculta la realidad.
Por otra parte las falacias presentadas son interdependientes. Como un castillo de naipes, se sostienen unas con otras. Descubierta la trama, basta seguir a una y aparecen todas. Pensar mejor sirve para actuar mejor. Es imprescindible hoy cuando cuidar a los argentinos es cuidar su salud, cuidar sus fuentes de trabajo y cuidar sus derechos.