OPINIóN
Comedores y nutrición

Cuando dar polenta es tener poder

Argentina no tuvo ollas populares, merenderos ni comedores hasta que apareció la hiperinflación de fines de los ’80. Pero eclosionaron en el 2000 y hoy la mitad de los argentinos se alimenta en un comedor.

Comedores - Córdoba
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El Presidente Javier Milei durante su discurso en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford, en San Francisco, California (EEUU), dijo: "¿Ustedes se creen que la gente es tan idiota que no va a poder decidir? Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre". 

Una vez más sus declaraciones generan polémicas, controversias, por eso cabe reflexionar sobre la problemática del acceso a los alimentos, específicamente sobre las consecuencias de una mala nutrición y cómo esta carencia afecta el cerebro.

Cabe recordar que los comedores no son un fenómeno del siglo XXI y al intentar determinar el origen es imposible dejar a un lado los acontecimientos políticos, económicos y sociales pues determinan la aparición de dichas organizaciones; no existe surgimiento alguno que no esté atravesado y condicionado por tales factores. En Europa se sabe que las organizaciones dedicadas a dar una respuesta alimentaria se sitúan en el siglo XVIII. 

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En Estados Unidos la creación del primer comedor coincide con la Gran Depresión en la década de 1930, rápidamente derivaron en una red nacional que junto a otras medidas permitió mitigar la crisis económica que atravesaba el país.

En América Latina comienzan a propagarse paulatinamente en la década del ‘60 y en Argentina las ollas populares, los merenderos y los comedores salen a la luz sobre finales de los ochenta con la crisis hiperinflacionaria y eclosionando entre 2000 y 2001. Posteriormente hay escenarios de continuidades y cambios en los comedores comunitarios.

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Este breve recorrido es necesario para enmarcar las problemática, puesto que, más allá de la emergencia, hay tres factores que no varían:

  • Los comedores surgen como respuesta para garantizar algo tan básico como la alimentación, 
  • Estos espacios asistidos por el Estado y también por las donaciones que reciben, cuentan siempre con la participación de actores barriales 
  • Comedor y hambre son las dos caras de la moneda

En definitiva, los comedores tienen modalidades de gestión y de organización diferentes, están atravesados a veces por vínculos políticos, por recursos estatales, por las características barriales y por las redes que se tejen, pero de lo que no caben dudas es de que son instituciones que dan respuesta ante una emergencia y que por primera vez se asiste a un conflicto en el que lo que se discute es la entrega de comida, es decir que una ración de polenta se convierte en un objeto de poder.

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Desde la Psicología se puede afirmar que estamos ante la presencia de un acta de defunción anticipada y garantizada, puesto que, así como hay una estrecha relación entre comedores y hambre, también hay una estrecha relación entre comedores y cerebros.

Desde la Psicología siempre formulamos preguntas; son el recurso para poder generar líneas de pensamiento y acción. Entonces: ¿Cómo impacta la alimentación en el cerebro? Si pensamos en desnutrición ¿quiénes son los “desnutridos emocionales”?

En Argentina, la pobreza y la indigencia según el informe del mes de enero de 2024 del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina alcanza al 57,4%. Devaluación, disparada de precios de la canasta, inflación, porque todo sigue aumentando y la pérdida del poder de consumo por el impacto en los salarios se convierten en el combo letal para que una familia pueda pensar en nutrición y crianza.

Si bien muchos pueden abonar la grieta y buscar responsables, el eje en este análisis es entender que la mitad de nosotros se alimenta en un comedor y en este contexto preocupa y duele que a esa mitad no le lleguen los alimentos.

A la Psicología este conflicto le suena y le resuena, y ¿al resto? Les aseguro que la alimentación adecuada durante el proceso de gestación y los primeros años de vida son decisivos y las consecuencias son de orden colectivo. ¿Debería hacernos ruido? ¿Debería llamar la atención? ¿Cómo garantizar el desarrollo y los aprendizajes cuando lo que suenan “son las tripas de los chicos”?

Quienes accedemos a imágenes y estudios de resonancia magnética en las que se pueden comparar las diferencias entre recién nacidos en hogares con mayor y menor poder adquisitivo, advertimos las diferencias: los más desfavorecidos presentan hasta un 10% menos de materia gris.

La pobreza opera como acta de defunción anticipada, afecta capacidades cognitivas y por ende hay mayor probabilidad de fracaso escolar. A su vez, impacta en el desarrollo físico por el déficit alimentario y también genera desorden emocional"

La pobreza opera como acta de defunción anticipada, afecta capacidades cognitivas y por ende hay mayor probabilidad de fracaso escolar. A su vez, impacta en el desarrollo físico por el déficit alimentario y también genera desorden emocional.

La deprivación no solo garantiza “delgadez” o el “abdomen abultado” por la ingesta de carbohidratos, sino que como asegura Eldar Shafir, psicólogo, especialista en Ciencias del Comportamiento y Políticas Públicas, equivale a poseer menos espacio cognitivo que permita pensar y concentrarse, ya que la mente está “ocupada” por otra preocupación: subsistir.

Raciones escasas, falta de cuidados, carencia de estímulos, condicionan y afectan el cerebro certificando el debilitamiento y hasta la desaparición de circuitos y conexiones neuronales para procesar información, que cuando persiste favorece al estrechamiento de la corteza cerebral. Mención especial merecen aquellos niños y niñas que no sólo no cubren las necesidades básicas de ingesta, sino que se alimentan de restos de basura y de lo que encuentran en los contenedores, generando cuadros de intoxicación.

Que la pobreza afecta el cerebro ya no caben dudas, pero me pregunto: ¿Quién tiene el cerebro más afectado? ¿Quién está más desnutrido emocionalmente? Seguramente los/as que tienen “la panza llena”, los/as que tienen mayor grado de responsabilidad y de poder, los/as que mandando a “cerrar comedores” y enarbolando la bandera del déficit cero, defecan en las personas que esperan una ración de comida.

*Dra. en Psicología