Abrir el debate sobre cual fue la primera Fortificación y Puerto de Buenos Aires, por Don Pedro de Mendoza, es la propuesta del libro de Eduardo Arcuri y equipo, que según su hipótesis se realizó en las barrancas del Cazador, Belén de Escobar y no en el Parque Lezama.
La intención es buscar la verdad histórica, basada en hechos, evidencias y no en meras decisiones políticas como las que movieron, durante la denominada década infame, al entonces Intendente de Buenos Aires, Mariano de Vedia y Mitre, de decretar la fundación en Parque Lezama, sin argumentos históricos.
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La hipótesis y el trabajo desarrollado y compilado por Eduardo Jorge Arcuri, comienza por definir la versión de cuáles fueron las misiones y causales para que Don Pedro de Mendoza se convierta en el personaje designado para la conquista del Río de la Plata y se logre al fin, reconocer que fue en las barrancas de Escobar, donde el adelantado fundó el real y puerto de Nuestra Señora de los Buenos Ayres.
Siguiendo los criterios ordenados por el Rey en la capitulación, sus objetivos y la estrategia militar de frenar el avance de los portugueses sobre las costas del Río de la Plata.
Se marcan las diferencias, entre el relato de la década infame, se hace notar cada una de las hipótesis fundacionales que se han presentado hasta hoy.
No se buscaron restos de una “ciudad” ni de un asentamiento hecho de adobe, hace casi 500 años, tal lo relatan las crónicas, sino que los autores se concentraron en explorar aquellos lugares donde encontraron los vestigios más relevantes, como ser: el análisis de la sedimentación del estuario que, hace 500 años, permitía la navegación de las naves de la época hasta la actual localidad de Belén de Escobar.
Localizar el lugar del combate del día de Corpus Christi según los objetos hallados oportunamente con la colaboración de baqueanos locales.
Estudiaron el terreno para fijar el asentamiento nativo aledaño a una gran laguna de abundante pesca, tal como la describe Ulrico Schmidl en sus crónicas.
Buscaron definir si el cementerio indio o los restos fósiles de una batalla, permitiéndoles determinar que en “Las Vizcacheras” se hallaron restos óseos humanos de nativos que no obedecen a los ritos de enterramiento de tribus locales, sino a muertos en combate, según el relato del sacerdote portugués Antonio Rodríguez, testigo presencial del enfrentamiento y deducir el posible lugar donde fue hallado el cuerpo sin vida del capitán Luján, adecuando al relato de que su caballo corrió desbocado con su jinete malherido, a la vera del río que bautizaron con su nombre.
Los mapas relevados durante el siglo XVI, el río Luján desembocaba directamente en el “Gran Paraná” y no en el Río de la Plata como lo hace actualmente, pasando por la localidad de Tigre.
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Según las distancias descritas por Schmidl, coincidentes con la distancia de las 4 millas de a pie (aproximadamente 6 km) que median entre Las Vizcacheras y El Cazador.
Esto permitió redefinirlas por la conversión moderna del Sistema Métrico Legal Argentino, para interpretar las distancias entre el asentamiento del real, la gran laguna y el lugar del combate.
Con estos detalles, asociados a los relatos de los cronistas de la conquista, nos acercamos al lugar donde sí pudo o debió haberse asentado el real (fuerte), en coincidencia con “el riachuelo de los navíos” que sirvió como puerto natural para el resguardo de las naves de la expedición.
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Una de las razones, que asevera esta hipótesis, surge de los juicios que se realizaran en España a los herederos de Don Pedro de Mendoza, de quienes habían financiado la expedición y no habían recibido en compensación ninguna pieza de metales preciosos, reclamando parcelas de terrenos cerca de Escobar.
Por lo tanto, no se debía buscar una “ciudad” sino un fuerte y un puerto, que la verdad podrá salir a la luz, fruto de este debate y de investigaciones futuras, y quizás lo más importante, una vez que se encuentren los cuerpos de los europeos que fueron parte de la expedición, enterrados según las normas de la época.
* Diego Castagnaro. Concejal en Escobar.
