OPINIóN
Más allá del discurso

El filojudaísmo en Javier Milei

El programa del candidato “paleolibertario” es teológico-político. Siente devoción hacia los judíos, pero desconoce sus tradiciones. El socialismo, el anarquismo y el comunismo que tanto denigra tienen una larga tradición judía. Su mesianismo “es vacuo” y repite la lamentable “retórica de los asesinos”.

Javier Milei
Javier Milei | Agencia NA

Mucho se habla del candidato a presidente por La Libertad Avanza. Pero hay un aspecto muy ignorado y poco indagado en artículos críticos y libros como El loco (2023) de Juan Luis González: la tradición judía. Sabemos por entrevistas realizadas que tiene un guía espiritual, una persona que lo ayuda a tomar decisiones importantes y esa persona es un rabino. 

La pregunta e indagación de este texto no es tanto sobre los consejos del rabino en particular o en qué ayuda, sino más bien qué herramientas judías utiliza Javier Milei para construirse como candidato en una nueva campaña presidencial. ¿Qué ocurre cuando hay una promesa del candidato a presidente hacia el judaísmo local? ¿De qué forma utiliza el judaísmo un candidato a presidente? ¿De qué forma saca provecho acerca del judaísmo? ¿Qué metáforas usa y por qué lo hace?

El programa “judío” de Javier Milei no responde a una política de odio, sino al hartazgo. Busca aquello en sus votantes: vehiculizar el hartazgo y llevarlo a cabo. El odio en sí no moviliza a los paleolibertarios, en todo caso, es el odio al sistema en su urgencia. De hecho, no hay un odio hacia “lo judío” y al judaísmo como no hay un odio al sistema democrático. Es algo aún más profundo. Hay una utilización de lo judío en su discurso que ratifica los elementos judíos en pugna dentro del espacio.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Primero me gustaría detenerme en la propuesta, en el posible traslado de la embajada argentina en Israel de Tel Aviv hacia Jerusalén. En otras palabras, la primera propuesta es doble: viajar a Israel -con todo lo que eso conlleva- y mover la embajada como ya hizo Donald Trump con los Estados Unidos. 

Javier Milei, ¿el candidato que pretende apropiarse del judaísmo?

Porque una propuesta de tal calibre responde a un ademán específico y a un panorama particular. El programa de Milei no es político, es teológico-político. Milei propone el traslado de la embajada argentina de Tel Aviv (donde, entre tantas cosas, se firmó la independencia de Israel y la importancia de la ciudad es histórica ya que esa es su querencia) a Jerusalén (a propósito del accionar del Rey David). 

Milei argumenta que “cuando el Uno [Dios] le ordenó a Moisés que rompa las primeras Tablas de la Ley la primera palabra que pronunció fue Jerusalén y ahí fue donde el Rey David estableció la capital, por lo tanto, hay que llevar la embajada desde Tel Aviv a Jerusalén”. 

Pero también hay otro componente: en una entrevista reciente con Jonatan Viale, Milei habla del Kotel; Milei no habla del Muro de los Lamentos, sino del Kotel. En definitiva, el paleolibertario usa el lenguaje sagrado para fines políticos. Esto ocurre cuando lo político es invadido por lo teológico y es lo contrario de la secularización. Porque el retorno a Jerusalén se da, en tanto y en cuanto, haya un movimiento de reconfiguración entre lo teológico y repercuta en lo político de la actualidad. 

Desde el mito religioso hasta la actual política argentina. El traslado es teológico y se concreta en la política.

La teopolítica de Javier Milei

Javier Milei, al sentirse atraído por el judaísmo, se identifica, es decir, opera a través del principio de mímesis. Este principio es tan fuerte en el paleolibertario que una de sus propuestas es convertirse al judaísmo cuando sea presidente. En lo fundamental, podemos sondear que él siente devoción hacia los judíos por las situaciones históricas que atravesaron. Pero desconoce sus tradiciones, esa es la verdad. Porque lo que tanto denigra como el socialismo, el anarquismo y el comunismo tiene una larga tradición  judía. Y todavía hay más: Milei siente una atracción por la situación expuesta de los judíos a desaparecer y se ve reflejado en dicho momento. Siente su porvenir aferrado a lo judío. Así como a ellos los intentaron exterminar, Milei cree que también lo han intentado borrar del mapa (mediático, político, social). Pero cuando se intenta borrar a algo o alguien y eso no se concreta, resurge con más potencia. Milei se proyecta en esa fantasía.

La vida desconocida de Javier Milei: una charla con el autor del libro “El loco”

La relación de Javier Milei con los judíos es amplia, pero ya no se trata de amor a los judíos (prosemitismo) u odio hacia los judíos (antisemitismo). Se trata de remarcar su diferencia, la diferencia como pueblo y etnia separada del resto. Digámoslo sin tapujos: esa diferencia es la diferencia que actúa por connotación. Porque no importa, en este caso, si es positiva o negativa; importa que hay un rasgo distintivo y es la diferencia. El judío es la diferencia. 

El sociólogo Zygmund Bauman lo retrataba a través de alosemitismo porque aún con su carga de sentido, el pueblo judío era tratado de forma diferente en los distintos períodos históricos. Desde la antigüedad, el medioevo, la modernidad y la actualidad, los judíos tienen un trato diferencial con los otros pueblos. Esta época tampoco es la excepción a la regla.

Ultraderecha: ¿ola o tsunami?

Si seguimos a Alejandro Kaufman, profesor universitario y ensayista cultural, frases como “tengo una hija judía” o “tengo una nuera judía” han sido deslegitimadas por el paso del tiempo. Milei se vio obligado a incorporar una novedad: “me voy a convertir en judío” o “me dedicaré a estudiar la Torá”. 

Esta emergencia podría significar una superación en su alosemitismo, desde ya. Porque incorpora palabras y metáforas hebreas a su repertorio (con la sola escucha de Moshé en lugar de Moisés, podemos dar cuenta de esto) junto a una forma cruzada que compone una verdadera banalización rampante de lo judío y, por tanto, no sólo tenemos una mímesis con lo judío sino también una atroz banalización.


Lo judío en Milei

Lo judío, en Javier Milei, ocupa un lugar transversal porque no sólo se ocupa de la posibilidad de convertirse para entrar en sus filas sino que también, en el mismo momento, encuentra la tangencia de aprehenderlo para su discurso, sea en diputados o en su campaña presidencial.

Yendo un poco más al grano, uno de los enunciados “judíos” de Javier Milei es la recuperación de aquella frase pronunciada por los judíos sobrevivientes al acontecimiento Auschwitz o los diferentes campos de concentración construidos por el nazismo: “el mejor testimonio es que nosotros ganamos porque estamos vivos”. 

Juan González: "La palabra loco acompaña toda la vida a Javier Milei"

Estas palabras fueron pronunciadas por el candidato presidencial en su visita junto a Ramiro Marra, candidato a Jefe de Gobierno por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al Museo del Holocausto de Buenos Aires el 20 de julio de 2023. Es importante señalar este desdoblamiento: pasó de un yo a un nosotros, de una familia tradicional de clase media a un sobreviviente o hijo de sobrevivientes de Auschwitz que comprendió el genocidio cometido por el nazismo. 

Por cierto, el desdoblamiento no hace sino que reconfirma la transposición en voces de la víctima al victimario, del asesinato al asesino. Es posible inscribir a Milei en una genealogía de transposición en voces: así como el siglo XIX tuvo a Julio Argentina Roca que llevó a cabo la Campaña del Desierto y la utilización de las voces de los pueblos originarios para su “integración”, el siglo XX tuvo a los desaparecidos donde las voces no se pueden escuchar quedándonos sólo la recuperación de ellas y el siglo XXI tiene al minarquista que se incorpora entre las voces de los asesinados por el nazismo y sus colaboradores. 

La vice de Javier Milei, "defensora de Miguel Etchecolatz"

La aparición del shofar, instrumento ritual del judaísmo, en el acto de cierre de campaña en el Movistar Arena condensa lo desarrollado hasta aquí. No es que sea antisemita, sino que compone su alosemitismo. ¿Por qué no incorporar elementos de otras religiones y culturas como la del islam, la del cristianismo o la hindú?

La utilización de símbolos judíos, como el shofar, seguido de la destrucción de edificios -tal como se vio en el acto- conforma, por un lado, la visión apocalíptica y, por otro lado, el mesianismo. Un mesianismo político de fórmulas, números y salvación. Milei promete la salvación, pero ¿a qué costo? ¿Quiénes tributan a esa salvación? ¿Cuál es el precio del mesianismo? ¿Cómo afrontar ya no los 40 años de democracia sino su plebiscito? Y, sobre todo, ¿quién se va a hacer cargo de una destrucción cómo la que se propone? 

El mesianismo judío

El grave problema de presentarse como mesías a sí mismo y proponer la salvación para incrédulos e incautos es ignorar al propio mesianismo judío. 

Porque el mesianismo judío se compone de una espera interminable y de la declinación de los distintos mesías que se presentaron en la historia (Jesús, Bar Kojba, ShabtaiTzvi, Jacob Frank). Presentarse como la persona que viene a salvarnos y proponernos fórmulas para enfrentar la crisis no es otra cosa que un mesianismo vacuo. De más está decir que no se comprende la otra parte fundamental del mesianismo judío: la iconoclasia. 

¿Por qué fracasaron todos los mesías de la historia? Porque no destruyeron sus signos. En vez de ir más allá de la imagen y destruir los monumentos para su legado, eligieron quedarse con el signo y perpetuarse en la imagen. Esto nos lleva a otro puntapié: para la llegada de un mesías, hay que pagar con la destrucción. La historia y su fin se hace un lugar con el eschaton

La escatología entra en escena si el mesianismo se hace presente, por ende, el costo sería tan disparatado como elevado. ¿A costo de quiénes llega un nuevo mesianismo? ¿Cuál es el costo del mesianismo? La destrucción porque todo mesianismo (político o no) tiene como resultado el desastre. Sin embargo, tenemos una forma de combatirlo y dar lucha: neutralizarlo. La neutralización del mesianismo es la única forma de extirparlo de raíz y eliminar toda la potencia destructiva de su proyecto. 

Los silencios

Es importante advertir las omisiones, pero sobre todo los silencios. La tarea de la crítica es la lectura de estos silencios. Una idea que proviene de la Cábala y hoy por hoy está en auge es el tikunolam. Tikun es arreglo o reparación y olam es mundo: es el arreglo del mundo. Si bien se parte de una idea de origen místico, la misma se extrapola a un sentido sociopolítico. 

Margarita Stolbizer: “Me preocupa mucho que Javier Milei sea presidente”

El arreglo del mundo es algo que depende de cada judío y, en particular, de cada ser humano. Lo cabal a subrayar es que ha sido obliterado por el minarquista ya que conlleva lo colectivo, la multitud, la masa. En un programa político como el propuesto por Milei donde impera la individualidad y lo colectivo se diluye, el silencio está puesto en ideas emancipadoras: arreglar lo que está mal y perpetuar el bien. Un detalle más: esta noción de arreglar el mundo es del rabino y cabalista Isaac Luria o, más conocido, el Arizal. Parece ser una paradoja para el paleolibertario porque Ari es león y Zal que su memoria sea bendita. Sin embargo, Milei que propone una alegoría de un león junto a su manada y que, casualmente, la idea del tikunolam sea ignorada y sea invención de un hombre conocido como el santo león de bendita memoria sólo puede ser un chiste de Dios para su pueblo. Como reza el refrán en ídish: “el hombre piensa y Dios se ríe”.

La retórica de los asesinos


La ultra-derecha argentina, al menos desde 2019 hasta hoy, se argumenta con tres avatares-genealogías-itinerarios. Las tres figuras son Javier Milei, Carlos Maslatón y José Luis Espert. Maslatón, por caso, fue quien introdujo a Milei al judaísmo y, sobre todo, la persona que estuvo detrás de Milei para impulsar lo que hoy llamamos La Libertad Avanza. Javier Milei, en Neura Media, le dice a Alejandro Fantino que va a “exterminar” al kirchnerismo y se va a encargar de Cristina Fernández de Kirchner. Carlos Maslatón, en cada comida y a la hora de pagar, utiliza la palabra “masacre”. José Luis Espert con su tan característica “bala”.

Las palabras no son inocuas, son nocivas. Si algo se puede conocer a través de las experiencias históricas, es que las matanzas no se terminaron nunca, se interrumpieron. Estas tres figuras de la ultra-derecha argentina repiten en forma continua palabras propias de la retórica de los asesinos. Porque, por sobre todas las cosas, no podemos dejar que la palabra común sea homologada a la palabra derechista, no podemos permitir que nuestra palabra sea rebajada a la de nuestro asesinos. Porque, en lo fundamental, la extrema derecha no es una opinión como cualquier otra, la extrema derecha es el crimen organizado.

 

*Especialista en cultura judía. Estudiante avanzado de la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA), escribe regularmente en las revistas Ex Libris, Panamá y La Vanguardia.