OPINIóN
Economía

Covid-19 y sistema previsional: en busca del ordenamiento integral

Si el gasto en jubilaciones y pensiones es mayor que los recursos, aumentar las jubilaciones al mismo ritmo que los recursos implica aumentar nominalmente el desequilibrio.

La ayuda de los 10 mil pesos se cobrará por única vez en abril.
La ayuda de los 10 mil pesos se cobrará por única vez en abril. | NA

Habiendo terminado el 2020, se obtuvieron las cifras finales sobre las cuentas del sector público nacional. En un año difícil por la pandemia y la cuarentena, los ingresos totales crecieron al 23% interanual, mientras que los gastos primarios (es decir, antes del pago de intereses de deuda) crecieron a un ritmo del 63%. Razón por la cual, el déficit fiscal primario pasó de casi $100.000 millones en el 2019 a $1,8 billones. Vale decir que el déficit primario se multiplicó por 18. Si a esto se suma el pago de intereses de deuda pública, el déficit fiscal sube a $2,3 billones. En términos del Producto Bruto Interno (PBI), el déficit primario en el 2020 ascendió a -6,5%. Esencialmente debido a que el PBI creció en términos nominales apenas un 26%. De computarse los gastos devengados, el déficit primario podría ser aún mayor.

Siendo un año donde gran parte del déficit se debió al “Gasto Covid-19”, hay una parte que posee raíz estructural. Dentro de la misma, se encuentra el sistema previsional. Y es allí donde podemos ver que los ingresos previsionales, exceptuando las transferencias del tesoro, pasaron de 8,3% a 8,2% del PBI y que el gasto en jubilaciones y pensiones nacional pasó de 8,9% a 9,9% del PBI. Esto muestra el desfasaje entre ingresos y pagos y que, a su vez, pasó de 0,6% a 1,7% del PBI en un año (2019 contra 2020).

 

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Gráfico desarrollado por Federico Pablo Vacalebre en base a información del Ministerio de Economía.

 

En términos netamente estructurales, el déficit previsional aumentó considerablemente. Primeramente, como consecuencia de la coyuntura, los ingresos crecieron poco, al igual que el PBI. Segundo, el incremento sobre jubilaciones y pensiones se produjo aun cuando no aumentaron las nuevas jubilaciones por las limitaciones administrativas de la ANSES y la movilidad fue fijada discrecionalmente. Por lo que el 2020, termina con el sistema previsional que cubre con ingresos propios sólo el 80% de las jubilaciones y pensiones. De esta manera, la presión sobre el Tesoro nacional hoy es aún mayor también.

En este 2021, la recuperación (o el rebote) de la economía provocará que los ingresos tributarios y salariales del sistema previsional suban, pero no reducirá el déficit previsional. El reciente cambio de la regla de movilidad, que amalgama el aumento de las jubilaciones y pensiones a la evolución de los ingresos tributarios y salariales, hace que el gasto previsional tienda a crecer a igual ritmo que los recursos. ¿Qué significa esto? Sencillamente que el crecimiento de los recursos previsionales no reduce los desequilibrios estructurales del sistema. O dicho de otra manera, la nueva movilidad garantizaría sustentabilidad si el sistema estuviera en equilibrio o fuera superavitario. Si el gasto en jubilaciones y pensiones es mayor que los recursos, aumentar las jubilaciones al mismo ritmo que los recursos implica aumentar nominalmente el desequilibrio. La adopción como regla que los haberes aumenten al ritmo de los ingresos, cuanto éstos se encuentran en un piso histórico por motivos de la crisis actual, acentuará el problema de raíz del sistema previsional.

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A nivel mundial, el principal problema es el envejecimiento de la población, con reducción de la tasa de natalidad o emigración de la población. Si no se sube gradualmente la edad de retiro a medida que aumenta la esperanza de vida, la misma población económicamente activa debe aportar para mantener cada vez a más gente retirada y esto se transforma en una carga más pesada para aquellos que trabajan. Es difícil lograr el aumento de la edad jubilatoria sin resistencia de la población. Por otra parte, dicha carga es más pesada aun cuando tenemos economías altamente informales, con pocos trabajadores en blanco que aporten a un sistema solidario.

Adicionalmente a los problemas de fondo que tienen todos los sistemas de pensión, Argentina tiene el factor agravante de ser un país con crisis económicas cíclicas severas. Esto llevó a que las reglas cambien constantemente a lo largo del tiempo en un ámbito que se espera que sea estable. Pensemos que se pasó de un sistema de reparto de solidaridad intergeneracional en el que la generación económicamente activa financia la pensión de la generación jubilada, y a su vez la primera será financiada por la generación que le sigue, a la posibilidad de optar por un sistema de capitalización administrado por las AFJP y luego a partir de 2008 se volvió al antiguo sistema de forma compulsiva.

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Para generar estabilidad macroeconómica y contar con políticas de desarrollo es imprescindible revertir el crecimiento en el déficit previsional y darle “aire” a lo fiscal. Lamentablemente, hoy, existen altos incentivos a evadir el sistema. El desafío desde las instituciones es transformarlo en un sistema creíble que genere atractivo a pertenecer.

Un ordenamiento integral del sistema previsional no implicaría necesariamente la eliminación de los regímenes especiales, pero sí que aquellos que aspiren a dichas condiciones hayan cubierto de algún modo sus sobrecostos con aportes especiales a un régimen de capitalización, por ejemplo. Imponer algún tipo de limitación a la posibilidad de acumular las jubilaciones, cerrar las moratorias y aplicar reglas de ajuste de la edad jubilatoria a la dinámica demográfica, serían otras posibilidades y/o alternativas para lograr dicho cometido.


 

* Federico Pablo Vacalebre. Licenciado en Administración de Empresas, Licenciado en Comercialización, Magíster en Comercio Internacional y Magíster en Economía Aplicada. /  Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.