“Unidad sin discriminación por religión o raza”. Este es el lema fundacional de la Asociación que todos los años entrega los Golden Globe. Sí, esos premios que, cada año, veíamos en casa, como buenos cinéfilos que somos. Durante años me convencieron de su prestigio, basado en que son entregados por la prensa especializada de Hollywood. Ahora, los mismos críticos que los ensalzaban, los tiran abajo.
Un poco de historia. Los Golden Globe nacieron en 1944, por iniciativa de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA, por sus siglas en inglés). Desde entonces, un grupo selecto de críticos elige las mejores películas e intérpretes (algo así como APTRA y los Martín Fierro, pero con millones de dólares en la cuenta).
La HFPA está integrada por periodistas extranjeros y su principal fuente de ingresos es la transmisión televisiva, desde 1996 casi siempre a cargo de la cadena NBC. En 2021, la NBC pagó US$ 27 millones para llegar a una audiencia estimada en siete millones, la más baja de la historia.
La Asociación siempre estuvo rodeada de sospecha. Pero este grupo de periodistas habría contado con la “protección” de Hollywood y hasta de sus colegas. Sin embargo, la corrección política pudo más que una decena de denuncias por soborno y hasta acoso (lo había denunciado Brendan Fraser, protagonista de The Mummy hace tres años).
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El primer escándalo fue en 1968. La NBC abandonó la transmisión luego que la FCC considerara que el manejo de las votaciones no era transparente. Entonces, contrataron a la empresa Ernst & Young para mejorar las cosas, la NBC volvió y todos contentos.
En 1982 hubo nuevas miradas de sospecha cuando la actriz Pia Zadora recibió el premio por una actuación mediocre. Luego se supo que, antes de la ceremonia, su marido había llevado a periodistas de la HFPA a pasar unos días de juerga en Las Vegas.
En 1999, un verdadero papelón. Periodistas de la HFPA tuvieron que devolver relojes valuados en US$ 400 que habían recibido como parte de la “promoción” del filme de Sharon Stone, The Muse.
En 2014, el actor Gary Oldman calificó a la HFPA como “90 personajes intrascendentes”, refiriéndose al jurado, y llamó al primer boicot. No le hicieron caso y los Globos siguieron rodando.
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En 2021, los Globos explotaron. La NBC anunció su retirada y cumplió al no transmitir los premios de anoche. Netflix, Amazon y Warner se sumaron al boicot. La variante ómicron hizo el resto y sirvió de excusa para una entrega en aislamiento. Sin embargo, una serie de eventos cada vez más desafortunados (para la HFPA, claro) es la raíz del problema.
En agosto de 2020, la periodista noruega Kjersti Flaa demandó a la HFPA por una serie de irregularidades, como rechazarla como miembro sin causa aparente y la entrega de miles de dólares como “emolumento”. La investigación judicial no prosperó, pero la contundente acción de Flaa dejó al descubierto que la Asociación es un grupo cerrado, donde hay miembros que ni siquiera trabajan de periodistas.
En febrero de 2021, una semana antes de la entrega de premios, una investigación del diario Los Angeles Times que reveló que ninguno de los miembros de la Asociación era afroamericano, además de destacar, de nuevo, las sospechas de soborno y hasta evasión fiscal. En tiempos de “nueva corrección política”, la falta de afroamericanos en la diversa Hollywood fue el tiro de gracia (luego la HFPA incorporó 21 nuevos miembros, seis de ellos afroamericanos).
Como si fuera poco, durante años, el destino de los millones pagados por cadenas como CBS y NBC tuvieron un destino misterioso (en su página web, la HFPA informa que en 26 años donaron US$ 45 millones, pero en solo tres años recaudaron US$ 75 millones). Los jurados cobran US$ 3.465 por ver cada película. Raro, porque la HFPA es una entidad “sin fines de lucro”.
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No quiero aburrirlos, pero no puedo pasar por alto que Scarlett Johansson afirmó haber sido blanco de todo tipo de insinuaciones lindantes con el acoso sexual.
La valiente investigación del Times y la decisión de la NBC tuvieron consecuencias. Además de las incorporaciones, la Asociación aprobó nuevos códigos de conducta.
Pero, por favor, que el árbol de la corrección política no tape el bosque. La diversidad está muy bien, pero, por sí sola, no garantiza honestidad. Los Globos de Oro serán dorados, pero están pinchados por todos lados.
