La derrota realista en Chacabuco (reafirmada por la de Maipú en abril de 1918) cambia el panorama de la lucha por la independencia americana. Los realistas habían desatado una ofensiva que recuperó para el rey a toda Hispanoamérica, salvo a las Provincias unidas del Sur. La campaña del General José de San Martín cambia ese curso y obliga a los españoles a distraer parte de las tropas destinadas a Colombia para defender Perú.
Simón Bolívar puede emprender su campaña libertadora a principios de 1819. En el 21 se declara la independencia en Ecuador, México y Centroamérica.Faltaba eliminar el foco realista en el Alto Perú.
Pero la campaña de San Martín había tenido una complicación cuando en 1820, tras la Batalla de Cepeda, se disolvieron las Provincias Unidas y no quedó Gobierno central que pudiera apoyar y solventar al ejército sanmartiniano para invadir Perú.
El 17 de enero de 1817 el general José de San Martín inició el cruce de los Andes
San Martín envió una nota a los jefes del Ejército de los Andes el 26 de marzo de 1820 expresándoles su renuncia.
“El congreso y director supremo de las Provincias Unidas no existen. De estas autoridades emanaba la mía de general en jefe del ejército de los Andes, y de consiguiente, creo de mi deber y obligación el manifestarlo al cuerpo de oficiales, para que ellos por sí y bajo su espontánea voluntad, nombren un general en jefe que deba mandarlos y dirigirlos, y salvar por este medio los riesgos que amenazan a la libertad de América. Me atrevo a afirmar que ésta se consolidará, no obstante las críticas circunstancias en que nos hallamos, si conserva, como no lo dudo, las virtudes que hasta aquí lo han distinguido (...)”, escribió San Martín.
Se reúnen en asamblea los jefes del ejército y le elevan al Libertador el Acta de Rancagua que, entre otros dice:“(...) después a la votación de los señores oficiales, que unánimemente convinieron en lo mismo; quedando, de consiguiente, sentado como base y principio que la autoridad que recibió el señor general para hacer la guerra a los españoles y adelantar la felicidad del país no ha caducado ni puede caducar, porque su origen, que es la salud del pueblo, es inmudable (...)”
Desde allí, el que había sido el Ejército de los Andes, queda sin patria (no volverá a combatir bajo la bandera argentina) y San Martín deviene su jefe militar y su líder político por decisión unánime del cuerpo de oficiales. Más allá de algún aporte que logra conseguirle Pueyrredón, en Buenos Aires se lo considera un traidor por rehusarse a poner su ejército al servicio de los porteños en la guerra civil. Chile pide un préstamo y solventa la expedición a Perú.
Tomado el Callao y ante la necesidad de terminar de vencer a las fuerzas realistas que quedaban, San Martín envía al comandante Antonio Gutiérrez de la Fuente a Buenos Aires para conseguir refuerzos con los cuales cumplir ese objetivo.
Propone a Juan B. Bustos, gobernador de Córdoba, el mando general de las fuerzas y que Buenos Aires aporte elementos y armamento, con el compromiso de que el gobierno del Perú se hará responsable de los mismos. Gutiérrez de la Fuente llega a Buenos Aires en julio de 1822 contando ya con la aprobación de Bustos. Pero Rivadavia y la Junta de Representantes y los hombres en el poder en ese momento en Buenos Aires ya eran enemigos de San Martín y no olvidaban que su negativa a acudir en auxilio de Rondeau había provocado la caída del régimen directorial.
Aislado y sin apoyos, el general deja el fin de la guerra en manos de Bolívar. Buenos Aires ya había dado por concluida la campaña libertadora y no tenía interés en recuperar el Alto Perú. Esto explica su retiro y devela el trasfondo de su encuentro con Bolívar en Guayaquil.