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¿Hasta cuando Cambiemos?

El Gobierno nacional empezó el año electoral atando su suerte a la de Maria Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta para votar el 27 de octubre.

Maria Eugenia Vidal - Mauricio Macri
Maria Eugenia Vidal - Mauricio Macri | CEDOC

El Gobierno nacional empezó el año electoral atando su suerte a la de Maria Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta para votar el 27 de octubre, poniendo fin así a las especulaciones del efecto ancla o arrastre que generan los dirigentes y la imagen alicaída y en recuperación del presidente.  

Así, también coincidió con lo que la oposición había denunciado a fin de 2018: aumento de tarifas, cortes de luz y la inflación cultural que tanto dolor de cabeza le genera a Mauricio Macri y que por ahora no parece encontrarle la solución a pesar de los múltiples cambios en el gabinete económico. Más allá de las altas tasas, el plan agresivo en materia monetaria, quita de subsidios tensión con Techint mediante, cumplimiento de la meta fiscal y la caída sostenida del consumo, el alza de precios peina el freno pero no se va, y la clase media no encuentra en dónde desembocar su enojo con la coalición gobernante. Quizás el mérito político de estos cuatro años: atomización y desosiego como mérito oficial.

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El gurú electoral, Jaime Durán Barba, acuñó en Olivos días atrás un concepto larretista: "no se tocan las parejas, vamos a repetir todos, y todos van a ganar, primera vuelta con 33 puntos a nivel país", aseguró el ecuatoriano, frente a la mirada desconfiada de Mauricio Macri. Macri afirmó que con 28 puntos no se puede ir a una primera vuelta y los números no lo tranquilizan para nada, de allí la tesis de unificar con Maria Eugenia Vidal y sostener las fórmulas del éxito de 2015. Estrategia arriesgada como pocas con una Gabriela Michetti fuera de la mesa política y Diego Santilli opinando cuando se lo permiten. El rol de Santilli llega a su fin, su adhesión a ser "rueda de auxilio" no es compatible ahora y algunas costumbres del peronista prenden luces de alerta. Inversiones en distintos sectores de publicidad, farmacia, indumentaria y otros sectores terminarían en escándalo y el jefe de Gobierno lo sabe y va por eso. Crónica de una muerte anunciada para Santilli, quien gastó fortunas con dinero público en parrillas y sushi revelada sólo por PERFIL.


El interior donde pisa fuerte el radicalismo pide más en cada sector de la vida política: presencia en ministerios, candidatos propios, internas provinciales, encabezar fórmulas, toma de decisiones y mayor protagonismo, nostalgia de lo que fue la era Sanz en Cambiemos. "De CAMBIEMOS a partir de diciembre nos va a quedar sólo CAM, así no podemos seguir trabajando", define un diputado PRO a este cronista con aires de resignación. La situación se encuentra en distintos lugares: San Juan cambiará el nombre CAMBIEMOS, en Cordoba no hay fumata blanca y sólo en un municipio aceptarán ese nombre, luego será PRO, UCR o vecinalismos, la Capital no logró domesticar a Lousteau y el desembarco del liberalismo de la mano de Darío Loperfido, Ricardo Lopez Murphy, Yamil Santoro, José Luis Espert y otros dirigentes son vistos con buenos ojos por parte del electorado porteño. Larreta sigue confiando en sus muy buenos números y arriesga: en vez de permitir libre estacionamiento para palear la crisis, privatiza aun más los cordones y el sistema de grúas sigue siendo un síntoma de recaudación sin tapujos. Síntomas de encuestas favorables.
Allí es donde Marcos Peña no logra tabicar, y el armado vuelve a quedar reducido a Rogelio Frigerio y diseñadores de campaña que ven complicada la renovación de discurso sin demasiado para exponer como éxito de gestión. 

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En el norte las cosas no son mejores, a excepción de Jujuy donde el radical Gerardo Morales pisa fuerte, el crecimiento de Alfredo Olmedo es intenso en la región, los números propios lo ponen por encima de Sergio Massa y con posibilidades de ganar la provincia de Salta, lo que generaría un doble cimbronazo político: Gustavo Saenz, indescifrable dirigente  y ex candidato a vice de Sergio Massa que habla con todos, podría perder en su propia tierra, y Juan Manuel Urtubey no tiene reemplazante ni modelo de gestión para mostrar tampoco, no son buenos los números de su provincia tras más de una década de injerencia en la vida pública salteña. 


Es entonces el momento donde el PRO históricamente fue casi invencible: estrategia de campaña, ejes claros, concretos y concentrarse en ganar a como dé lugar. La imposibilidad de mostrar cuadros nuevos de forma masiva, complica la generación nueva de un partido político con estructura escasa a nivel nacional pero creciente en los últimos años. Los reclamos por la injerencia todo terreno del jefe de Gabinete son frecuentes, y quienes quedan fuera del radar, comienzan la diáspora. Siempre fue así, será cuestión de ver quién llega y cómo a octubre dentro de Cambiemos y poner a prueba su capacidad de inclusión y contención de propios y ajenos.


El efecto Carrio no es menor, la multifacética diputada dejará los cargos públicos y descuentan su alejamiento o rompimiento del espacio gobernante a partir del año entrante. Indómita y agresiva para sus compañeros, su figura esmerilada ya no aporta transparencia y su sentido de pertenencia a Cambiemos no es más que formalidad y educación que Mauricio Macri con resiliencia budista logró generar: está llegando a su fin. ¿Seguirá Cambiemos a pesar de una victoria ajustada como suponen? Y si una derrota se produce, cuánto tiempo durará la organicidad entre ellos. Incógnitas en tiempos de siembra.