OPINIóN
Elecciones

Incertidumbre en Honduras

231125_xiomara_castro_honduras_xinhua_g
Medida. La presidenta Xiomara Castro decretó la extensión indefinida del estado de excepción. | Xinhua

Honduras no solo se aproxima a un evento electoral, sino que se encuentra directamente en la trayectoria de un huracán sociopolítico cuya estela de impacto se sentirá a corto, mediano y largo plazo. No hablamos de un desastre natural, sino de una crisis gestada por la propia clase política y la sociedad. Las próximas elecciones generales del 30 de noviembre de 2025 tienen el ominoso presagio de replicar el desastre de 2009. El país se ahoga en una polarización extrema, impulsada por la retórica incendiaria de los principales actores. Todos los partidos políticos han optado por la vía de la radicalización, cimentando en los discursos de odio la lealtad de sus seguidores contra el resto de la población.

La responsabilidad del proceso recae directamente sobre los tres partidos mayoritarios (PNH, PLH, Libre), que tienen representación en el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal de Justicia Electoral (TJE). Las controversias son constantes, muchas de ellas emanando del representante del partido oficialista. Aunque públicamente aboga por la transparencia, sus acciones a menudo proyectan una sombra de sabotaje sobre la gestión del CNE. El recuerdo de la crisis logística en las elecciones primarias de marzo –específicamente el caos en el transporte y apertura de las urnas– es un mal presagio que, aunque resuelto en su momento, revela la fragilidad del sistema.

El mayor error es percibir el clima como una luncha entre "buenos y malos"

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

A semanas de los comicios, la inestabilidad en los organismos electorales es palpable. A esto se suma la alarmante existencia de violencia política de género dentro del propio CNE, donde el consejero del partido de gobierno ha hostigado públicamente a las consejeras de la oposición. El reciente simulacro electoral, diseñado para poner a prueba la infraestructura tecnológica y logística, fue declarado un “fracaso” por el consejero oficialista, sin ofrecer una ruta clara de mejora a tan pocos días del evento real.

El ambiente preelectoral está profundamente enrarecido por la extensión indefinida del estado de excepción decretado por la presidenta Xiomara Castro. Esta medida contribuye a un clima polarizado, exacerbado por un hostigamiento generalizado a la prensa desde las esferas gubernamentales. Otro actor que parece exceder sus funciones es el de las Fuerzas Armadas. Su rol constitucional es vigilar y custodiar el proceso, no actuar como veedores en el conteo de las actas, lo que introduce una peligrosa ambigüedad en su participación.

Observamos una hipocresía desmedida: el bipartidismo tradicional critica al actual oficialismo por prácticas que en su momento defendió, mientras el partido en el poder utiliza discursos que fácilmente pueden ser revertidos en su contra. La radicalización del oficialismo contra los medios de comunicación es notoria, incluso contra sus propios aliados, como lo demostró el reciente acto de violencia contra un periodista de UneTV en una concentración política. Por un lado, la desesperación por derrocar al gobierno para mantener un statu quo económico y hegemónico. Por el otro, una lucha de supervivencia de quienes están dispuestos a todo con tal de retener el poder. Este choque de fuerzas opuestas es el verdadero campo de batalla.

El mayor error de la población es percibir el actual clima político como una simple lucha entre “buenos y malos”. En realidad, las decisiones políticas, vengan de donde vengan, impactarán a toda la población hondureña, aunque las consecuencias no se sientan de la misma manera. Muchos ciudadanos carecen de las herramientas para enfrentar este vendaval. Es imperativo que la clase política de Honduras deponga su nivel de intensidad y los discursos de odio, y reconozca la diversidad de pensamiento. Al final, no existe una “Honduras de allá” y una “Honduras de acá”; siempre hemos vivido en una sola nación. Es hora de romper la ceguera que nos impide pensar en el bien colectivo, y la forma de hacerlo es yendo a votar este 30 de noviembre, pensando en el bien de Honduras.

* CEO/Project Manager de BAST Animation. Miembro de la Red de Politólogas - #NoSinMujeres