OPINIóN
Contradicciones

Política exterior "blue", Argentina sin una posición coherente ante el mundo

Aunque el uso más común de la expresión se da en el dólar, diversos hechos nos hacen pensar que la política exterior también tiene su faceta paralela en el país.

Felipe Solá, ex canciller argentino.
Felipe Solá, canciller argentino. | NA

En Argentina, la palabra “blue” es utilizada comúnmente para definir algo que opera fuera de la ley, pero dentro del aval de la sociedad. El uso más común de esta expresión se da en el dólar “blue”, pero diversos hechos nos hacen pensar que la política exterior también tiene su faceta paralela en el país.

Desde que Cristina Fernández de Kirchner anunció que había elegido su fórmula para las elecciones, el hecho de que el vicepresidente anunciara a su presidente ya daba señales preocupantes acerca de la naturaleza del gobierno que podrían llegar a constituir. Basta con revisar la política exterior argentina para darnos cuenta que realmente existe una segunda Cancillería en algún lugar del país.

En el mes de febrero, durante la gira presidencial de Alberto Fernández en Europa, el presidente brindó una nota al diario Le Monde, donde fue consultado por el tema Venezuela, a lo que el primer mandatario consideró que Maduro “ha tomado decisiones arbitrarias y ha puesto en peligro el estado de derecho”.

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Una posición bastante crítica hacia el régimen venezolano, que de hecho reforzó el Canciller Felipe Solá en junio de este año en una entrevista radial, donde destacó que en Venezuela “hay una gran facilidad para meter presos políticos, luego los suelen largar, aunque no siempre. El gobierno es autoritario, sin dudas”.

El pasado 16 de septiembre la Misión Internacional Independiente de las Naciones Unidas establecida en 2019 para comprobar el estado de los Derechos Humanos en Venezuela, publicó un informe donde certifica motivos razonables para creer que las autoridades y las fuerzas de seguridad venezolanas han planificado y ejecutado desde 2014 graves violaciones a los derechos humanos, algunas de las cuales constituyen crímenes de lesa humanidad”.

Ante esto, la política exterior argentina perdió toda consistencia en la Organización de Estados Americanos (OEA), cuando Carlos Raimundi representante argentino ante este organismo, manifestó que Venezuela ha sido sometida a presiones intervencionistas, y que en este contexto existe “una apreciación sesgada de lo que son las violaciones a los derechos humanos en determinados países”, desestimando el contenido del informe, que de hecho narraba la situación de varios presos políticos que Solá había descrito meses atrás.

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Sin importar si estamos de acuerdo o no con la dirección que toma una política exterior, la coherencia es su valor más valioso, porque refleja ante la comunidad internacional que el país conoce claramente el rol que desea ocupar en el mundo.

Pero justamente la coherencia fue la gran ausente el pasado 6 de octubre, cuando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU al aprobar una resolución que convalida el informe y condena al régimen venezolano, contó con el apoyo manifiesto de la Argentina, es decir, el país dio su voto favorable al mismo informe que había denostado en la OEA días atrás.

De manera inédita, Argentina sostiene una posición frente a Venezuela en la OEA, y otra postura completamente diferente en la ONU, teniendo en este sentido una política exterior realmente esquizofrénica.

Esta incongruencia no solo es un problema para la posición argentina en el mundo, sino que también refleja serias dificultades en la política interna.

Al menos con el tema del dólar, se conoce claramente cuál es el dólar oficial y cuál es el dólar “blue”, pero en el caso de la política exterior argentina, no se tiene claro cuál es la posición oficial y cuál es la postura “blue”. Además a nivel burocrático surgen un sin fin de interrogantes, ¿quién elabora la política exterior argentina?, Si el Canciller Felipe Solá sostiene una postura oficial y sus embajadores no corroboran la misma, ¿existen embajadores “blue”?, ¿Hay una Cancillería “blue” que está fijando posturas diferentes a la oficial?, todo nos llevaría a pensar que sí.

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Esta política exterior “blue” se sostiene sobre la falta de consenso puertas adentro del gobierno sobre el tema Venezuela, pues condenar abierta y francamente al régimen de Maduro consistiría en reconocer que el bloque político de la actual vicepresidenta sostiene lazos y amistades con gobiernos dictatoriales, traicionando así el compromiso ineludible que tiene la sociedad argentina con los derechos humanos en toda la región.

El armado de una política exterior “blue” parece ser la solución que el kirchnerismo consiguió para darle una mano a su aliado venezolano, acorralado por un repudio casi unánime a nivel internacional.

La reciente renuncia de Alicia Castro, Embajadora de Argentina ante la Federación Rusa, al menos es un gesto de coherencia. Es preferible que los embajadores se separen de su cargo, a que sostengan embajadas “blue” que distorsionan la posición de Argentina en el mundo.

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La política exterior de una nación es la cara visible que ésta tiene ante sus iguales, porque manifiesta la cohesión que tiene un Estado para transmitirle al sistema internacional sus intereses, pero con estas posturas “blue” que sostiene la Argentina es poco probable que se comprenda la posición que aspira tener el país en la comunidad internacional.

 

* José Manuel Rodríguez. Responsable de Comunicación y Desarrollo de la Fundación Federalismo y Libertad. Estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad del CEMA.