Ser un outsider en política es una maldición. Porque mientras el outsider comparta objetivos con un grupo de poder, no tendrá problemas, pero cuando ese grupo pierde poder y enfrenta problemas, entonces puede pasar que los que más sufran las consecuencias del despoder sean los outsiders.
Hoy le toca a Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, el asesor jurídico de confianza de Cambiemos y del propio ex presidente Mauricio Macri, investigado por extorsión y asociación ilícita en el marco de denuncias realizadas por Cristóbal López y Fabián De Sousa.
En el reportaje del fin de semana en Perfil, cuando Jorge Fontevecchia le preguntó por qué creía que estaban cayendo esas acusaciones sobre él, el abogado respondió: “Nunca estuve vinculado, fui un outsider total. A los sistemas, y más a los sistemas semimafiosos y cerrados, no les gustan los outsiders.” Pepín aclaró que se refería a los servicios de Inteligencia, al mundo de Comodoro Py y “al sistema político, la vieja política” que “es muy duro con los que tratan de meterse.”
La dureza de ese sistema la comprueba ahora con el inexistente apoyo de sus antiguos compañeros de ruta, tras pedir asilo en Uruguay. La ex fórmula presidencial de Juntos por el Cambio salió a tomar inmediata distancia del ex asesor. Primero lo hizo Macri: “Me lo informó, me sorprendió, no estoy de acuerdo.” Después, Miguel Ángel Pichetto: “Si considerás que sos inocente, tenés que presentarte ante la Justicia.” La única voz de apoyo que recibió fue la de Lilita Carrió, justamente la más outsider de ese universo opositor.
Más allá de lo razonable que es pedirle a un abogado que se presente cuando la Justicia lo convoca, lo cierto es que cuando los apuntados en una causa son los dirigentes considerados propios, sus colegas les dispensan un apoyo sin fisuras. A prueba de cualquier crítica.
El caso emblemático de la maldición del outsider es María Julia Alsogaray. Proveniente del liberalismo partidario y ajena al peronismo, ella fue la única ex funcionaria del menemismo que llegó a la cárcel.
Poder Judicial: una agenda de reformas por fuera de la coyuntura
Fui el autor de la investigación por enriquecimiento en la Revista Noticias por la que terminó detenida y testigo de cómo el poder judicial y político la protegieron sin disimulo durante años hasta que, con la decadencia del menemismo, decidieron entregarla como chivo expiatorio. En la necesidad de mostrarle a la sociedad un atisbo de justicia, el sistema político y judicial optó por sacrificarla a ella para frenar la avanzada sobre los propios.
Rodríguez Simón siempre fue un “rara avis” en el macrismo, un intelectual en un mundo de CEOs, poco político en el sentido de poco demagógico, capaz de opinar sin importarle la corrección del entorno y amigo de otros outsiders como Jaime Durán Barba y Juan Grabois.
En el reportaje con Fontevecchia dio pistas de su incorrección política al repudiar la llamada doctrina Irurzun sobre las detenciones preventivas que se hizo célebre durante el mandato de Macri; el “sistema extorsivo” en los tribunales federales que, según él, regía durante el macrismo y sigue existiendo ahora; o al revelar cuál fue la intención política por la que le ofreció ser miembro de la Corte a Horacio Rosatti para acotar el poder de Ricardo Lorenzetti.
Por eso, además de estar atento a las próximas decisiones de la Justicia, Rodríguez Simón deberá cuidarse, en especial, de los que hasta hace poco se decían sus amigos políticos.