OPINIóN
Profecías

La quinta dimensión está llegando

“Siempre que la Tierra tiembla, alguien promete el cielo”, dice la autora y analiza en qué consiste esta nueva vibración que se viene anunciando desde hace días. ¿Vendrá con una promesa de salvación? Cómo acceder.

Alineación de 7 planetas
Alineación de 7 planetas | NA

Entre predicciones virales y discursos místicos, crece la idea de un salto colectivo hacia una “nueva vibración”. Pero quizás la verdadera quinta dimensión no se mida en frecuencias sino en conciencia, empatía y la forma en que aprendemos —por fin— a mirarnos sin miedo.

En TikTok y en otras redes las profecías se anuncian con luces led y filtros de nebulosa. “El 29 de octubre pasamos todos a la quinta dimensión”, juran cientos de voces que parecen competir por ver quién vibra más alto. Hay música ambiental, frases en mayúsculas, y una promesa de salvación instantánea: un clic y ascendemos. En tiempos de ansiedad global, no sorprende. Siempre que la Tierra tiembla, alguien promete el cielo.

Sin embargo, quizás la famosa “quinta dimensión” no sea un salto místico, sino un modo distinto de mirar. Una metáfora de la conciencia, no un teletransporte. La evolución, si existe, es lógica: sucede cuando comprendemos un poco más, cuando elegimos no repetir, cuando el dolor se vuelve comprensión. Y la degradación también existe, pero es situacional, no estructural. Aparece cuando el miedo nos domina, cuando el ruido tapa el pensamiento o cuando la tecnología multiplica voces sin filtrar sabiduría.

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Siempre hubo almas despiertas y dormidas. Lo nuevo no es eso: lo nuevo es que las dormidas ahora hacen reels. La espiritualidad se volvió formato, la meditación un tutorial y la fe un filtro facial. En ese océano de contenido, la palabra “dimensión” suena a consuelo, a promesa de que todavía hay un lugar donde todo tiene sentido. Y quizá lo haya, pero no se accede por streaming.

En ese océano de contenido, la palabra “dimensión” suena a consuelo, a promesa de que todavía hay un lugar donde todo tiene sentido"

La humanidad no está ascendiendo en masa; está intentando entenderse. A veces tropieza, a veces se ilumina. Evolucionar no significa flotar, sino hacerse responsable. Pasar a la quinta dimensión podría ser tan simple —y tan difícil— como aprender a convivir con la diferencia, apagar el ego y escuchar sin querer ganar.

La física, por su parte, habla de dimensiones adicionales como hipótesis matemáticas, no como reinos etéreos. Pero las palabras viajan: lo que en la ciencia es una variable, en la cultura se transforma en profecía. Esa es la magia y la trampa del lenguaje: convierte lo abstracto en esperanza.
Tal vez lo que sentimos como “transición planetaria” sea apenas la consecuencia natural de una especie hiperconectada que, por primera vez, puede verse a sí misma en tiempo real. La conciencia global existe: millones de humanos reaccionan al mismo segundo ante una tragedia, una injusticia o una canción. Esa sincronía emocional es nueva, y tiene tanto de milagro como de vértigo.

La verdadera quinta dimensión no está en los cielos ni en los portales que se anuncian por redes. Está en el modo en que tratamos al otro cuando nadie nos filma. En cómo reaccionamos al dolor ajeno, en la ética de lo invisible. Evolucionar no es levitar: es cuidar.

Quizás sí estemos pasando de dimensión, pero a la velocidad humana: lenta, contradictoria y profundamente real. Mientras tanto, cada acto de empatía, cada intento de comprender sin juzgar, es una pequeña grieta por donde se cuela la luz de ese nuevo plano.

Si la quinta dimensión está llegando —como repiten los videos— ojalá no venga desde el cielo, sino desde adentro. No para salvarnos de la Tierra, sino para enseñarnos a habitarla con más conciencia.