El aula de posgrado puede ser analizada como una instancia más de lo que sucede en el debate público, aunque en menor escala. Ampliando el alcance de la nota de Rodrigo Lloret y mutatis mutandis, las experiencias de algunos profesores universitarios de posgrado también encuentran luz en el pensamiento de Byung Chul Han.
Aquello que el filósofo surcoreano denomina el nihilismo del siglo XXI es perfectamente observable en el devenir educativo. La falta de fe en la verdad y su suplantación por la arbitrariedad subjetiva se traducen en el aula de posgrado en falta de fe en el profesor, en su propuesta, en su saber, en su experiencia. Aquello que B. C. Han denomina la constante producción de información se traduce en la mencionada crisis del habla y de la escucha. Esta crisis parece coincidir con una cierta sobrevaloración de las tecnologías educativas; no sabemos si como su causa o como su consecuencia.
Sin duda, el protagonismo que dichas tecnologías adquirieron en la pandemia permitió no interrumpir –al menos en algún sentido y para algunas personas- las actividades educativas. Ahora, quizás es el momento de darles un nuevo lugar en el escenario dejando momentáneamente de lado los criterios de amortización del gasto -o inversión tecnológica.
Hay cierto tipo de contenidos cuyo proceso de enseñanza-aprendizaje necesita de la reflexión, de la escucha de diversas opiniones, de la colaboración creativa. Dado que, usualmente, los alumnos de posgrado tienen diversas profesiones y más experiencia vital y laboral, el aula constituye el suelo óptimo para que florezcan las ideas, los debates y la creación de soluciones. Sin embargo, a veces, las burbujas autistas de B. C. Han se replican en el posgrado bajo la forma de resistencia prejuiciosa respecto de todo aquello que no es lo que se vino a buscar. En este sentido y respecto de algunos temas, cierto tecno-optimismo refuerza la búsqueda del eco de la propia voz. Todos estos fenómenos se manifiestan resistentes a buenas clases y buenos argumentos constituyendo un círculo vicioso.
Byung Chul Han afirma que la información es aditiva y acumulativa, en cambio, la verdad es narrativa. Las tecnologías permiten gestionar información maravillosamente, en todos los posibles sentidos del término, pero no mucho conversar la verdad, ni poco conversar el sentido. Los foros de las plataformas educativas adicionan y acumulan emisiones individuales donde solo los más capaces en habilidades y recursos pueden encontrar un hilo o una orientación. Pero, como dice B.C. Han, la verdad no forma ningún cúmulo.
Enseñanza e innovación: el porqué de una relación obstinada
Desde ya, una infinita variedad de experiencias, de contenidos, de alumnos, de profesores y de tecnologías no están reflejadas en este texto. Incluso, se podrá objetar que es el profesor el que no se adapta al cambio. Y será verdad siempre que esta afirmación no esté enmascarando la búsqueda del “amén” del “me gusta”, diría B. C. Han. Se trata de que la transformación digital no involucione la experiencia educativa, mientras cree reproducir el mítico garaje de Steve Jobs y sus amigos. Hay contenidos que solo florecen en el encuentro, en la acalorada discusión, en el hablar unos sobre otros, en la conversación. Hoy, si bien nos acercan cuando estamos lejos, todavía nos alejan cuando estamos cerca.
* María Marta Preziosa.