OPINIóN
Sesiones virtuales

El Congreso debe funcionar sin show y ceñido a las reglas

¿Por qué no sesiona el Congreso? Errores y expectativas frente al debate de 257 diputados nacionales

Perlitas y retos de Massa en la prueba del Congreso virtual
Perlitas y retos de Massa en la prueba del Congreso virtual | cedoc

¿Qué pasa con el Congreso Nacional que no sesiona? Es la pregunta que se replica en los medios, en las redes, en los grupos de chat. ¡Si lo hace todo el mundo!, ¡Las provincias, los municipios, todo el resto de los países!, ¡No quieren trabajar!, nos increpan los ciudadanos hartos de que la clase política los defraude, con la inefable colaboración de algunos “notorios”, que agitan el malestar que eso provoca.

Resulta que la Cámara de Diputados de la Nación está integrada por 257 diputados, por lo que en primer lugar hay que considerar que las circunstancias con las Cámaras locales son incomparables, por la cantidad de integrantes, las distancias a recorrer por los legisladores, y los problemas de conectividad que aún existen en muchas zonas de la Argentina.

La Cámara de Diputados está integrada por 257 diputados. Hay que considerar que las circunstancias con las Cámaras locales son incomparables.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Por otro lado, no es cierto que en el mundo se esté sesionando normalmente de forma virtual, ni que ese cambio se haya producido de un día para el otro, y los procesos de votación y deliberación no hayan requerido previamente, adaptaciones y consensos generales entre las diversas fuerzas políticas. Por ejemplo, la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos publicó un Informe de la mayoría oficial integrante de la Committee on Rules (Comisión de Reglas), sobre las opciones de votación durante la pandemia del Covid-19, advirtiendo, entre otras cuestiones, que un cambio de reglas de esta magnitud sería uno de los más grandes del último siglo, en una de las instituciones más cruciales del país, lo que seguramente traería aparejado inconvenientes y dificultades no intencionales, si no se hace con la suficiente discusión y reflexión.

Dicho esto, debo señalar que los diputados nacionales hemos continuado nuestras tareas ininterrumpidamente durante estos 65 días, y desde Juntos por el Cambio hemos promovido numerosas iniciativas, dirigidas tanto a controlar al Poder Ejecutivo en sus funciones y denunciar las irregularidades advertidas, como a proponer medidas y políticas públicas a implementar.

Pero es cierto que pese a todos nuestros intentos, no pudimos sesionar y eso permitió una concentración de decisiones en el Jefe del Poder Ejecutivo. Por ello, solicitamos sesionar en forma presencial y ofrecimos alternativas viables para llevarlo delante respetando las recomendaciones sanitarias.

Pero como no contamos con el número de representantes para convocar y obtener quórum propio, nos guste o no, para poder sesionar debíamos resolver cómo hacerlo de forma total o parcialmente remota. Para lo cual tuvimos que superar otra dificultad: nuestro Reglamento, si bien no lo prohíbe, no contempla la posibilidad de funcionar en forma virtual y por ende, no existe regulación vigente para que se haga con las garantías necesarias. No son cuestiones menores, por ejemplo, la identificación fehaciente de los diputados para determinar la existencia de quórum o el resultado de una votación.

Cristina probó con éxito la tecnología en el Senado y el miércoles habría sesión

Hay un dicho que dice: “El que hace se equivoca, y el que no, se calla la boca”. Tengo dos disidencias al respecto: la primera es que el que hace, efectivamente, puede equivocarse, pero los funcionarios no podemos cometer errores deliberadamente o por ligereza, como ocurrió el miércoles pasado, sino que debemos reducir riesgos evitables, previamente.

Y digo esto porque no puedo dejar de referirme a la fallida sesión de prueba del 6 de mayo, en la que Sergio Massa montó una especie de espectáculo que estaba llamado a fracasar; porque apuró los procesos razonables, y quiso omitir las capacitaciones y las pruebas parciales que se habían convenido, que hubieran evitado el colapso producido.

El papelón transmitido en vivo en “prime time” fue el costo justo que debió asumir Massa por sus ansias de protagonismo, aunque de nuevo, su vanidad no le permitió reconocer su error y decidió tratarnos de inútiles tecnológicos a todos los diputados. Claro que ahí estuvieron los oportunistas de siempre, dispuestos a abonar el discurso de la anti política, tan dañino para nuestra democracia.

 

Por las fallas en la prueba de sesión virtual, capacitan a Diputados sobre el sistema

 

Por eso, mi segunda disidencia con el dicho popular que cité, es que nadie tiene el poder de hacer callar o mandar a silenciar a nadie, pero todo actor político o social responsable, que se precie de tal, debiera informarse sobre lo que va a cuestionar, especialmente cuando su opinión puede generar mayor angustia y enojo a los argentinos, en un momento tan complejo como el que estamos atravesando, en el que hay tantas y tan variadas razones para sufrir o enfurecer.

Lo cierto es que puesta en evidencia la necesidad de ajustes y correcciones técnicas, el equipo especialista de la Cámara ha trabajado incansablemente para hacerlo, y hoy estamos más cerca del próximo desafío; que será llevar adelante una sesión con los 257 diputados distribuidos en diferentes lugares del país, garantizando que el debate de ideas no sea desnaturalizado o inhibido por la nueva metodología, y que el sistema adoptado nos permita tomar decisiones adecuadas y necesarias para este momento de la Argentina.

No faltan quienes nos critican porque dicen que no ponemos el cuerpo, que hay trabajadores de actividades esenciales, policías, médicos, enfermeros que lo hacen cada día, poniendo en riesgo su vida o su salud. Por supuesto que nada puede compararse a la batalla que están dando el personal de la salud hoy; viéndolos trabajar nos sentimos tan impotentes como todos, pero nuestra batalla es otra, es la de cuidar las instituciones y establecer las reglas para que el engranaje del Estado funcione dentro de los límites constitucionales.

Es responsabilidad de cada uno defender los lugares de representación y decisión democrática, y no denostarlos, porque hoy pueden ser la vía para llegar a una decisión conjunta y colaborativa para todos los argentinos, y mañana la caja de resonancia de reclamos de la sociedad que no sean escuchados por los gobernantes.

Más que nunca, al gran pueblo argentino, ¡salud!.

*Diputada nacional por Coalición Cívica ARI.