La crisis sanitaria impactó sobre el conjunto de la economía mundial, estableciendo no sólo la crisis más importante de la historia, sino también nuevas dinámicas. La circulación y los patrones de consumo se modificaron y sólo estamos visualizando la primera parte de los efectos de nuevos patrones de realización de las actividades particulares y sociales.
La desescalada de las medidas de control de circulación evidencia efectos contradictorios y de alta volatilidad. Por un lado, el elevado crecimiento del consumo de bienes durables y el incremento de la demanda inmobiliaria y de autos en los Estados Unidos dispararon los precios, producto de la falta de insumos, ante un consumo que se ha centrado en actividades del hogar (de ocio y trabajo). La adecuación de los espacios hogareños representa nuevas esferas de consumo y de realización de las actividades económicas.
Perspectivas de la economía mundial y su impacto en Argentina
Este estado de situación caracterizó también al empleo de alta calificación en países latinoamericanos que migraron hacia plataformas de trabajo remoto. Por otro lado, las actividades relacionadas con los servicios se recuperan a un ritmo menor al previsto. Esta situación se relaciona, por un lado, con el cambio de hábitos culturales, y por otro, más notablemente, respecto del miedo “al otro”. En este sentido, la recuperación de los sectores de restauración y la hotelería demuestra una menor aceleración a la esperada en el verano boreal.
El impacto de mayor alcance de la crisis sanitaria y económica, no obstante, será la amplificación de la desigualdad. Este fenómeno será global, pero tiene un efecto más visible y urgente en América Latina, donde la inestabilidad política manifiesta la emergencia de un estado de situación límite para una región en donde los sectores más desfavorecidos se concentran en la prestación de servicios. La pérdida de divisas por turismo representa a escala global uno de los efectos de la pandemia en este sentido, que impacta de forma directa sobre trabajadores de mayor informalidad y baja calificación.
Hipercapitalismo y desigualdad
La Argentina atraviesa la crisis económica más importante de su historia, completando tres años de recesión (2018-2020), pero entrando en una fase de crecimiento. Si bien la inestabilidad del conjunto de variables macroeconómicas es alta respecto del equilibrio fiscal, la estabilidad monetaria y el sector externo, nos encontramos en un contexto de posibilidad de mediano plazo.
Los precios internacionales de los últimos meses representan un ingreso de divisas que permite consolidar la estabilidad del tipo de cambio, mientras que la demanda de dólares por turismo está planchada y el consumo local en crecimiento. La estrategia del gobierno se concentra en el incremento de la demanda interna, como medio de consolidación del ciclo de crecimiento. En las actuales condiciones de parálisis, el estímulo fiscal parece ser una herramienta eficiente de corto plazo que evidenciará un incremento de consumo similar al que mencionamos anteriormente y un incremento de la actividad económica por la vía de la multiplicación de los ciclos de consumo y producción.
Las 10 definiciones de Bein sobre la economía argentina
Es posible que estemos asistiendo a una recuperación mundial y local, en la medida que las vacunas continúen expresando su efectividad contra el virus y permitan un retorno a las actividades y la circulación sin restricciones. Si este proceso se consolida, estamos a las puertas de una explosión de consumo centrado en servicios.
Los consumidores experimentarán una preferencia por las actividades relacionadas al hacer en lugar de tener. Estas acciones representan oportunidades de inversión para quienes tengan la visión suficiente. El futuro cercano nos depara mayor desigualdad, mayor consumo y un crecimiento en aceleración. Respecto de las previsiones de posibilidad respecto de los efectos que la pandemia arrojaría sobre la responsabilidad social y colectiva parecen olvidadas. La individualidad, el consumo y los patrones de acumulación (desigualdad) parecen consolidar un mundo más inseguro e inestable. La pandemia expresó su advertencia. La incertidumbre (ahora también sanitaria) será la condición de posibilidad de nuestro comienzo, ahora sí, del siglo XXI.
* Miguel Francisco Gutiérrez, director del Centro de Estudios Económicos e Históricos sobre Desarrollo de la Universidad de Belgrano.