OPINIóN
Efemérides 24 de diciembre

Navidad: el corazón en el pesebre y el mundo en el shopping

“Se estima que en el mundo la temporada navideña genera una ganancia de aproximadamente US $1.2 billones. Queda claro que la Navidad es sumamente rentable” dice la autora, y rastrea la raíz europea del consumo. Pero de algo nos estamos olvidando…

Papa Noel
Papá Noel en tiempo real: la aplicación para seguir su viaje en Nochebuena | Freepik

Hace semanas que sacerdotes, monjas y referentes católicos piden a diestra y siniestra que se viva la Navidad como lo que realmente es: una celebración religiosa. Que dejemos de correr detrás del vitel toné y del consumo desmesurado y nos concentremos en el nacimiento de un hombre – Dios que llegó a la vida en la pobreza absoluta. Lo dicen, lo misionan… Se escuchan sus voces casi como un ruego.

La Navidad es el momento de celebrar a Cristo. Al nacimiento del hijo de Dios. La llegada del hombre que cambió el destino del mundo y dio paso al Nuevo Testamento, vigente 2025 años después. No es el momento de un señor disfrazado con telas extremadamente calurosas para estos pagos ni de banquetes dignos de un buen digestivo.

Navidad es natividad, nacimiento. Una celebración que se remonta nada menos que al 25 de diciembre del siglo IV cuando la Iglesia decidió establecer esta fecha para este fin. ¿Cómo fue entonces que pasó lo que pasó?

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Vamos a los números, se estima que en el mundo la temporada navideña genera una ganancia de aproximadamente US $1.2 billones. Gran parte de este dinero va en regalos. Queda más que claro, la Navidad es sumamente rentable.

Navidad es el momento de celebrar a Cristo, el nacimiento del hijo de Dios. La llegada del hombre que cambió el destino del mundo y dio paso al Nuevo Testamento, vigente 2025 años después"

Al hiper consumo se le contrapone entonces la figura de un bebé, en un sitio extremadamente humilde donde había un pesebre que no era otra cosa más que un recipiente de piedra o madera donde se colocaba la comida de los animales. Allí, según la tradición católica, es recostado este hijo de Dios. En el “lugar donde comían las bestias”, define la Real Academia Española.

No es de asombrarse que los hombres y mujeres de fe vean este increíble movimiento comercial con cierto resquemor. Cabe preguntarse también si este movimiento cultural no sirvió de alguna manera para generar también cristianos. O si por el contrario produjo rechazo y un distanciamiento.

Para responder hay que volver al inicio. La fiesta de la Navidad se institucionalizó como un momento especial para afirmar la idea teológica más profunda del cristianismo: que Dios se hizo hombre y ese hombre fue el Verbo Encarnado. Así, no se trató de un momento de conversión, sino de consolidación de la fe. Y a pesar de todo, las cosas no mejoraron porque en los siglos XVII y XVIII y en Alemania y el norte de Europa nació una idea que lo iba a complicar todo. La costumbre de darse regalos.

En ese momento eran sólo gestos simbólicos y sencillos. Y se mantuvieron de esa manera hasta la Revolución Industrial del siglo XIX, la producción en masa, el auge de la clase media y los grandes almacenes.

En los siglos XVII y XVIII y en Alemania y el norte de Europa nació una idea que lo iba a complicar todo. La costumbre de darse regalos"

Este combo hizo crecer una maquinaria cultural totalmente alejada de la fe. ¿Qué más lo ayudó? Nada menos que el poder del marketing y la publicidad. El golpe final lo da Coca Cola con la simpática imagen de un abuelito regordete capaz de volar en un carruaje tirado por renos que encima vive en el Polo Norte donde tiene una inmensa fábrica llena de duendes… ¿Y Jesús? Muy lejos de este Polo Norte…

Pero hay tanto más, esta figura se inspiró en San Nicolás de Mira, obispo cristiano del siglo IV, en la actual Turquía, recordado por su gran generosidad. Y cabe destacar, era esbelto, no tenía un traje como el de Santa Claus ni un carro volador. Ay sí, así es… Con los siglos se fue mezclando todo en una especie de mejunje de conceptos. Una maraña de fantasías que nada tienen que ver con la conmovedora historia real.

Recetas que conectan con la memoria

Los sacerdotes lo saben. Por eso insisten domingo a domingo, sábado a sábado. Vuelvan a la natividad. Es el momento de recordar que Dios decidió nacer entre los hombres para dar la redención y el perdón. Para abrir un nuevo camino. Un momento de gratitud, de familia, de meditación, de profundo recogimiento y de oración.

¿Y el vitel toné? ¿Y los regalos? ¿Cómo hacen los cristianos para conciliar años de caos conceptual y de mezcla cultural? Quizá la clave esté en un balance. Vivir la Navidad como lo que es, dedicar un tiempo a lo espiritual y resignificar lo comercial ya no desde un consumo extremo, sino responsable y coherente.

Quizá y por esta vez, el secreto esté en el vitel toné… Tal vez, en esta oportunidad y en este momento histórico la verdadera clave resida en dejar de correr tanto tras una fecha donde estamos llamados a hacer lo contrario. En dejar de discutir, pelear y enfrentarse en un momento donde la idea central es la luz, la paz, la armonía interior.

Quizá, por último, y en esta oportunidad el vitel toné pueda esperar. A todos: ¡Feliz Navidad!