En el sector de la energía se replica la tan mentada y cuestionada “grieta”. Aquellos que la alimentan pretenden hacernos creer que las alternativas indiscutibles son: “volver al pasado, con pesificación y congelamiento tarifario de los servicios públicos del gas y la electricidad (bajo la premisa de que gana Fernández-Fernández), o continuar con “dolarización de los energéticos y tarifazos sin fin” (escenario en el que Macri-Pichetto se imponen).
Afortunadamente, existen elementos que nos permiten suponer que la grieta es sólo un eslogan. Un gobierno marcado por la conducción del PRO debió abrirse con la incorporación de Pichetto en la candidatura vicepresidencial, buscando más pluralismo y nuevos consensos. Una gestión energética que dio permanentes muestras de ser errática e improvisada (las permanentes críticas de la UCR y CC en estos tres años y medio así lo atestiguan). Un Ministerio de Energía (MINEM) que finalizará en una devaluada Secretaría de Estado de Energía, por la cual pasaron diversos funcionarios sin estatura suficiente para impulsar exitosamente políticas públicas consistentes para el sector, y a su vez con objetivos contradictorios y contrapuestos entre sí (basta mencionar las idas y vueltas con los aumentos tarifarios, la desregulación/intervencionismo con los precios de los combustibles, la integración regional, la construcción de nuevas centrales hidroeléctricas y nucleares, etc.).
Con un nuevo gasoducto, buscan impulsar la producción de Vaca Muerta
El presidente Macri jugó con empeño y voluntarismo una suerte de “pleno” a Vaca Muerta, sosteniendo que es el único camino, suponiendo que si la “cosa sale bien” la Argentina se salvará para siempre y, en tal caso, los economistas gubernamentales deberán ocuparse de que el país no incurra en la llamada “enfermedad holandesa”. Resultados recientes con relación al incremento de la producción del yacimiento no convencional pueden considerarse alentadores, aunque todavía resulte muy apresurado afirmar que el objetivo de posicionar al país como un jugador internacional se haya cumplido. Pero resta mucho por hacer. La infraestructura de servicios es deficitaria, la planificación sectorial de momento no existe, y el financiamiento de proyectos de inversión en un país con una macroeconomía frágil y desordenada es por el momento una utopía.
En la vereda opuesta, el candidato Fernández afirmó recientemente que no está en sus planes “congelar” tarifas -en un país con los actuales índices inflacionarios resultaría absolutamente contraproducente-, pero aclaró que las tarifas “deben ser desdolarizadas” (aspecto que goza de gran aceptación entre los analistas), toda vez que los argentinos percibimos ingresos en pesos y resulta completamente insostenible a los bolsillos de los hogares soportar ya no sólo una de las inflaciones más altas del mundo, sino también los aumentos permanentes del dólar.
Alberto Fernández aprovechó el apagón para criticar a Mauricio Macri
Muchas familias debieron endeudarse para pagar sus servicios básicos energéticos. El candidato de la oposición también se refirió a que uno de los pilares en su política económica será reactivar el aparato productivo del país (donde se espera que Vaca Muerta juegue un rol importante) para revertir la decadencia económica-social actual. Dicha reactivación deberá contar necesariamente no sólo con energía abundante, sino también precios accesibles. Para conducir el sector, en consecuencia, deberán ser convocados indefectiblemente los especialistas en la materia.
En definitiva la “grieta energética” no existe. Ambas fórmulas contrincantes (FF vs MP) entienden que no se puede volver atrás y que la restricción energética debe ser entendida como una limitante al crecimiento y desarrollo del país. Queda claro que las diferencias radican en la praxis con la cual el sector debe ser conducido. Para el caso en el que la actual administración (MP) continúe, no se vislumbran cambios sustanciales en el quehacer energético.
Por qué Macri agrandó la grieta en el año electoral
En tanto, si resulta electa la fórmula opositora (FF), es de esperar que se produzcan cambios significativos en la conducción del sector energético. Primeramente y en forma prioritaria se deberán normalizar las variables macroeconómicas. No debe perderse de vista que la Argentina viene transitando varios lustros de políticas fallidas en el sector. Urge encontrar consensos y abordar las políticas del sector con la mirada puesta en el futuro.
* Director de carrera de la Universidad de Belgrano.