OPINIóN
Pandemia por coronavirus

La importancia de nuestras relaciones en cuarentena

Puede resultar sorprendente que diga que la prioridad hoy no es evitar el contagio. Lo más importante es no perder de vista que debemos proteger las relaciones.

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Italia: Una pareja se besa con sus barbijos puestos en los comienzos de la pandemia | AFP

Como todos sabemos, la cuarentena se está alargando más de lo que pensábamos. Nuestros días vienen acompañados de cientos de noticias sobre la situación mundial que, sumado al encierro, nos generan una creciente preocupación. Ante este panorama resulta un desafío no perder de vista lo más importante. Por eso los invito a preguntarse: ¿cuál es tu prioridad en esta cuarentena? Puede resultar sorprendente que te diga que la prioridad hoy no es evitar el contagio del COVID-19. Lo más importante es no perder de vista que, tanto hoy como siempre, debemos proteger las relaciones con nuestros seres queridos ¿Por qué digo esto?

En primer lugar, es fundamental atenerse a los hechos. A todos nos angustia la trágica situación que viven algunos países como España, Italia y Estados Unidos, pero un estudio publicado en la prestigiosa revista médica JAMA, basándose en alrededor de 72 mil casos reportados en China, indica el camino que está siguiendo la infección a nivel poblacional: de todos los infectados, el 80% tendrá una enfermedad asintomática o leve, 15% requerirá cuidados más complejos y un 5% ingresará a terapia intensiva. Estos últimos grupos encierran a las personas descritas como “de riesgo”. 

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Frente a estos datos, es claro que muchos nos veremos afectados en mayor o menor medida. Así, estaremos en contacto con el sufrimiento, la enfermedad y el duelo. Por eso, todos debemos colaborar solidariamente con la cuarentena obligatoria y enlentecer la curva de contagios. Pero la vida continuará, y con ella, nuestras relaciones. Sería una pena que pasada esta historia muchos de nosotros digamos “no me contagié, pero me distancié de mis padres, de mis amigos, de mi pareja... a quienes sólo quería cuidar”. Más que nunca será necesario permanecer unidos, llevando el impacto de la enfermedad y la crisis económica juntos. 

Por otra parte, es lógico que ante esta situación sintamos miedo, emoción que nos permite sobrevivir ante el peligro. Esta respuesta programada en nuestro organismo nos lleva a actuar, a huir, a evitar, a intentar controlar las cosas. Ahora bien, esta emoción nos permite sobrevivir, pero no ser felices. Es bien sabido en la psicología contemporánea que los intentos de control tienen efectos paradojales: ¿no lo querés? ¡Lo tenés! ¿No querés insomnio? Tendrás insomnio. ¿No querés ansiedad? Tendrás ansiedad. El control es una ilusión. Y el esfuerzo tiene demasiada prensa. 

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Si nos dejamos dominar por esta situación corremos el riesgo de transformarnos en una especie de dron observador, de vigilante que mira desde el panóptico para impedir que pase cualquier cosa temida. Eso llevará a que las personas que queremos mantener a salvo se quieran alejar de nosotros, a que busquen cualquier excusa con tal de salir de la casa. 

¿Y qué es lo que funciona?

Decenas de años de estudio de la conducta humana indican que la mejor forma de sostener una conducta en el tiempo es a través del reforzamiento positivo. Dicho mal y pronto, la manera más efectiva de conseguir que las personas respeten las normas de la cuarentena y les sirva como oportunidad de crecimiento es generando un contexto en el que todos nos sintamos a gusto y libremente elijamos la solidaridad como nación. La “solidaridad” es un valor que muchos compartimos. Invitar a vivirla, en conversaciones amables y conciliadoras, puede ser una gran motivación para enfrentar este drama. 

Por esto, tenemos que procurar que nuestras relaciones interpersonales sean constructivas, que promuevan tanto el bienestar de los demás como el nuestro. Concretamente, un contexto reforzante es un lugar limpio, ordenado, tranquilo, donde hay suficiente comida y comodidad para todos, donde se respeta la libertad, donde cada uno tiene sus propios compromisos y metas. Un contexto que castiga a los demás e impulsa al escape es aquel en el que hay tensión, reproches, enojo, miradas inquisidoras, chequeos continuos sobre la conducta de los demás, consumo permanente y acrítico de noticias, suciedad, desarreglo, desorden. 

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Si la convivencia es grata y se disfruta el estar juntos, hay más probabilidades de que nos quedemos en casa. Por lo tanto, priorizando los vínculos positivos y un clima agradable en el hogar hay menos riesgo de contagiarse. Para finalizar, cito a un sabio que escuché alguna vez en el tren Mitre y que su consejo aplica hoy más que nunca: “sólo el amor salvará el mundo”.