Con el triunfo de Jair Bolsonaro a fines de 2018 la política y la sociedad argentina vivieron algunas repercusiones del fenómeno brasileño. Desde el auge de discursos conservadores y de mano dura, hasta la búsqueda de un “Bolsonaro argentino”. Lo primero fue apropiado en parte por el gobierno nacional a través de Patricia Bullrich, mientras que distintos políticos y outsiders fueron comparados con el brasileño. El caso más claro fue el del diputado Alfredo Olmedo, que llegó a autodenominarse como el Bolsonaro argentino.
De cara a las elecciones la onda expansiva del fenómeno brasileño -que parecía tener alguna viabilidad a fines del año pasado- llega con poca fuerza. Sin dudas sirvió para consolidar la centralidad que ya venía teniendo la ministra de Seguridad. También se puede observar en la actualidad la búsqueda del llamado voto militar y un intento de imitar a Bolsonaro en la aproximación con referentes evangélicos. Alfredo Olmedo bajó su precandidatura a presidente a inicios de año y como precandidato a gobernador de Salta perdió visibilidad nacional. En su lugar José Luis Espert llega a las elecciones nacionales siendo habitualmente comparado con Jair Bolsonaro. En verdad Espert dista de ser algo así como el Bolsonaro argentino, sin embargo el análisis comparado a partir de algunos puntos en común es útil para discernir diferencias y similitudes tanto de los políticos en cuestión como los contextos en los que emerge cada uno.
José Luis Espert: "Estaremos en la primera vuelta de octubre"
Espert tiene algunas similitudes de forma con el presidente brasileño pero grandes diferencias de contenidos. El punto en común más relevante es el discurso de la antipolítica y de confrontación con los partidos tradicionales. En palabras de Espert: “la verdadera grieta es entre la vieja clase política, que ha destruído el país y nosotros, la gente de a pie, la de trabajo, la que estudia, la de mérito, la que se esfuerza”. El propio Espert ha expresado que tiene en común con Bolsonaro ese enfrentamiento con la clase política. El surgimiento del ultra liberal argentino se da en el contexto de crisis económica y polarización política, con una parte importante de sus electores caracterizables como votantes de Cambiemos decepcionados y enfáticamente antikirchneristas. Sin embargo, entre las diferencias de ambos emergentes se encuentra la distancia sustancial entre la coyuntura argentina y la crisis política brasileña, aspecto que retomaremos.
Otras similitudes se dan en el plano de los estilos, de las formas. El lenguaje simple y directo, la incorrección política e incluso la prepotencia hacen a ambos liderazgos. No obstante, a diferencia de Bolsonaro, Espert no tiene un historial de declaraciones antidemocráticas. El brasileño reivindica la dictadura, elogia a torturadores y desprecia a las minorías frecuentemente. Espert puede tener expresiones del tipo “los voy a meter a todos (los kirchneristas) presos” y otras que son marcadamente autoritarias pero, aunque repudiables, distan del desprecio a las instituciones de la retórica bolsonarista.
José Luis Espert: denunció falta de boletas por Twitter y apuesta a la Legislatura porteña
En lo referente a los contenidos de ambos emergentes, más allá del mencionado discurso antisistema, hay más diferencias que similitudes. Mientras que Espert representa no mucho más que el ideario del liberalismo decimonónico, ya casi extinguido en todas las escuelas actuales de economía, inclusive la de Chicago, Bolsonaro representa un fenómeno mucho más complejo: el populismo conservador. Este se sustenta en tres pilares. Liberalismo económico, representado por el apoyo de los grandes grupos empresarios, nacionalismo político, representado por los militares y conservadurismo social, representado por la presencia evangélica.
Desde esta óptica se pueden entender las diferencias de forma y de tamaño de ambas expresiones. El bolsonarismo tiene una base social mucho más amplia y compleja que el polo liberal argentino que Espert encarna. El bolsonarismo encarna un plexo de valores mucho más complejos que el de apenas la libertad económica. La intolerancia ideológica, el individualismo, la xenofobia y el nacionalismo, la homofobia, el racismo y la antipolítica son valores que emergieron en todos los estratos sociales y que están relacionados con los errores del PT por un lado (estancamiento económico, corrupción, intolerancia) y por otro, con sus aciertos: el estímulo a la movilidad social basado en el consumo que generó un sector social con nuevas demandas y nuevos valores.
Retomando lo dicho más arriba, el contexto político y social en el que emergen Bolsonaro y Espert revela diferencias en cuanto a las condiciones de viabilidad de ambos proyectos. Mientras que Bolsonaro no puede entenderse sin la crisis terminal del sistema político brasileño, Espert surge en un contexto de relativa estabilidad del sistema político argentino. Por ello el discurso de la antipolítica no tiene la misma pregnancia en cada uno de los dos países. Los votantes de Espert son mayormente indignados y antisistema, con alguna similitud al voto bronca del año 2001. Pero su intención de voto ronda sólo el 5%, concentrado en los grandes centros urbanos, especialmente Ciudad y Gran Buenos Aires. En cambio Bolsonaro a dos meses de la primera vuelta contaba con una intención de voto de más del 20% en todas las regiones menos el nordeste de fuerte raigambre petista.
Ante la escalada del dólar, Macri recibió a su equipo económico y postergó la reunión de Gabinete
El crecimiento político de Espert está también limitado por el liberalismo radical que pregona, en una sociedad con tradición estatista como la argentina, en donde el propio Macri debió realizar concesiones de su propuesta liberal. Pero sobre todo en Argentina no existe la crisis de legitimidad política que se constata en Brasil y que hizo viable la candidatura de Bolsonaro.
Brasil atraviesa desde 2013 un creciente malestar con la política, partiendo de expectativas y demandas que no fueron resueltas, continuando con los escándalos de corrupción y la crisis económica. El resultado ha sido la pérdida de legitimidad de los partidos y políticos frente a los ciudadanos y la incapacidad constatada desde tiempos de Dilma Rousseff para establecer proyectos de poder estables a nivel nacional.
Tal vez en vez de buscar al Bolsonaro argentino habría que reflexionar sobre las condiciones que hicieron viable un proceso como el brasileño y qué diferencia al sistema político argentino del de su vecino. Por ahora, ante la ausencia de un escenario de crisis como en Brasil y por su restricción a la reivindicación del liberalismo decimonónico, es más probable que lo de Espert no pase de ser un fenómeno subalterno de la política argentina con una débil inserción en el tejido social.
*Diego Brandy, Sociólogo
*Ignacio Pirotta, Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA).