OPINIóN
Política en tiempos de pandemia

Peronistas para el Cambio…

… o Juntos por el Peronismo, todavía no terminé de convencerme por un título u otro, pero entiendo que usted, avezado lector, comprenderá la idea al finalizar esta nota.

Alberto Fernández
Alberto Fernández | NA

Los cambios de gobiernos en el orden municipal, provincial, y sobre todo nacional, generan nuevos desafíos para la implementación de políticas públicas, pero también producen una enorme nostalgia en algunos dirigentes salientes, y en menor medida en otros que recién comienzan sus funciones.

Opositores de ahora, oficialistas de antes, padecen dislexia política, y se ve que esta cuestión los ha afectado de sobremanera, a tal punto que algunos no entienden muy bien si nacidos en el 41/100 deben seguir representando a su electorado o no. O peor aún, no saben a quién representan.

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Entonces nos encontramos con dirigentes de Juntos por el Cambio que realizar acuerdos en Diputados sin siquiera consultarle su jefe de bloque, o con senadores que en un rapto de necesidad y urgencia producto de la pandemia, se apuran a exponer un proyecto similar al de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, sin el consenso del resto del espacio político.

A tal nivel llega la confusión, que uno no sabe a ciencia cierta si son dirigentes políticos que están en la oposición por convicción o por mandato del Presidente Alberto Fernández. Si están en la oposición para proponer una mirada democrática y distinta frente a los errores que comete el gobierno nacional, o si son emisarios del Presidenteinoculadosen la oposición.

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Pero si ustedes creen que esta columna de opinión busca exponer sólo la irresponsabilidad de diputados y senadores de Juntos por el Cambio, se equivocan. Porque en la coalición de gobierno también crujen los pilares de representación. Algunos funcionarios peronistas como Sergio Massa tienen una mirada muy parecida al saliente gobierno de Cambiemos en materia de seguridad, y se oponen enérgicamente a la liberación compulsiva de presos.

Incluso el propio Alberto Fernández parecía encontrarse más cerca de la postura de Massa, retando públicamente al secretario de Derechos Humanos, Pietragalla por pedir este último la liberación de Ricardo Jaime, pero pegó el volantazo, hizo un anuncio público edulcorado y prefirió cargar las tintas en la oposición, a la que acusó de liderar un plan de difamación falso, en vez de explicar por qué a la fecha hay más de 2000 presos liberados en la provincia de Buenos Aires.

 

 

Los polos opuestos y el carril central

La jugada política de Alberto Fernández en medio de la pandemia es crear un Peronismo para el Cambio, algo así como la ancha avenida del medio que impulsaba su hoy presidente de la Cámara de Diputados, intentando seducir a dirigentes políticos de la oposición que han vivido de todos los gobiernos nacionales desde la vuelta de la democracia a esta parte.

En el laboratorio de Olivos el Presidente se proyecta como la figura central de la política nacional, trayendo para su quintita a lo mejor que del gobierno de Mauricio Macri, y a lo que pueda controlar del kirchnerismo.

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Pero su fórmula tiene un problema evidente: Alberto Fernández llegó al poder de la mano de Cristina Fernández de Kirchner, quien de manera astuta le cedió el primer lugar en la lista; le cedió el sillón, pero no, el timón. Le cedió los flashes, pero no le cedió el látigo ni la chequera.

Mientras Cristina esté en el Poder, todo lo que Alberto consiga robarle a la oposición se terminará pintando de celeste Cámpora. Esos dirigentes que tienen algún peso específico propio, pero poco y nada en términos de militantes, se licuarán adentro del Frente de Todos.

El gran enigma no está en cómo el Presidente logra infiltrar un puñado de espías con banca dentro de la oposición, sino en cómo va a hacer para romper con un matrimonio político que él quiere disolver desde el 11 de diciembre, y que ella no dejará caer a pesar del desamor.

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Quienes han vivido de la política durante décadas, y se han puesto el traje de oficialistas con todos los gobiernos, hoy sienten que el Peronismo para el Cambio empieza a tomar un cierto aroma francés. Se entusiasman con la fantasía de que una nueva Argentina se construirá de las cenizas del Coronavirus. Allí se encontrarán con Cristina Kirchner, y entenderán que quedaron a mitad de camino, y con la mirada de la sociedad puesta sobre ellos.